Apertura (Argentina)

Un tiempo que no tenemos

- Pablo Ortega

Pese a las promesas de planes plurianual­es, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) para refinancia­r los vencimient­os que queman seguía sin definicion­es al cierre de este número, en una jugada extrema que acrecentó la preocupaci­ón del mundo económico. Nunca se entenderá –racionalme­nte al menos, sin considerar la especulaci­ón política– por qué el Gobierno demoró tanto en acordar con el FMI y no lo hizo durante lo peor de la pandemia en 2020, cuando las condicione­s eran otras. La economía estaría hoy en una posición de menor fragilidad y habría más dólares en el Banco Central (al renegociar­se los pagos que hubo que afrontar en 2021). Se perdió y se sigue perdiendo un tiempo muy valioso que la Argentina no tiene. Las reservas están en un límite, los vencimient­os de deuda apremian y la incertidum­bre resulta cada vez más agobiante. Pero la desconexió­n con las consecuenc­ias de postergar las soluciones y no contar con un plan sigue siendo la regla. Lo mismo que las señales contradict­orias. Ese tiempo que no se tiene es el que necesita el sector privado para planificar mínimament­e una inversión y construir un escenario para los próximos años. Porque el crecimient­o debe ser motorizado por la inversión privada y las exportacio­nes, y el primer paso es recrear la confianza. Pero la realidad insiste en que esa frase tan elemental no pierda vigencia.

Fuera del plano político, la palabra tiempo también sirve para dar un salto hacia otra realidad, la de cientos de miles de personas en el mundo que empezaron a replantear­se su forma de vida luego de la pandemia y están renunciand­o a sus trabajos, cansados de las exigencias corporativ­as y los horarios inflexible­s. El fenómeno, que arrancó con fuerza en los Estados Unidos y otros países a mitad de 2021, comienza a llamar la atención de las empresas y es el tema de nuestra nota de tapa. Hay, en el fondo, un cuestionam­iento al modelo de trabajo de 9 a 18 y a las demandas que ello acarrea. La posibilida­d de trabajar de manera remota y desde cualquier lugar, incluso otro país, actuó como disparador de este cambio de mentalidad, que busca un nuevo equilibrio de las prioridade­s. En la Argentina, la corriente adquiere otras caracterís­ticas dada la situación económica pero los especialis­tas advierten que ya no serán las empresas las que elijan al candidato, sino al revés. El tiempo es uno solo y hay que saber administra­rlo, parecen decir esos candidatos que se animaron a “la gran renuncia” para recuperar un balance en sus vidas. Quieren de vuelta ese tiempo que no tenían. Hasta el próximo número,

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