Un problema cada vez más caliente
grave y colapso de ecosistemas que resultan en un agotamiento de recursos para las industrias, y catástrofes como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas y tormentas son los temas sobre los que da voz de alarma el informe.
Con todo esto, el panorama no parecería muy alentador. Así y todo, de a poco se empiezan a ver signos de que tanto países como empresas salen de la pasividad en la que se encontraban para tomar cartas en el asunto. En julio del año pasado la Argentina dio un paso importante y se convirtió en el primer país de América latina en declarar la emergencia climática y ecológica, aunque todavía el desafío es enorme.
Alfredo Pagano, socio de Risk Advisory de Deloitte, analiza que el tema de a poco se instala en la agenda del sector privado, que empieza a ponderar dentro de los sistemas de gestión de riesgos la aparición de ítems como catástrofes naturales, tormentas o incendios. Igualmente, Paula Mantel Amari, senior manager de Sostenibilidad en la misma firma, aclara que si bien el tema ya está en la agenda de organizaciones internacionales, cuando se busca entre las prioridades de las empresas la gestión está mirada desde cambio climático y no como crisis. “Crisis climática remite a una agenda de riesgos y que impacta en el negocio directamente. Y hoy siento que si bien hay empresas que avanzan en esto, si lo tuviéramos que ponderar en porcentaje de compañías creo que es muy poco. La mirada es más ambiental que de gestión de riesgo del negocio”, opina.
Belén Zermatten, consultora senior de Sustainability de PWC Argentina, explica que el impacto en el negocio está asociado a distintos tipos de riesgo. Algunos físicos, directamente relacionados con inundaciones o sequías extremas
Distribución de emisiones de GEI total por sectores En porcentajes (2016).
4% Residuos que pueden afectar la producción o el funcionamiento en la operación, pero también riesgos de transición, que tienen que ver con el avance en las distintas regulaciones. Además, la escasez de recursos también puede llegar a impactar en la operación, entonces Zermatten explica que, si bien cuando se habla de cambio climático se visualiza como un problema de la sociedad civil en general, en realidad también colisiona en el día a día de las compañías. Y como si eso no fuese suficiente como para que las empresas dimensionen que la toma de medidas es urgente, también juegan un rol significativo los cambios en la preferencia de los consumidores por productos que sean mucho más sustentables.
Es por esto que pensar la sustentabilidad solo dentro de un área específica dentro de las organizaciones ya no tiene lugar. “Las empresas son cada vez más conscientes, pero no estamos todavía en el punto de conciencia que podamos llegar a considerar suficiente como para que se tomen acciones sólidas en estos temas”, opina la experta de PWC, consultora que en su último Índice de Economías Bajas en Carbono, que toma como referencia el Acuerdo de París y los objetivos de reducción de emisiones, demuestra que todavía hay un largo camino por recorrer. “La realidad es que si bien hubo un avance con lo que es energías renovables, por ejemplo, todavía la brecha entre lo que se necesita para lograr los objetivos y lo que se da en la práctica se está ampliando cada vez más. Aún no tenemos estrategias sólidas a nivel empresa ni a nivel naciones como para garantizar que se cumplan esos objetivos”, advierte.
Según Fundación Vida Silvestre Argentina, hoy se consume un 30 por ciento más de los recursos que el planeta puede proveer, es decir, que se necesitan 1,3 planetas para sostener la actividad humana y conservar especies y ecosistemas que están en peligro. El cambio climático es la consecuencia más visible de ese uso desmedido de recursos y hace referencia específicamente a la alteración persistente del clima, que se debe al aumento de la concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero.
Pero, ¿de qué se trata todo esto? La generación de energía, la quema de combustibles fósiles, la generación de residuos urbanos, la agricultura y la deforestación, entre otras actividades, contribuyen a la proliferación de gases como el dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Estos gases poseen la capacidad de atrapar la radiación infrarroja dentro de la atmósfera, alterando así el equilibrio del sistema clidad
son las emisiones totales de GEI de Argentina
(*) toneladas métricas de CO2 equivalente
Febrero 2020
(*) Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido (**) Economías emergentes: China, India, Brasil, México, Rusia, Indonesia y Turquía