Después de noviembre, ¿qué?
En la recta final hacia las elecciones legislativas de noviembre, abundan las incógnitas sobre lo que puede suceder en estos dos meses y el día después de los comicios. Los analistas prevén una aceleración del gasto público en las semanas que vienen y proyectan un tipo de cambio oficial bajo control, al menos hasta el 14 de noviembre. El lunes 15 arrancará otra historia: con la foto que arrojen las urnas llegará el momento de encarar los desequilibrios de una economía que está rebotando de la caída estrepitosa del 9,9 por ciento en 2020, pero de una manera muy heterogénea entre los sectores, con una inflación de casi 50 por ciento anual, tarifas atrasadas, presiones cambiarias y la necesidad de cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de marzo. Como telón de fondo de este escenario de incertidumbre hay un clima social forjado en su propia realidad. En los últimos tres años, el salario real perdió contra la inflación y ese deterioro persistente del poder adquisitivo no solo condiciona una recuperación económica consistente sino que sigue carcomiendo las expectativas (vitales para cualquier economía). No sorprenden, entonces, las encuestas que reflejan un alto pesimismo sobre el futuro: el 57 por ciento de la gente cree que estará peor dentro de 12 meses, según el último relevamiento del Monitor del Humor Social y Político de D’alessio Irol/berensztein elaborado en exclusiva para El Cronista. Un enorme obstáculo para que repunte el consumo y se regenere la confianza. La pérdida del salario real no deja a nadie afuera, como refleja nuestra nota de tapa de septiembre. Entre los sueldos ejecutivos, el aumento promedio en las compañías líderes alcanzará al 43 por ciento y quedará otra vez debajo de la inflación proyectada para 2021 (48 por ciento). Solo el sector tecnológico –que vive una dinámica propia– lograría empardar con sus incrementos la pérdida de poder adquisitivo este año, según los expertos. El resto seguirá atrás en la siempre desigual carrera contra la suba de precios. Abordar de una vez el problema inflacionario con un plan integral es una de las señales que espera el mercado para después de noviembre. Porque el fondo del problema sigue siendo el mismo: cómo volver a crecer y estimular la inversión de largo plazo para generar empleo. Y sin mínimas certezas sobre las variables y un horizonte –que incluye, por supuesto, un marco previsible para el sector privado, todo lo contrario al antecedente del cierre de las exportaciones de carne– se hace muy difícil proyectar. Hasta el próximo número,