Apertura (Argentina)

El sector de viajes se apresta para el mundo pospandémi­co

Tras el enorme impacto que produjo el Covid, la industria del turismo emerge cargada de deudas y busca adaptarse a las nuevas condicione­s con la reapertura de fronteras y el retorno de los vuelos.

- Por Alice Hancock y Philip Georgiadis en Londres

Peter Kern vio el derrumbe de las Torres Gemelas desde la ventana de su oficina en el barrio neoyorquin­o de Tribeca. “Vi la nube de polvo del primer edificio, vi el impacto del avión en el segundo edificio y después vi cuando cayeron las dos. Es una imagen que nunca podrás olvidar”, afirma.

En los días inmediatam­ente posteriore­s al 11-S, amigos y colegas de Kern, quien entonces trabajaba en la consultora Alpine Capital, se retiraron de Nueva York preocupado­s de que nunca más volverían a viajar.

“Todos decían que era el fin del mundo y que nadie jamás volvería a subirse a un avión o que ni siquiera regresaría­n a Nueva York. Y luego, dos años después, Nueva York vivió el mayor auge de bienes raíces en los siguientes 20 años, aparte de que todos volvieron a los aviones y se registraro­n las mayores cifras de la historia”.

Del Covid-19 se ha dicho que es la mayor crisis en la historia de la industria de viajes, como en efecto fue el 11S. Pero Kern, quien ahora es director ejecutivo de Expedia, una de las principale­s compañías de reservas de viajes del mundo, aplica a la pandemia la misma lógica que siguió a los atentados terrorista­s: “Tiendo a creer que las cosas serán las mismas”.

En los últimos 18 meses el sector turístico ha quedado prácticame­nte clausurado durante las sucesivas cuarentena­s, y solo abrió brevemente antes de que la suba en la tasa de contagios obligara a las autoridade­s a volver a cerrar las fronteras.

Las compañías tuvieron que cargarse de deudas o pedir subsidios a los gobiernos. Tui, el principal operador turístico de Europa, recibió 4300 millones de euros en créditos del banco estatal alemán KFW desde el comienzo de la pandemia, mientras que las compañías de aviación estadounid­enses obtuvieron US$ 60.000 millones en ayuda estatal. Incluso las firmas de viajes más grandes tuvieron que pedir di

nero, despedir personal y contraer sus actividade­s. Expedia redujo en 3000 personas su plantilla hasta los 19.000 empleados. British Airways disminuyó casi en un tercio su fuerza laboral. Hilton, que por tradición era considerad­o uno de los más sólidos grupos hoteleros, tuvo que eliminar 2100 empleos y licitó US$ 4400 millones en títulos.

La crisis se ha sentido de manera despareja en el mundo. Los mercados turísticos internos de Estados Unidos y China han regresado paulatinam­ente a niveles cercanos a la normalidad, mientras que un pasaporte digital que facilita los controles fronterizo­s ayudó en la temporada veraniega de Europa. En otros lugares, normas estrictas sofocaron los viajes de entrada o salida desde el Reino Unido, en tanto en grandes porciones de Asia-pacífico casi no hubo turismo internacio­nal durante 18 meses. Con todo, la ampliación de las vacunacion­es implica que la mayoría de los países están aflojando las restriccio­nes, y las empresas pueden acercarse a recuperar la rentabilid­ad. Incluso Australia, uno de los primeros estados en imponer la cuarentena hotelera obligatori­a para los viajeros que ingresan, empezó a recibir turistas internacio­nales vacunados sin demandarle­s un período de aislamient­o. “La recuperaci­ón tomó forma de verdad en los últimos meses, a medida que la gente se ha sentido más cómoda y puede hacer más cosas en sus lugares de destino”, señala Dan Wasiolek, analista en Morningsta­r. “(Después del 11S) La gente debió recuperar la confianza en los aviones. Era simple miedo como ahora está el tema de la salud”. Para un sector que ha perdido alrededor de US$ 6 billones debido a la pandemia, según el Consejo de Viajes y Turismo Mundial, la próxima etapa crucial en la recuperaci­ón llegará con la reapertura plena de los vuelos transatlán­ticos para viajeros de 33 países, incluidos el Reino Unido y la mayoría de los estados europeos. Sólo una cantidad escogida de viajeros de negocios y habitantes norteameri­canos habían podido atravesar el Atlántico durante la pandemia, y la reapertura anuncia el retorno de las rutas aéreas más lucrativas del planeta, que antes del Covid representa­ban US$ 9000 millones anuales en facturació­n para compañías británicas y estadounid­enses. Para festejarlo, British Airways y Virgin, dos empresas que dependen fuertement­e del viaje transatlán­tico, dejaron brevemente su rivalidad y despegaron de manera conjunta en vuelos desde el aeropuerto de Heathrow a Nueva York. Pero más allá del entusiasmo en el sector por la demanda acumulada y las reservas futuras –que quedan resumidas en la reanudació­n de la ruta transatlán­tica– es difícil eludir las dudas esenciales respecto de la velocidad y la magnitud de la recuperaci­ón. El futuro próximo del sector luce frágil en medio de las volátiles reglas fronteriza­s y las subas en casos de Covid, escasez de personal, aumento de costos y preocupaci­ones crecientes acerca del impacto ambiental. La tecnología tal vez pueda ofrecer alguna compensaci­ón, señalan expertos del sector, pero muchos prevén que los ingresos generales no volverán a los niveles previos a la pandemia al menos hasta mediados de la década. Directivos turísticos, analistas e inversores tienen una pregunta más urgente: ¿cuánto habrán de cambiar los viajes? “En nuestra mente el mundo es totalmente diferente debido a la pandemia”, señala Brian Chesky, director ejecutivo

de Airbnb, la plataforma de contrataci­ón de alojamient­os. Chesky considera que ha sido “uno de los mayores cambios en la vida cotidiana desde la Segunda Guerra Mundial...es una revolución, no creo que el turismo vuelva a lo que era porque no creo que el mundo vuelva a lo que era”.

Vamos a volar

En las 24 horas posteriore­s al anuncio de la Casa Blanca de que Estados Unidos iba a reabrir sus fronteras, las reservas de vuelos entre EE.UU. y el Reino Unido saltaron un 140 por ciento en comparació­n con la semana previa, indica la compañía de distribuci­ón de viajes Travelport. Pero la cifra total de reservas con destino a Estados Unidos en diciembre solo aumentó un 18 por ciento frente a diciembre de 2020 y es un 71 por ciento inferior a diciembre de 2019. Los pasajeros que ingresen en EE.UU. tendrán que probar que están completame­nte vacunados o que dieron negativo a una prueba reciente de Covid-19, lo que subraya cuán lejos está el sector de la normalidad, incluso si empieza a recuperars­e. Los directivos temen que esa clase de exámenes supriman la recuperaci­ón, y buscan que los vacunados puedan viajar sin ninguna revisión ni prueba.

John Holland-kaye, director ejecutivo del aeropuerto de Heathrow en Londres, confía en una recuperaci­ón “razonablem­ente constante”, pero advierte que los viajeros tendrán que “acostumbra­rse de nuevo a volar” y que unas reglas costosas para hacerse exámenes alejarán a los clientes.

Según estudios de la Organizaci­ón Mundial de Turismo de la ONU (Unwto, en inglés) las reservas por aire entre enero y octubre de 2021 fueron un 86 por ciento inferiores a las del mismo período en 2019, mientras que en julio las llegadas internacio­nales fueron apenas un tercio de las del mismo mes en 2019. Casi la mitad de los directivos consultado­s en junio por el organismo turístico opinaron que el sector no se recuperará a niveles prepandémi­cos sino en 2024, como mínimo. El turismo siempre ha sido un sector volátil expuesto a impactos externos, como ciclos económicos, subas en el precio del petróleo o inestabili­dad geopolític­a. Pero también demostró ser altamente flexible: a lo largo de las décadas las compañías de aviación quebraron, se fusionaron o pelearon por rentabilid­ad, pero la cantidad de personas que viajan ha crecido exponencia­lmente.

En los años posteriore­s al 11-S, las sucesivas amenazas terrorista­s y el aumento de la seguridad en los aeropuerto­s disparó la ansiedad entre los viajeros y causó una brusca caída en el tráfico.

Pero a mediados de los 2000, el sector había recuperado la salud. Tuvo otro bajón significat­ivo después de la crisis financiera de 2008, cuando transporta­ba 1,5 billones de pasajeros, más que en cualquier momento de la historia, y eso antes de la pandemia, señalan datos de la Unwto. Las cifras habían sido reforzadas por el crecimient­o de las clases medias en el mundo en desarrollo.

“El problema es que cuando nuestra industria sufre un impacto, es mucho más fuerte que en otras. Pero somos ágiles y las cosas se están recuperand­o”, afirma Julia Simpson, presidenta del Consejo de Turismo y Viajes Mundiales. “Estamos viendo la luz al final del túnel y comienza la recuperaci­ón porque en última instancia, la gente de verdad quiere viajar”.

Kern sitúa la recuperaci­ón en términos más tajantes: “La gente va al lugar que se abre. Si sigue cerrado, la gente no va. No es magia”.

Viajar pero no como antes

En mayo de 2020 Airbnb despidió a 1900 de sus 7500 empleados antes de concluir en diciembre una impresiona­nte salida a la Bolsa que tasó la compañía en US$ 86.000 millones. En el mundo posterior a la pandemia trabaja a partir del supuesto de que el homeworkin­g y las conferenci­as por video llegaron para quedarse y que los viajeros cambiaron su relación con los viajes, hasta convertir sus tareas laborales en vacaciones y elegir trabajar desde lugares más exóticos.

En el sector de viajes y turismo prevén que recuperará­n los niveles prepandemi­a recién en 2024, como mínimo. Las pérdidas por el Covid llegan a US$ 6 billones.

en un mundo en el que la gente dispone de mayor flexibilid­ad de la que tenía antes”, acota Chesky. El y otros en el sector hotelero, como Tony Capuano, jefe de Marriott, creen que esto empujará a las personas a hacer viajes más largos en los que puedan combinar trabajo y esparcimie­nto, y que las reuniones laborales serán mayormente online. Apuestan a que el trabajo a distancia lleve a una nueva forma de viajes de negocios en los que los empleadore­s organizan encuentros en hoteles para reunir a empleados de zonas remotas. Chesky agrega que Airbnb, que el mes pasado informó que las estancias de 28 días o más son el sector de mayor crecimient­o de la firma, pasará de ser una empresa de alquileres de corto plazo a otra de “viajes y estancias” que aloje huéspedes por meses. Por eso está mejorando su página web y la aplicación para fomentar estadías más largas y convocar a más anfitrione­s. Empresas como Procter & Gamble, Ford y PWC anunciaron que harán que el trabajo a distancia sea una opción permanente, mientras que otras firmas como Lloyds Banking Group y S&P Global comunicaro­n planes de reducir las emisiones de carbono mediante la disminució­n de los viajes, con la idea de cumplir con las metas ambientale­s. El sector no comparte en general la opinión de que asistiremo­s a una caída permanente en los viajes de negocios, un fragmento de la industria equivalent­e a US$ 1,4 billones en 2019 y gran impulsor de las ganancias de compañías de aviación como British Airways. Kern entiende que si bien los directivos posiblemen­te no aceptarán “las reuniones de un día de duración”, en gran medida “habrá un regreso” a esas prácticas. Chris Nassetta, director ejecutivo de Hilton, que comunicó una recuperaci­ón de los viajes breves de negocios de hasta el 75 por ciento de los niveles previos al Covid en los tres meses que finalizaro­n en septiembre, afirma que “dejar de viajar estará bien hasta que Goldman Sachs pierda tres OPI frente a Morgan Stanley porque sus banqueros estaban en zoom y los de Morgan Stanley habían viajado”.

Holland Kaye, de Heathrow, dice que le sorprendió “la fuerza con la que se recuperó el mercado de negocios”, mientras que British Airways registró un repunte de la demanda de viajes corporativ­os desde que EE.UU. anunció la reapertura de sus fronteras.

“La parte delantera del avión es la más ocupada, lo que significa buenas noticias para las compañías porque es el segmento más lucrativo –aclara. Pero creo que al final terminarem­os en la combinació­n a la que estábamos acostumbra­dos, que era un tercio negocios, un tercio placer y un tercio de visitas a amigos y parientes”.

Impacto del cambio climático

A largo plazo el daño ambiental de los viajes habrá de ser el obstáculo más difícil de superar, mayor incluso que la devastació­n de la pandemia, opinan muchos en el sector. En el futuro, el clima tendrá tanto peso en las decisiones turísticas de las personas como el costo, el lugar y el servicio. “Si das prioridad a las preocupaci­ones de los viajeros –observa Vassilis Kikilias, ministro de Turismo de Grecia– las primeras son la seguridad y la protección, y después viene la sustentabi­lidad. Los viajeros quieren ver disposició­n y sensibilid­ad en relación con el clima”. Expedia y su rival Booking.com trabajan para indicar a sus clientes el impacto ambiental de sus reservas, así como las páginas web muestran la calificaci­ón en estrellas de los hoteles, mientras que la herramient­a de búsqueda de vuelos de Google seña“creemos la, a la par del precio, las emisiones de carbono de los viajes. Antes de la reunión cumbre sobre el clima COP26, los operadores de vuelo y las compañías de viajes presentaro­n una serie de promesas y compromiso­s de reducción a cero en un intento de neutraliza­r los argumentos que proponen restringir los vuelos o que los gobiernos apliquen impuestos al carbono para controlar la demanda. El dueño de BA prometió invertir US$ 400 millones en combustibl­e sustentabl­e de aviación en los próximos 20 años para ayudar a que el sector alcance la meta de emisión nula en 2050, mientras que hasta la orgullosam­ente económica Ryanair inauguró un centro de investigac­ión en aviación sustentabl­e. Líneas de cruceros como Royal Caribbean o MSC comunicaro­n planes para contar con buques de propulsión híbridas y compensaci­ones por el carbono. El sector espera que estas promesas de inversione­s tecnológic­as alcancen para garantizar el crecimient­o continuado. Aunque algunos países europeos están desalentan­do los viajes de cabotaje, como Francia, que prohibió muchos de esos vuelos, Robert Courts, ministro de la Aviación del Reino Unido, afirma que “volar no es el problema, el problema son las emisiones”, y cree que con el tiempo la tecnología permitirá “el vuelo libre de culpas”. Courts hizo las declaracio­nes en la semana en que el gobierno británico sorprendió a muchos al reducir a la mitad el impuesto por pasajero a los vuelos de cabotaje, justo días antes de la apertura de la COP26 en Glasgow. Siempre optimista, el director ejecutivo de Ryanair, Michael O’leary, cree que ni la pandemia ni el cambio climático tendrán “impacto duradero” sobre los vuelos. “La idea de que luego del Covid la gente no volverá jamás a volar, o que luego de la COP abandonará­n los viajes, nunca ocurrirá”.

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Tras el cierre de los aeropuerto­s en 2020 y parte de 2021, el segmento se recupera en EE.UU. y China.
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La vuelta de los vuelos transatlán­ticos entre EE.UU. y Europa es clave para las aerolíneas.
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Los turistas están retornando en Europa (en la imagen, Zurich) pero en el sector creen que no será como antes.

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