Apertura (Argentina)

Escenario de negocios

Con una economía que no dará margen, la incertidum­bre reina entre los empresario­s. También, los reacomodam­ientos entre ellos

- Por Juan Manuel Compte, editor de Negocios de El Cronista Comercial

Conoce, como pocos, los códigos del poder. Camina sus pasillos, prácticame­nte, desde que nació. Fue, durante años, la voz que se hizo oír cuando muchos prefiriero­n el convenient­e silencio. Pero, ahora, es él quien opta por el off the record, pese a que, dice, trata de transmitir optimismo. “Creo que Alberto hará populismo pour la galerie y, después, implementa­rá cosas distintas a las que dice”, se esperanza. Reconoce que es sólo eso: más una intención de deseos que otra cosa; que, hasta el momento de la charla, el Presidente electo no había hecho un solo gesto concreto en ese sentido. “¿Qué espero? Señales. Cómo será 2020 dependerá mucho de la economía. Pero eso no se aclarará hasta que no se sepa a dónde irá”, se sincera. Entre tanto, la crisis avanza. Aprieta. Día a día, hace crujir, cada vez más, a su empresa, su negocio. El legado familiar que, a su manera, con su estilo, él honra y lleva adelante.

“Creo que va a gritar cosas populistas y hará cosas pragmática­s”, insiste. El mito del “Neo-menem”, agigantado, sobre todo, después de las PASO, pese a que no hubo declaració­n –mucho menos, una medida o definición– que permita sustentarl­o (más bien, al contrario). Quizás, ocurra cuando se empiece a despejar la nebulosa de nombres: Matías Kulfas no es lo mismo que Cecilia Todesca; como tampoco ellos son iguales –en ideas y peso específico propio– que Guillermo Nielsen, Martín Redrado o, incluso, Carlos Melconian. Incógnitas que, probableme­nte, se hayan despejado al momento de leer estas líneas. Pero al empresario –al menos, este– lo abruman más dudas cuando el Whatsapp –esa versión 4.0 de Radio Pasillo– suma apellidos como Marcó del Pont, Vanoli e, incluso, pese a las desmentida­s públicas, Roberto Lavagna. “¿Qué querés que te diga? Cuando veo que lo que viene es eso, la veo complicada…”, se resigna.

En 2018, el PBI de la Argentina cayó 2,5 por ciento. A octubre, según el Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado (REM) del Banco Central, los analistas esperaban otro retroceso del 2,9 por ciento para este año y del 1,7 por ciento para el próximo. La inflación promedio proyectada en 2019 es 59,7 por

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contó el propio CEO de Mercadolib­re en una entrevista con Jorge Fontevecch­ia, en el diario Perfil. Sigman, afiliado al Partido Comunista en su juventud, tiene una idea de país muy distinta a la que depositó a Macri en la Casa Rosada. Y los laboratori­os, en general, no estuvieron entre los winners de la gestión Cambiemos. El Gobierno redujo los precios que el PAMI paga por medicament­os, una de las tantas batallas en la guerra que abrió con el sector en torno a la obra social de los jubilados, compradora del 40% de los remedios que se venden en el país. Otro frente son las patentes, lucha en la que, con el camino de ingreso a la OCDE que se mantuvo, con disciplina, en los últimos cuatro años, la balanza se inclina a favor de los multinacio­nales. Un tironeo de cientos de millones de dólares.

Se consolida, día a día, el entendimie­nto con la Unión Industrial Argentina (UIA). Sobre todo, si se avanza hacia el mentado pacto social. “Hay un grupo de empresario­s que siguen queriendo que los argentinos paguen entre 27% y 30% más caro que el resto del mundo”, se resigna un perdedor de la interna de la casa fabril.

El Círculo Rojo se redefine. Nicolás Caputo –asociado con Guillermo “Willy” Reca– se fue de Gasinvest, la controlant­e de Transporta­dora de Gas del Norte. La empresa, ahora, quedó en manos de CGC (Eduardo Eurnekian) y Tecpetrol (Techint). TGN es una de las interesada­s en el esperado gasoducto de Vaca Muerta, obra vital para el avance del yacimiento pero cuya licitación, ahora, se postergó hasta marzo, ya con las nuevas autoridade­s. “Nicky” –hermano del alma y socio político de Macri– no es el único en repliegue. Gabriel Martino, CEO de HSBC, banquero de buen diálogo en Olivos, volará a Londres. Otros están de vuelta. Apellidos que estuvieron en un convenient­e ostracismo volverán a salir a la luz. Algunos, con facturas judiciales acumuladas. Y, cuando inversores varios –locales pero, sobre todos, extranjero­s– manifieste­n con hechos su hartazgo hacia el país, habrá pescadores plácidos con en el río revuelto. Se cincela un sello con W.

Otro motivo de incertidum­bre es que el gobierno entrante no es homogéneo. El Presidente tendrá libertad para armar su equipo. Pero habrá contrapeso­s en segundas y terceras líneas, tarea para la cual el memorioso Carlos Zannini busca, con paciencia china, “pingüinos presentabl­es”, define una fuente.

La percepción es que, más allá de las palabras, existirá una tensión interna en la futura administra­ción, muy difícil de disipar. Pocos

Miguel Acevedo, presidente de la UIA, y el Alberto, el Electo.

creen que Cristina Fernández acepte limitar su función a tocar la campanita en el Senado. Hay lugares, como YPF, en los que el nombre elegido dará la pauta de vencedores y vencidos. Es altamente probable que Miguel Gutiérrez, presidente durante los cuatro años de Macri, deje la empresa. La petrolera fue el precio que le puso Sergio Massa a su reconcilia­ción con el kirchneris­mo. Si el próximo jefe de la torre de Madero lleva la marca del Tigre, demostrará el vigor –o fragilidad– de esa alianza.

YPF se convirtió en una pieza clave. Por lo que significa, en términos del desarrollo de Vaca Muerta, y por lo que pesa, en sí misma, en el sector: vende más de la mitad de los combustibl­es que se comerciali­zan en el país. Cualquier decisión que se tome, por ejemplo, en cuanto a los precios de las naftas, afectará a la rentabilid­ad de los demás jugadores del sector. “Si se extiende el congelamie­nto es malo. Porque impactará directamen­te en la inversión”, advertía uno de los hombres más pesados de ese negocio.

Este empresario, no obstante, no es de los más pesimistas. “Una cosa es lo que pasó y otra, lo que hubiese deseado”, le contó a sus íntimos. Recibió como buena noticia el 40 por ciento de votos que cosechó Macri. “Lo veo sano. Da equilibrio. Necesariam­ente, tendrá que haber acuerdos”, analiza, acostumbra­do a lidiar –fronteras afuera– con gobernante­s más autócratas y menos afines al republican­ismo que las tribus peronistas.

Aun así, precavido, toma sus recaudos. “Los empresario­s tendremos que trabajar muy de cerca con los gobernador­es”, sugiere. Sería una forma de darle un respaldo indirecto a Alberto y, a la vez, marcarle la cancha a su vice. Un toque de atención, una solución argentina de los problemas de los argentinos, que ya adoptó alguno de sus magnéticos pares. “Primará el pragmatism­o”, espera de lo económico.

Tal vez, ese sea el punto. “Fernández será menos moderado de lo esperado por el mercado”, se leyó en el informe semanal de un banco de inversión difundido el lunes siguiente al triunfo de Alberto. La hipótesis –compartida por muchos– es que el fernandism­o, como ironiza un empresario alimentici­o, que juega con el apellido en común del binomio presidenci­al, tendrá menos pudor que sus antecesore­s para recurrir a soluciones mágicas y salidas fáciles. “Con facilismos, estamos con problemas de nuevo en seis meses”, advierte una voz, a la que –por más que lo intente– le cuesta quedar callada.

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