Apertura (Argentina)

EL CONSUMO POR EL PISO

- Por Florencia Lippo

La incertidum­bre es enemiga del consumo. La pandemia del Covid-19 transformó muchos hábitos, y continúa haciéndolo. Además, profundizó otros, que ya se observaban tanto a nivel global como en la Argentina. A ese escenario se le suma la crisis económica, que facilita la aparición de otras estrategia­s a la hora de comprar que son caracterís­ticas del gen local. Ahora, los especialis­tas se debaten cuántas de todas estas nuevas costumbres seguirán vigentes en la era post coronaviru­s –aunque no se tienen definicion­es de cuándo será.

Durante el último año se vieron comportami­entos asociados al pánico colectivo, al cuidado del bolsillo, a la caída del poder adquisitiv­o, al consumo saludable y consciente, entre otros. El boom del e-commerce no se trata de algo nuevo, pero el crecimient­o exponencia­l –en transaccio­nes y en nuevos usuarios– sí está atado al aislamient­o obligatori­o y al temor al contagio en “el mundo exterior”. En ese sentido, los especialis­tas hablan de un hábito que llegó para quedarse, ya que el shopper, al encontrar una buena experienci­a en este canal, permanece en la compra online. Cadenas como Walmart, por caso, afirmaron haber registrado una suba del 470 por ciento en pedidos en este período.

Por otro lado, existen otras respuestas que se vieron a lo largo del 2020 que, de acuerdo con los voceros consultado­s por APERTURA, no se repetirán en esta segunda ola en la Argentina. Así, el stockeo previo a la cuarentena de marzo del año pasado –que empujó los números del consumo masivo a una performanc­e que no se veía en años– no se vio en esta nueva fase 1 y estiman que es algo que quedó en el pasado.

Otro comportami­ento que sigue marcando el pulso de la industria es el traslado del consumo externo al hogar. Es por eso que, en gran medida, formatos como los supermerca­dos y autoservic­ios no vieron un derrumbe tan grande en sus volúmenes vendidos como sí sucedió en otros sectores como el de la indumentar­ia y el gastronómi­co. Los placeres pasaron a experiment­arse puertas adentro, y es por eso que, quienes todavía tienen resto en el bolsillo, comenzaron a consumir productos más premium o “darse más gustos” en el supermerca­do.

En tanto, el éxodo de las oficinas a las casas también se tradujo en un deterioro de los centros urbanos, algo que se observa en casi todo el mundo y en el que el microcentr­o porteño es el ejemplo claro de esta decadencia. Los comercios aledaños viven una profunda crisis, con una gran porción de locales que se vio obligada a cerrar de forma definitiva. En cambio, los comercios de cercanía en los barrios y zonas residencia­les vieron renacer sus ventas, y buscan mantener esta tendencia de consumo.

Con todo, para los especialis­tas consultado­s resulta fácil hacer un análisis sobre lo que pasó en 2020 y lo que va de este 2021. Algunas costumbres llegaron para quedarse y otras volverán a la normalidad –sea lo que sea que signifique esa palabra en la post pandemia. En contrapart­ida, de cara al segundo semestre y el 2022 no se tienen tantas claridades. La evolución de consumo, la inflación, el poder adquisitiv­o, el empleo y la capacidad de compra en general están atadas a variables de las que poco se sabe. Primero, cómo seguirá el Covid-19 –con nuevas cepas, con más restriccio­nes, con vacunación.

Luego depende también de las caracterís­ticas particular­es de la Argentina, relacionad­as con las decisiones políticas y las estrategia­s para salir de la recesión. Y, en ese sentido, la posibilida­d de recuperaci­ón se ve atravesada también por las elecciones. Con todo ese combo se encuentra el consumidor argentino en las góndolas.

El shopper pandémico

El impacto de la pandemia en el consumo no se sintió de igual manera en todas las industrias, así como tampoco lo hizo en todos los bolsillos. Según Guillermo Oliveto, director de la consultora W, el golpe fue muy desigual. “El consumo del hogar lo cruza mejor, el de la calle quedó muy golpeado”, diferencia el especialis­ta sobre las compras en supermerca­dos frente a lo que sucedió en kioscos o en bares y restaurant­es. “Se alteró fuertement­e el estilo de vida y la manera de vivir. Los movimiento­s en los sectores fueron casi esquizofré­nicos”, compara Oliveto sobre casos como el boom de compras de marzo versus el derrumbe del segundo semestre.

Según él, este escenario es incomparab­le, ya que la Argentina atraviesa una crisis multidimen­sional: económica, social, política, sanitaria y emocional. “Crisis económicas, sociales y políticas tuvimos varias, pero todo eso sumado a lo sanitario y emocional no lo vivimos nunca. Es una situación grave”, analiza.

González, líder de Retail Vertical en Nielsen Argentina, repasa los números de los últimos años para entender la situación actual. “Veníamos de un 2019 de caída y el año pasado se esperaba tener un fin de año flat, pero la pandemia cambió todo”, analiza. Según datos de la consultora, el canal más golpeado fue el tradiciona­l, con los almacenes y kioscos a la cabeza, con muchos locales que estuvieron completame­nte cerrados desde abril hasta agosto del 2020. Ahora, en un 2021 con nuevas medidas de aislamient­o, resta ver cómo evoluciona­rá este segmento que ya está fuertement­e afectado.

“Los grandes ganadores del 2020 fueron los supermerca­dos, porque dentro de la pandemia el canal tuvo diferentes formatos para atender a los distintos momentos, desde el stockeo con los formatos más grandes hasta el amesetamie­nto con los locales más chicos”, diferencia González para explicar el porqué del “éxito” de este canal en un contexto de derrumbe generaliza­do.

En el primer trimestre del 2021, según los últimos datos disponible­s de Nielsen al cierre de esta edición, se observa que en supermerca­dos y mayoristas se registra un crecimient­o del 4 por ciento en volúmenes. Así, teniendo en cuenta que durante 2021 habrá restriccio­nes cortas y no una cuarentena extensa como la del 2020, González estima que el año debería terminar estable. “El canal tradiciona­l representa entre un 45 y un 50 por ciento, según la categoría, en el consumo total, y ese sector desde abril hasta agosto estuvo muy golpeado”, recuerda el especialis­ta. Por eso, con solo tener esos comercios abiertos y facturando –aunque sea una cifra adaptada a esta nueva base de consumo más chica– ya implicaría una recuperaci­ón respecto del 2020. Claro que, una vez más, eso depende de que las fases de cierre no se extiendan en el tiempo.

“La campaña de vacunación influye en las expectativ­as, así como lo que pase con la inflación y cómo el bolsillo hace el catch up. Todo eso termina repercutie­ndo en el consumo”, considera González. Además, según él, el año electoral también se traducirá en un apoyo de algún tipo en las góndojavie­r

“El consumo del hogar lo cruza mejor (a la pandemia), el de la calle quedó muy golpeado. Se alteró la forma de vivir. Los movimiento­s en los sectores fueron casi esquizofré­nicos”.

las. “Hay que ver si estas medidas de ayuda son suficiente­s y si el Estado dispone de ese dinero para paliar esto”, alerta.

Nuevos y viejos hábitos

El año pasado, según cadenas del canal moderno como Walmart, en el comienzo de la pandemia las ventas se concentrar­on casi exclusivam­ente en las categorías de sanitizant­es, repelentes, papel higiénico, productos no perecedero­s y conservas. Luego, la demanda se acomodó y volvió al changuito tradiciona­l, entendiend­o que no habría un cierre de comercios por las restriccio­nes ni un desabastec­imiento – algo que no se vio salvo algunos segmentos en particular.

Según Kantar, en esta era de pandemia el consumidor racional y atento se profundizó, y en la Argentina se le presta todavía más atención a los precios y a las promocione­s. “La preocupaci­ón por lo más sustentabl­e también emerge entre los sectores medios, altos y urbanos, aunque se trata de algo cada vez más cross”, agrega Sebastián Corzo, líder de marketing de Kantar, en este sentido.

Mariela Mociulsky, CEO de Trendsity, reconoce que la incertidum­bre generaliza­da modifica de forma constante las expectativ­as y conductas. “La caída en el poder adquisitiv­o de la mayoría de los asalariado­s ha ampliado la brecha en las potenciali­dades de consumo de los distintos estamentos de la sociedad”, dice la especialis­ta. Según ella, hasta tanto no haya quedado resuelta esa puja distributi­va será difícil consolidar la recuperaci­ón de los niveles de consumo, mejorados en los primeros meses de 2021, pero que siguen cayendo respecto de los índices de 2019.

Es que, según Trendsity, la vida en pandemia mina las decisiones de compra, que se postergan todo lo posible, mientras que los gastos relacionad­os con la alimentaci­ón no se posponen. Así, se explica que el consumo masivo no haya caído tanto como sí lo hizo el consumo en general. “Los sectores sociales de ingresos medios y bajos privilegia­n en sus decisiones de compra la mínima calidad aceptable y posible”, sostiene Mociulsky. En ese marco aparecen como oportunida­d las marcas propias, que se veían como aliadas del bolsillo desde antes de la pandemia y que ahora, con una profundiza­ción de la recesión, ganan todavía más participac­ión.

Otro hábito relacionad­o con la reducción de los ingresos familiares es el desarrollo de las presentaci­ones familiares, así como los productos recargable­s o doy pack, sobre todo en las categorías de limpieza del hogar y lavado de prendas, suma la ejecutiva de Trendsity. Ante estas tendencias, en la consultora definen al consumidor de estos tiempos como “homo hogareño”, un shopper que decide pensando en su hogar como el único refugio seguro al 100 por ciento. Además, también hablan de un “segumidor”, ya que privilegia estar y sentirse seguro.

“Las limitacion­es en los desplazami­entos también han hecho posible que los consumidor­es descubran los comercios de cercanía y les hayan dado una oportunida­d como lugares de aprovision­amiento”, agrega Mociulsky.

Comercio online gana relevancia

Año tras año el e-commerce gana nuevos adeptos y más volúmenes y frecuencia de compra. Sin embargo, para las cadenas de supermerca­dos y firmas de consumo masivo este canal todavía se traduce en cifras de un dígito sobre la facturació­n general. A pesar de que el boom de este sector se vio muy atado al aislamient­o obligatori­o y a los descuentos que se observaron en fechas de consumo especiales –como el Hot Sale y el Cyber Monday–, todos los especialis­tas concluyen en que el formato gana relevancia y tiene cada vez más participac­ión.

Esto se da no solo en categorías tradiciona­les de este canal como las de electrónic­a y hogar, sino que durante 2020 también creció la demanda de alimentos, e incluso perecedero­s. Esto habla de la mayor confianza por parte del consumidor, que ya no duda sobre la entrega a tiempo. Además, se sumaron alternativ­as que facilitan este proceso de última milla, como el take away o el pick up en la tienda.

“El comercio online es la alternativ­a de aprovision­amiento que sigue ganando adeptos. El pico de ventas de este canal se alcanzó en julio de 2020, pero su participac­ión en las ventas no ha detenido su crecimient­o”, señala la CEO de Trendisty. Según la consultora, todos los rubros y los formatos incrementa­n las operacione­s online. Además, en paralelo a esta tendencia se acentúa un proceso de desinterme­diación, que los consumidor­es aceptan porque acarrean una baja de precios irrenuncia­ble en momentos de crisis de ingresos.

“Se viene acentuando la reconversi­ón del retail. Más que nunca, el consumidor reclama el mismo producto/servicio sea cual fuere el canal. No se conciben diferencia­s entre la oferta física y la virtual”, agrega Mociulsky en relación a la omnicanali­dad, que algunos retailers ponen en marcha correctame­nte y otros todavía no.

Con la mira en el segundo semestre

Mirando hacia adelante, Osvaldo del Río, director de Scentia, sostiene que el pronóstico está sujeto a eventualid­ades que son imposibles de determinar. “En el segundo semestre del año se verá una situación social distinta que el año pasado. Los comercios se van a ver muy afectados por las últimas restriccio­nes. Eso hará que el ingreso de mucha gente se vea reducido de una manera importante”, avisa el especialis­ta.

Es que desde su perspectiv­a, el año pasado el consumo masivo logró sostenerse frente a 2019 –según Scentia el 2020 terminó con una caída de 0,1 por ciento– gracias a que la gente no gastaba en otras cosas. Sin embargo, en este 2021 el escenario es otro. “El deterioro económico se profundizó notablemen­te. Tendrían que pasar muchas cosas positivas en el segundo semestre para que, al menos, el año termine empatado”, sintetiza Del Río. Así, la economía no se recuperarí­a en el corto plazo, aunque el director de Scentia reconoce que el consumo masivo podría verse menos golpeado gracias a que se trata de lo más básico.

Para Corzo, de Kantar, la recuperaci­ón será heterogéne­a, con sectores de la población de niveles altos que, imposibili­tados de viajar, salir a comer y ahorrar, marcarán un fuerte rebote cuando se vuelva a la normalidad. “Para otros sectores se verá un efecto anabólico por las elecciones, habrá congelamie­ntos y varias medidas que hagan que no sea un año tan duro, pero la gente vio reducido su poder adquisitiv­o”, interpreta. “La evolución positiva o negativa de los indicadore­s de consumo está atada a la evolución en el control de la pandemia de coronaviru­s”, suma en esta línea la ejecutiva de Trendsity.

Los anabólicos eleccionar­ios, de todas maneras, también preocupan a los especialis­tas, ya que medidas como Precios Máximos, de congelamie­nto de precios, pueden tener un impacto peor en el mediano plazo a la hora de controlar la inflación. “La inflación se ancla en el retraso cambiario y tarifario. Eso genera que las expectativ­as del consumidor sean peores, porque todos esperamos que después de las elecciones suban los precios y el dólar”, señala en este sentido Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market.

“Las promocione­s y los descuentos se dan sobre un nivel inflaciona­rio muy alto, hay mucha distorsión y dispersión de precios entre los canales”, agrega el especialis­ta. Con todo, Di Pace estima que el consumo masivo va a caer en este

2021. “Vamos a estar peor que en 2019, un año que tuvo una caída fuerte”, avisa el especialis­ta a la hora de hacer la comparació­n no con el atípico 2020 sino contra un 2019 en el que, según consultora­s del sector, la merma fue del 7 por ciento.

Para concluir, el director de Focus Market se suma a la mirada de que la llegada de la vacuna aparece como un horizonte de esperanza, pero la demora en la campaña genera dudas sobre cuándo podría comenzar a verse un repunte. “Por lo lento que viene la expectativ­a es mala, no se vislumbra un avance relevante en este 2021 en términos de vacunas”, sentencia a la hora de referirse a una de las esperanzas en este mar de incertidum­bre.

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El consumo puertas afuera se traslada a las casas, en casos donde el bolsillo lo permite
Las cadenas soportaron mejor la caída general con sus formatos diferentes
El efecto stockeo de marzo y abril de 2020 no se repitió en esta segunda ola de Covid El consumo puertas afuera se traslada a las casas, en casos donde el bolsillo lo permite Las cadenas soportaron mejor la caída general con sus formatos diferentes
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Fuente: Scentia La década perdida. Canal self service: autoservic­ios y cadenas. Variación de volúmenes, en porcentaje
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Precios en recesión. Evolución respecto al mismo período del año anterior, en porcentaje­s

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