Animarse a pensar diferente
Una publicidad ya icónica en la que la voz de Steve Jobs salía por los parlantes de la tele y listaba a grandes pensadores remataba con una frase, corta pero poderosa, que resumía la valentía de ser distinto. "Think different", invitaba la publicidad de Apple Computers a mediados de los noventa cuando su fundador volvía a la empresa con la idea de reformular productos, quemar algunos, inventar otros. Parte de la empresa billonaria que conocemos hoy le debe mucho a ese momento de la historia en el que ser diferente se convirtió en una bandera. Hoy, Apple no tiene solo clientes: tiene seguidores. Algún linuxero lo diría en estos términos: los consumidores de Apple ya forman su propia religión.
Esta edición de APERTURA habla del negocio redondo que tiene generar una audiencia propia. Nos propusimos descifrar qué hay detrás de un mercado nuevo que en el mundo ya factura US$ 104.000 millones pero que en la Argentina casi no tiene nombre. Creators Economy o Economía de Creadores se llama y le debe todo a Internet que bajó la barrera de entrada para comunicarse con cualquiera. Y de la misma forma que le da un megáfono a Donald Trump para sus consignas posibilita que millones se conecten con quienes no sabían que pensaban o sentían igual a ellos. En gustos, en intereses, en ideas, Internet es, para mi generación de treintaylargos, nuestro lugar sagrado, nuestro Shangri-la. Y para algunos argentinos también es el lugar para mostrarse e impulsar proyectos redituables. Hoy, los grupos de fans no necesitan un Gran Rex para mostrar lealtad: pueden comprar un café virtual, suscribirse a Patreon, financiar revistas por crowdfunding, llevar al estrellato a un ignoto Justin Bieber o, por qué no, a Maria Becerra que con 21 años saltó de Youtube a la música internacional. Maria es una centennial propia de estos tiempos: no come carne animal, no le pone su cara a productos que no se siente cómoda consumiendo y trata de ser genuina y transparente con sus audiencias. Lo logra porque tiene detrás un ejército que la sigue y le permite no tener miedo a decir que no.
Antes, solo la mega fama daba esa clase de inmunidad. Como ella, este ejemplar tiene los testimonios de creadores con firma propia, como Hernán Casciari, director de la editorial Orsai, o Daniela López que desde su cuenta de Instagram creó un imperio de belleza. Hay otros; cada vez muchos más. Un brindis para ellos, diría Jobs. A los locos, los rebeldes, los que no respetan el status quo, los que cambian las cosas. Porque ellos, sin saberlo, son los interlocutores perfectos de una nueva generación de consumidores.