la energía limpia impulsa un súperciclo de commodities
La transición energética puede convertir al cobre en el nuevo petróleo, con un crecimiento de su demanda durante décadas. ¿Un cambio estructural?
Kamoa-kakula, en la República Democrática del Congo, es un caso raro en la industria moderna de recursos: una mina de cobre de gran calidad que alguna vez podría producir suficiente metal para satisfacer a más del 5 por ciento de la demanda anual de China.
Rodeada por pequeñas aldeas, la mina emplea a 7000 trabajadores y cuenta con su propio camino para camiones que transportan rocas a un vertedero cercano. La empresa también está remozando una estación hidroeléctrica de 40 años de antigüedad en el Río Congo para suministrar electricidad a la mina.
La primera fase del proyecto de US$ 2000 millones empezó a operar en mayo, más de cuatro años después de que la última mina de cobre de escala similar, Las Bambas, de MMG, en Perú, entrara en actividad. A pesar de esos ejemplos, años de ajustes implican que los nuevos proyectos mineros son cada vez más escasos en tanto se dispara la demanda del metal, que se utiliza en todo, desde turbinas eólicas hasta vehículos eléctricos.
Gobiernos de todo el mundo están lanzando enormes programas de estímulo centrados en la creación de empleo y la estabilidad ambiental.
La conjunción de la demanda y la potencial falta de oferta ha hecho que muchas personas en Wall Street y en la City de Londres alaben la llegada de un súperciclo de commodities, y se pregunten si el cobre está llamado a ser el nuevo petróleo, una materia prima de importancia estratégica.
“Vemos el potencial de un ciclo de commodities de varias décadas empujado por la descarbonización de la economía mundial y el paso a la energía limpia –afirma Tal Lomnitzer, gerente de fondos en Janus Henderson–. Este tiene más sustento que el auge de China de comienzos de los 2000”.
Las materias primas han gozado de un recorrido vertiginoso en el último año, inicialmente a espaldas de la fuerte demanda de China, y más recientemente de la de otras economías grandes. Las alteraciones en la demanda aportaron mayor énfasis. El cobre, el mineral de hierro, ingrediente clave para producir acero, el paladio y la madera tocaron máximos récord en mayo, mientras que productos agrícolas como granos, oleaginosas, azúcar y productos lácteos también saltaron.
Si bien no existe una definición consensuada de lo que constituye un súperciclo, por lo general se utiliza el término para definir un período en el que los precios de las materias primas suben por encima de su tendencia de largo plazo por entre diez a 35 años. Tales ciclos son disparados por lo general por un impulso estructural en la demanda que es lo bastante fuerte como para notarse a escala mundial, ante el cual la oferta tarda en responder, señala Capital Economics.
En los últimos 120 años hubo solo cuatro períodos sostenidos de pre
cios superiores al promedio. El primero ocurrió con el ascenso de Estados Unidos como potencia económica en la década de 1880, y el último con la rápida industrialización de China a principios de los 2000.
“Muchos en los mercados de commodities pensaban que nunca más íbamos a ver otra historia como la de la urbanización china. Pero ahora queda muy claro que el gasto en capital verde va a ser cada vez más grande porque es mundial”, afirma Ben Cleary, socio de Tribeca Investment Partners, un grupo boutique de administración de fondos radicado en Australia.
“Tampoco creo que se aprecien del todo las cifras de gastos de capital de China", agrega. "Ronda los US$ 2 billones anuales durante 40 años para llegar al carbono cero. Son números que hacen explotar el cerebro”.
Efecto verde
Esa opinión no es universal. Muchos economistas creen que el auge actual en los precios de las commodities es cíclico antes que estructural y puede explicarse por la fuerte demanda china, la recuperación económica posterior a la pandemia en Europa y unos Estados Unidos recargados de alteraciones en la cadena de suministros. Creen que la suba se desinflará una vez que China, que sigue siendo el mayor comprador mundial de commodities, restrinja el crédito.
De hecho el precio de algunas materias primas ya ha bajado. El mineral de hierro descendió un diez por ciento desde el récord de US$ 233 la tonelada de mayo, en tanto Beijing actuó para moderar la disparada de los precios.
“Los precios de las commodities subieron porque hay una demanda fuerte. Pero en gran medida es un rebote cíclico a partir de una recesión muy grande. Y, por supuesto, ha sido turboalimentado por estímulos”, considera Ric Deverell, economista jefe de Macquarie, en Sydney.
Los escépticos también se apresuran a destacar que de no todas las materias primas hay faltantes. Un caso típico es el petróleo, en el que la OPEP y sus aliados tienen que desandar las enormes rebajas en la producción que dispusieron en abril de 2020.
“Cuando hablamos de un súperciclo, hablamos de algo grande y que involucra a productos importantes, como el petróleo y el mineral de hierro –aclara Mark Williams, economista en jefe para Asia en Capital Economics. Y en esos dos casos, el panorama de la demanda es débil”.
Sin embargo, en lo que respecta al cobre y otros metales vinculados a las inversiones en tecnología verde, como el cobalto y el níquel, hasta los escépticos aceptan que las perspectivas son brillantes, porque la oferta está limitada y se cree que la demanda habrá de acelerarse en adelante.
“En cuanto a tratar de descarbonizar al mundo, la única forma posible de hacerlo es a través del cobre. En realidad no hay nada que pueda conducir la electricidad igual de bien”, señala Jeff Ucrrie, director de investigaciones en commodities en Goldman Sachs, y uno de los partidarios más firmes de la idea de que estamos en un nuevo súperciclo.
“Por eso decimos que tiene tanta importancia estratégica como el petróleo, porque si querés descarbonizar el transporte y los combustibles industriales a través de la electricidad, vas a necesitar del cobre, y en grandes cantidades”, agregó.
Un vehículo eléctrico contiene cinco veces más cobre (de 60 a 83 kg) que un auto dotado de un motor de combustión interna, indica Goldman, mientras que una turbina eólica de 3 megavatios emplea hasta 4,7 toneladas del metal.
Goldman no es al único que pronostica un fuerte crecimiento de la deman
“En lo que respecta al cobre y otros metales vinculados a las inversiones verdes hasta los escépticos aceptan que las perspectivas son brillantes”.
da. Para llegar a las emisiones nulas en 2050, la Agencia Internacional de Energía sostiene que el tamaño total del mercado de minerales críticos como el cobre, el cobalto, el manganeso y otros metales de tierras raras tendrá que septuplicarse para 2030.
“Cada súperciclo de commodities ha estado atado a políticas de redistribución", opina Currie. "¿Cuál es hoy la historia redistributiva? Abordar la desigualdad de ingresos. Y está bastante claro que vamos a abordarlo del mismo modo que lo hizo Franklin Roosevelt en los años ‘30, mediante el gasto de capital verde, como la represa Hoover”.
Currie apunta al plan de empleos del presidente estadounidense Joe Biden y al New Deal Verde de Europa como pruebas de esa idea. Pero así como la demanda debería despegar, el mercado del cobre posiblemente esté lo más cerca posible de haber llegado al pico de la oferta, debido a que grandes mineras están restringiendo inversiones en nuevos proyectos. Esa tendencia empezó hace siete años, luego del declive brutal en los mercados de commodities que fue impulsado por muchas mineras con balances inflados y políticas de dividendos insostenibles que bordeaban la ruina financiera.
“Las compañías mineras posiblemente seguirán dando prioridad a los rendimientos de capital y a los balances antes que a las inversiones en proyectos a largo plazo que demanden tiempo y capital intensivo”, señala Christopher La femina, analista en
Jefferies. “El lado económico de esos proyectos es un blanco móvil que en muchos aspectos está fuera del control de las empresas mineras”.
Caída en el gasto de capital
Robert Friedland empezó a buscar cobre en la RDC hace más de un cuarto de siglo. Muchas personas creían que estaba loco, porque en aquel entonces el país estaba en el medio de una guerra brutal.
“Nuestro equipo de geólogos trabajó 15 años para hallar este depósito enfrentándose a una buena dosis de escepticismo”, explica Friedlan sobre el proyecto Kamoa, un emprendimiento conjunto que implica a su empresa Ivanhoe Mines, a Zijin Mining de China y al gobierno de la RDC. “Sin dudas es el mayor descubrimiento en la historia del cinturón de cobre africano”.
Aunque el mercado de cobre está relativamente bien abastecido para los próximos años, gracias a situaciones como las de Kamoa y Quellaveco –la mina peruana de US$ 5000 millones que Anglo American espera activar en 2022–, por fuera de esos casos son pocos los nuevos proyectos.
“La gente se fija en las cifras de la oferta pero no distinguen lo difícil que es conseguir esa oferta”, aclara Farid Dadashey, codirector de minería y metales europeos RBC Capital Markets. “La última vez que el precio del cobre fue alto, en 2011 y 2012, hubo un par de nuevos proyectos en el mercado, pero todos se demoraron y el gasto en capital era sumamente alto”.
Tras quemar miles de millones de dólares en el último auge de materias primas debido a operaciones con sobreprecio y proyectos ambiciosos, la industria minera achicó drásticamente el gasto y se concentró en devolver dinero a los accionistas, que ahora se acostumbraron a recibir dividendos suculentos del sector.
“Todos los productores destacados han estado devolviendo capital en los últimos seis o siete años por tener una pistola en la cabeza de accionistas que no confían en su capacidad de reinvertir ganancias en aras del crecimiento”,
señala Cleary, de Tribeca Investments.
En consecuencia, el gasto mundial de capital en minería y fundiciones, que tocó un máximo de US$ 220.000 millones en 2012, solo alcanzó la mitad de ese nivel el año pasado, registró Wood Mackenzie. El gasto en exploración también cayó drásticamente, desde US$ 35.700 millones a poco más de US$ 10.000 millones el año pasado, consignó Tribeca.
A pesar del alza en el precio de las commodities –el cobre casi se duplicó el año pasado, y recientemente tocó el récord de US$ 10.000 la tonelada, aunque luego retrocedió un cinco por ciento– los empresarios mineros son reacios o se niegan a suscribir nuevos proyectos con el cobre.
A menos que eso cambie, Goldman ve una escasez anual de la oferta de 8,2 millones de toneladas hacia 2030. Para poner esa cifra en perspectiva, el año pasado la producción mundial de cobre refinado fue de 23,5 millones de toneladas.
Cada vez se está haciendo más difícil encontrar proyectos de cobre de gran calidad en jurisdicciones mineras seguras.
Ivan Glassenberg, veterano jefe en Glencore, el trader de productos mineros y commodities, declaró al Financial Times que el precio del cobre tendría que subir un 50 por ciento para cumplir con la demanda proyectada por la revolución mundial verde. “Precisaríamos del cobre a US$ 15.000 para alentar muchas de estas inversiones difíciles -señaló. La gente no irá a esas partes difíciles del mundo a menos que tengan seguridad”.
No solamente hay problemas en las partes más difíciles del mundo. Las propuestas de reformas impositivas en Chile y Perú –que estuvo atrapado en la elección presidencial más divisoria de la historia reciente– podrían complicar que las mineras extranjeras inviertan en dos de los principales países productores de cobre del mundo.
“La incertidumbre fiscal seguramente disuadirá inversiones y tendrá impacto en la oferta futura", dice Liam Fitzpatrick, analista del Deutsche Bank, quien ha identificado US$ 50.000 millones en proyectos en Chile, Perú y Zambia que deben ser aprobados en el decenio siguiente, pero podrían demorarse.
El envejecimiento de las minas y la decadencia de los minerales plantean otras dificultades para la industria minera. Estas son particularmente pronunciadas en Chile, donde la estatal Codelco —la minera de cobre más grande del mundo— debe gastar US$ 35.000 millones antes de 2030 para mantener la producción anual en 1,6 y 1,7 millón de toneladas.
Desarrollar un nuevo proyecto de cobre puede demandar hasta diez años, suponiendo que se consigan todas las aprobaciones. Por lo que, incluso si la industria minera, impulsada por la suba en los precios, decide abrir ahora la billetera, podría ser demasiado tarde para impedir los déficit en la oferta que podrían ocurrir más adelante en el decenio.
“Si hubiéramos sabido lo difícil que sería encontrar un sistema minero importante para hacerlo producir con hidroelectricidad en el Congo, les aseguro que no lo habríamos intentado”, confesó Friedland. “Ese es el problema con la exploración minera: que muy pocos intentos dan frutos”.
La alternativa del aluminio
No todos están convencidos de que el cobre esté destinado a un súperciclo. Julian Kettle, vicepresidente de metales y minería en Wood Mackenzie, afirma que los precios más altos incentivarán la sustitución con aluminio, que tiene menos conductividad que el cobre pero es mucho más liviano.
En mayo, Tirupati Graphite, que cotiza en Londres, afirmó que está desarrollando un material compuesto de grafeno y aluminio que afirma tiene conductividad similar al cobre. La empresa trabaja con Rolls-royce para usarlo como reemplazo del cobre en sistemas de propulsión térmica y eléctrica, indica una persona familiarizada con la compañía.
Durante el último ciclo de commodities impulsado por China, Kettle estima que el mercado del cobre perdió un 2 por ciento de demanda, o entre 400.000 y 500.000 toneladas por año, debido al reemplazo con aluminio cuando los precios subieron a US$ 6000 la tonelada.
“Si los precios de las materias primas están subiendo rápidamente se buscan oportunidades de lucro", explica. "Es una ley de la física: si no hay suministros, no se puede consumir. La idea de que el precio llegará a cifras extravagante con base sustentable... esa (idea) le dice al mercado que no puedes dar abasto y que los consumidores buscarán en otro lado”.
Pero hasta Kettle admite que el panorama del mercado del cobre es relativamente alcista. Debe duplicar su tamaño hacia el 2040 para que el mundo cumpla con las metas que se fijó en el acuerdo por el clima de París. “Si hay una materia prima en la que veremos características de súperciclo, es el cobre. Pero los motores fundamentales todavía no están”, aclara.
En la RDC, Ivanhoe Mines empezó a buscar otro gran hallazgo de cobre en unas tierras cerca de Kamoa-kakula. Y esta vez la tarea de los geólogos captó la atención en vez del escepticismo de las grandes mineras occidentales, así como de fondos soberanos y de las instituciones financieras internacionales, comentó Friedland.
“Kamoa no solo fue el descubrimiento de una mina –observó –. Fue el descubrimiento de toda una nueva provincia mineral”.
“Si hay una materia prima en la que veremos características de súperciclo, es el cobre. Pero los motores fundamentales todavía no están”.