Herencia energética
Qué situación sectorial recibirá el nuevo gobierno. En qué punto están los subsidios. Gas, petróleo, electricidad y renovables. El futuro de Vaca Muerta y de las tarifas.
Los cuatro años de Gobierno del presidente Mauricio Macri dejan al próximo jefe de Estado, Alberto Fernández, un cuadro absolutamente distinto al que recibió en diciembre de 2015. De las tarifas congeladas y la escasa inversión en servicios públicos, junto a una Vaca Muerta que todavía era promesa, la gestión de Cambiemos dejó hasta mediados de 2019 una situación de tarifas creciendo por encima de la inflación y del poder adquisitivo (salarios), mayores inversiones en distribución de gas y electricidad y a la formación de petróleo y gas con corazón en Neuquén como una realidad.
Como contracara, el aumento de tarifas y la consecuente inflación asociada, en parte, fue responsable también de la derrota electoral de Macri. Asimismo, se retrotrajo el consumo de servicios públicos y se bajó el déficit comercial energético casi a cero, como efecto de más producción y menos demanda, entre el aumento de tarifas y el extendido parate industrial.
Paradójicamente, y pese a que la política energética para bajar los subsidios fue el corazón de las medidas económicas del gradualismo –que planteó una reducción del déficit fiscal en el mediano plazo–, el Gobierno se va también con tarifas congeladas durante casi un año (el último aumento fue el del gas, en abril) y subsidios crecientes, dada la devaluación del peso tras las PASO.
Los fríos números muestran que la producción de gas creció desde los 117,5 millones de metros cúbicos por día (Mmm3/d) en 2015 hasta un promedio de 136,3 en los primeros ocho meses de 2019 y un pico de 144,5 en agosto. Si se mantuviera, habría un aumento de al menos 16 por ciento en cuatro años.
La extracción de petróleo, en cambio, disminuyó de 532.438 barriles por día (bpd) en 2015 a un promedio de 505.172 entre enero y agosto de este año, con un pico de 519.201 en agosto, último dato oficial. El peor momento fue en 2017, cuando la producción bajó hasta 479.632 bpd como consecuencia de los bajos precios y el incipiente estado de Vaca Muerta, que recién empezaba a explotar.
“El sector energético está mejor que en 2015. La recomposición de la producción de gas a partir del desarrollo no convencional ha permitido recomponer la matriz energética, reduciendo importaciones de Gas Natural Licuado (GNL) y retomando exportaciones a la región. La mayor producción de gas también ha permitido desplazar líquidos en la generación eléctrica bajando costos. La producción de petróleo de 2019 va a ser un poco menor que la de 2015, pero la oferta está en crecimiento, revirtiendo una trayectoria bajista que
Noviembre 2019 venía de 1998, y todos los excedentes pueden ir a la exportación”, resume Daniel Montamat, exsecretario de Energía (1999-2000) y consultor.
El estado de YPF, la petrolera estatal que es líder en la producción y venta de combustibles, es un caso aparte. Aunque la extracción de gas mejoró de 35,8 a 41,2 Mmm3/d en estos cuatro años y la de petróleo pasó de 227.089 a 236.125 bpd promedio, con fuerte foco en Vaca Muerta, un informe que elaboraron asesores de Alberto Fernández y Cristina Kirchner hizo hincapié en que los ingresos de la empresa cayeron 14 por ciento comparando el período 2016-2019 contra 2012-2015 (gobierno de Macri contra segundo mandato de Cristina, donde se nacionalizó YPF).
En el mismo término comparativo, las ganancias antes del pago de impuestos y amortizaciones (Ebitda) bajó 23 por ciento; las inversiones disminuyeron 42 por ciento (en exploración y producción fue aún peor: 47 por ciento abajo), la producción de gas tuvo un retroceso de 5 por ciento y la de petróleo, de un 10 por ciento. Asimismo, los resultados netos fueron mixtos: en 2016 perdió $ 28.379 millones; en 2017, ganó $ 12.672 millones; el año pasado, obtuvo ganancias por $ 38.606 millones; y en el primer semestre de este año había perdido $ 10.480 millones.
Recién este año se alcanzó la cuota de energía renovable que estaba prevista para 2017.