Esperar, desesperar
La falta de un plan económico claro y la necesidad de arreglar con el FMI son las principales preocupaciones del mundo empresario. El año próximo será de introspección y análisis con la mira en 2023. Qué escenario prevén puertas adentro.
“De terror”. Así describe el clima de negocios en Argentina el número uno de una empresa alimentaria cuya facturación anual supera las once cifras. La falta de confianza e incertidumbre parecieran ser conceptos abstractos, difíciles de plasmar en algo material o palpable. Sin embargo, fueron los más repetidos entre los ejecutivos consultados por APERTURA como los principales problemas a la hora de planificar el rumbo de sus compañías. A esto se le suman una inflación que, para algunos, podría acariciar el 65 por ciento, un consumo con tímidas perspectivas de crecimiento y ciertas regulaciones que generan dolores de cabeza. El Instituto Brasileño de Economía de la Fundación Getulio Vargas publicó en noviembre su última encuesta económica regional que exhibe la opinión de más de un centenar de especialistas de 15 países sobre las expectativas de los principales mercados sudamericanos. La Argentina presentó la segunda mayor caída intermensual en el índice del cuarto trimestre, solo superada por Brasil. Según el reporte, el país perdió 25 puntos y pasó de 62,2 a 37,2 en su Indicador de Clima Económico (ICE), lo cual la hizo ingresar en la zona “desfavorable”. Este índice se obtiene al ponderar la opinión de los expertos sobre la situación actual con el indicador de expectativas. ¿Cuáles identificaron como los principales problemas argentinos? Falta de confianza en la política económica, la corrupción y las barreras legales y administrativas para los inversores. Esto coincide con la opinión volcada en la última encuesta realizada entre julio y septiembre de este año por Vistage Argentina a más de 300 CEO, altos ejecutivos y dueños de compañías. La mitad de los encuestados (50 por ciento) cree que la economía se encuentra en una peor situación que el año anterior –en plena pandemia– y el 49 por ciento opinan que esto se agravará en los próximos 12 meses. Es más, 6 de cada 10 de los empresarios relevados no prevén contratar empleados e incluso podrían reducir sus plantillas. “Es un clima de negocios complicado”, indica Natalio Grinman, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios (CAC). No obstante, contrarresta: “No es un panorama apocalíptico, aunque tampoco es como para ponerme demasiado optimista. Lo más importante que necesitamos es previsibilidad y confianza para decidir nuestras inversiones. Hace décadas que no hay un comportamiento previsible en ninguna conducción de gobierno que genere un real crecimiento en mano de obra”. La continuidad de algunas medidas impulsadas por la emergencia de la pandemia y un horizonte poco claro de su fin, apunta, no ayudan a la hora de armar los proyectos. Al respecto ilustra: “Hace poco un empresario me contaba que sus ventas repuntaron cuando empezó a abrirse todo, pero no se anima a incorporar gente porque si en seis o 10 meses todo vuelve a estar mal entonces va a tener problemas para despedir. Anunciaron que la doble indemnización se va a terminar, pero nadie te asegura que no vuelva mañana”. En la misma sintonía se expresa un importante dirigente industrial que se encuentra al frente de una firma centenaria. “Hoy los empresarios eligen poner doble turno u horas extras antes de hacer contrataciones”, señala. Y agrega: “Otro inconveniente que vemos es la industria del juicio. La legislación actual hace que ante cualquier error administrativo la indemnización se multiplica hasta por cinco”. Para el sector manufacturero, apunta el directivo, el 2021 fue un año de recuperación tras un 2019 y 2020 en picada. “Ahora, mirando para adelante tenemos muchas incógnitas para poder continuar el crecimiento”, esgrime. En el camino, no todos lograron subsistir. “El industrial que quedó en pie –analiza– es uno que tiene alto nivel de endeudamiento y no está apalancado. En el rubro si ven confianza en una economía que crece, se invierte; y si no, se adapta”. Para 2022, el escenario que pronostican desde la CAC tiene sus luces y sombras. “Suponiendo que la pandemia no comience de nuevo y se logre un acuerdo con el Fondo, estimamos que puede haber algún ajuste fiscal y monetario para lograr un aumento de las reservas y que haya una leve caída en la emisión”, detalla. Desde las consultoras privadas, le aseguran a la CAC que el alza de precios tendrá un piso de 50 por ciento, aunque otros le firman que estará más cerca del 60 por ciento. “Algunas nos hablan de un 65 por ciento”, remarca. En cuanto al crecimiento, la previsión es más bien moderada. “No más de un 2 o 3 por ciento. Y el consumo privado podría crecer un 2 por ciento, pero dependerá de la inflación”, acota. Justamente el consumo no viene de un escenario tranquilo. “Los últimos dos años fueron complejos para el mercado de bebidas con los bares y restaurantes cerrados en 2020.
Ese año pudimos experimentar una recuperación, pero con muchas problemáticas que arrastra el contexto de pandemia en las variables de ventas, precios y costos”, subraya Julio Freyre, CEO de CCU.
En su 18° encuesta anual a empresas líderes, la consultora EY Argentina y el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) puntualizaron que los ejecutivos estiman una menor rentabilidad y una desaceleración de las inversiones para el próximo año. Los relevados identificaron qué medidas podrían favorecer la confianza al momento de decidir sus inversiones: un plan económico claro y sustentable (30 por ciento), una reforma tributaria que estimule la inversión (25 por ciento) y una política cambiaria estable (23 por ciento).
Se dice que todos los caminos conducen a Roma, sin embargo, en el caso de las expectativas del mundo de los negocios, las miradas están puestas en Washington DC, con lo que suceda en el Fondo Monetario Internacional.
¿Esperando por el cambio?
Para Juan Procaccini, socio de PWC a cargo de la práctica de Deals y de la plataforma de Asesoramiento de Negocio, el resultado de las elecciones abrió una ventana para el futuro de los negocios. Nada vibrante, pero una pequeña chispa. “La sociedad argentina votó, como mínimo, una distribución de poder. Eso da una señal de que es muy posible que haya un cambio de Gobierno en 2023 y esto de movida da una señal fuerte a los mercados”, indica. Y ahonda: “Despacio ya comienza a haber visitas y miradas de potenciales inversores interesados en nuestro mercado, pero que no se animan ahora por la situación particular que arrastramos”.
Esto sumado a la partida o desinversión de jugadores internacionales y el reposicionamiento de players locales a través de compras y desembolsos, analiza el ejecutivo, generó cierto movimiento. “Los locales empiezan a mejorar sus operaciones y prepararse para estar listos para salir a buscar socios o financiamiento en 2023 en el momento en que la Argentina cambie”.
El 2022, esboza Procaccini, será un año de wait and see. “Va a ser un año más de mirar para adentro de las compañías, ordenarse y rentabilizarse. Nosotros estamos trabajando mucho en consultoría estratégica, financiera y de mejora de rentabilidad porque muchos tuvieron que desprenderse de parte de sus negocios o invertir en otras áreas que pasaron a ser relevantes”, asegura. Roberto Bellati, general Manager de Kimberly-clark Cono Sur, espera un escenario similar: “Percibo optimismo pensando en el mediano y largo plazo, pero para concretar ese escenario hay que solucionar la situación que afecta en el corto plazo”.
Aunque asevera que la espera protagonizará la estrategia de las firmas, Procaccini destaca dos puntos que podrían traer certidumbre al ecosistema empresarial. “Hay una lectura realista y pragmática de que la crítica situación macroeconómica argentina no le permite al gobierno radicalizarse mucho. Y si a eso le sumas la necesidad de un arreglo con el FMI de acá a marzo, te da cierta paz pensando en un 2023 distinto con un acuerdo que genere algún interés para que se reactive la inversión y el desarrollo de negocios”. Sin embargo, advierte:
“Un default sería un desastre”. Un gerente general, cuya empresa emplea a más de 1000 trabajadores, plantea: “Si se arregla con el Fondo, ¿cuál es el plan? Porque eso es un puntapié. Si se sigue sin plan esto va a explotar y eso solo va a ser una solución de cortísimo plazo”. El ejecutivo pone el foco en los controles de precios como una de las barreras. “Las variables de costos se disparan y eso perjudica la rentabilidad de las empresas”, comenta. Su compañía, que tiene fuerte presencia en las góndolas, tuvo que salir a reestructurar su pasivo este año para evitar una crisis. Freyre, de CCU, también pone el foco en el mismo eje: “Somos una industria de mano de obra extensiva, por eso es muy importante ir resolviendo los incrementos de costos”.
“Todo es expectativa”, resume Grinman, de la CAC. “Si es positiva, se instala un nuevo local. Si no, no invierte. Pero este no es un país normal. Siempre vuelven a pasar las cosas malas y los gobiernos reiteran errores”, descarga. A contraluz, el empresario alimentario sostiene: “No tengo expectativa y tampoco creo que el consumo interno crezca. Es más, se puede deteriorar más todavía”.
Como siempre, hay sectores que podrían ganar en el bienio que viene. El agro, energía y minería están entre los mencionados. Y por supuesto las tecnológicas. “Tenemos una oportunidad con el aluvión de inversiones para emprendedores. Lo ideal sería poner foco en los incentivos para generar esos emprendedores y apoyar a las empresas que apuestan por la Argentina”, destaca Máximo Cavazzani, CEO y fundador de Etermax.
Muchos empresarios consultados prefieren no arriesgar pronósticos para los dos años que quedan hasta las elecciones presidenciales. A pesar de todo, Procaccini guarda cierto optimismo. “No van a ser dos años fáciles. No van a ser dos años buenos. Pero tampoco va a ser tan malo”.