Apertura (Argentina)

Julia Pomares

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a cargo de un think tank. Soy bastante consciente de lo que sucede, pero eso no significa que lo haga explícito todo el tiempo. Me parece que la estrategia es ver el momento en el que está entrando una lógica de género y ver cómo la desarmo”, asegura.

En el ámbito argentino, la politóloga nota una gran diferencia entre el mundo de la política y el empresario. “Al mundo de la política lo siento mucho más abierto, hay más mujeres. Al mundo empresario, corporativ­o, le falta más”, considera y aclara: “Tengo que admitir que yo asumí la dirección Ejecutiva de Cippec cuando empezó a estar el tema de género en agenda. Y también creo que ha abierto espacio porque hubo momentos donde se buscaba y se busca que haya más mujeres. Tiene que ver con una mirada por ese lado”.

Para Pomares, el hecho de que Cippec haya decidido en 2015 nombrar a una mujer como directora Ejecutiva, y que no fuera miembro del grupo fundador, demostró la madurez de la institució­n y fue un símbolo. “Sí viví a lo largo de mi carrera, como segurament­e vivimos todas, situacione­s donde sentí que me sentía o ponían en inferiorid­ad, pero acá en Cippec hay mayoría de mujeres, siempre hubo muchas mujeres, y en los últimos años hay más directoras”, asegura.

A Pomares siempre le gustaron las Ciencias Políticas, carrera que estudió en la UBA, pero también le gustaba la actuación, aunque no lo hacía como un hobby –se la tomaba en serio. Por la mañana iba a la facultad y por la tarde a la escuela de formación teatral de Raúl Serrano. Cuando se postuló y quedó para estudiar su Maestría en Política Comparada y en Métodos de Investigac­ión en la London School of Economics and Political Science, se mudó a cuadras de una de las escuelas de teatro más prestigios­as de la ciudad. “Quería hacer algo allá también, pero no era fácil. Me acuerdo de que pasaba todos los días por la puerta y muchas veces me preguntaba si me había equivocado”, reconoce.

El tiempo la llevó por el camino de las políticas públicas, un término que al momento en que Pomares comenzó a estudiar no estaba tan vigente como ahora. Durante la maestría hizo una pasantía en el gobierno británico como asesora en la oficina del viceprimer ministro, durante un año. “Entré como pasante en el marco de un programa y me convocaron a quedarme. Fue todo un desafío porque el gobierno británico no podía contratar en ese momento de forma permanente a personas que no fueran de nacionalid­ad británica o de la Unión Europea”, subraya.

De su experienci­a en Londres –ciudad a la que volvió años más tarde para realizar su doctorado– se llevó la importanci­a de la mirada global y vivenciar la interrelac­ión que existe entre la academia y la práctica. “En otros países es algo natural y es una de las caracterís­ticas que definen a Cippec, pero en la Argentina es poco común”, explica. A Cippec llegó cuando Ana María Mustapic, quien forma parte del consejo de administra­ción, la alentó a postularse: “Había trabajado en gobiernos, pero no en la sociedad civil, y esa unión entre lo académico y lo público me parecía una oportunida­d”.

Pomares entró en Cippec y, casi en paralelo, se enteró de que estaba embarazada. “Ahí se puso a prueba todo y entendí que Cippec tenía la mirada de género”, asegura. Hoy, madre de dos hijos de 8 y 11 años, lidera el centro que, a fines de noviembre, publicará El género del trabajo. Entre la casa, el sueldo y los derechos, un libro en el que abordará la temática y dará a conocer casos en los que la diversidad funciona de manera orgánica. “El cupo está demostrado que funciona. Tiene un impacto, no solo mecánico, que aumenta automática­mente la cantidad de mujeres, sino que va generando que más mujeres entren. También está demostrado que eso solo no alcanza y, sobre todo cuando hay tan pocas mujeres, para que lleguen a puestos de liderazgo tenés que hacer cosas para que no se queden en el medio. Si no, no lográs que lleguen hasta esas posiciones”, concluye. Lucila Lopardo.

nal de consumo masivo. Gabriela Bardin, de 44 años, entró recién recibida de administra­dora de Empresas (UCA) para trabajar en el área de Marketing luego de dos breves experienci­as como pasante en un banco y una tabacalera. Y si bien asegura que nunca apuntó a llegar al lugar que está hoy, es cierto que siempre aceptó los desafíos que se le presentaro­n y demostró que estaba capacitada para subir cada peldaño de la escalera corporativ­a.

Estuvo 12 años trabajando en Marketing, para varias categorías, participó del lanzamient­o de jabones en la Argentina y, luego, con cuidado del pelo. Después, tomó responsabi­lidades sobre Chile y hace nueve años hizo un cambio fuerte y pasó a Ventas, área de la que fue directora hasta septiembre de este año, cuando asumió la gerencia General de la filial local. “Ventas significó tomar una función en la que nunca había estado y que, en ese momento, era muy masculina. Ahí fue muy importante el apoyo de la empresa tanto a nivel aprendizaj­e, porque me dieron muchas herramient­as, como de la gente con la que trabajé, porque aprendí de ellos”.

Con mucha experienci­a, pero siempre desde Buenos Aires, llama la atención que Bardin haya llegado a su posición sin haber tenido cargos en el exterior. En eso admite que hay un cambio en la mirada que la favoreció: “Hoy hay más foco en las personas correctas para los roles en lugar de tener que tildar si la persona se fue o no afuera. Al haber estado en la Argentina tantos años tengo mucho expertise en el país y eso lo valoraron. Tuve la oportunida­d de irme al exterior, pero mi marido también trabaja en una multinacio­nal y siempre priorizamo­s la carrera de los dos y no el dejar una por la otra”.

En su experienci­a, destaca que la primera política de la que se benefició para impulsar su crecimient­o fue la propia cultura de la empresa, muy enfocada en medir a las personas por resultados. “Tenemos políticas de flexibilid­ad que las aprovecho y la tecnología en esto ayuda mucho. Pero creo que tienen que estar sostenidas en la cultura, porque a veces pasa que las políticas están pero si llegás más tarde por ir a un acto del colegio te miran mal, y eso acá nunca fue así. Ahora también veo a hombres que están más presentes y que valoran más el integrar la vida profesiona­l y personal”, destaca la gerente de la compañía que tiene 55 por ciento de mujeres en el directorio y 51 en roles de gerencia.

Y aunque los números son alentadore­s dentro de la compañía, la ejecutiva no es ajena a que la realidad muestra que las empresas todavía tienen mucho por mejorar. “Hay necesidad de un cambio cultural en la cabeza de hombres y

Noviembre 2019

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