WALL STREET Y SUS OPERACIONES A TODO O NADA
Una generación de expertos en inversiones había dado por supuesto la estabilidad de los precios. ¿Qué hacer cuando eso cambia?
Dios ayude al que malinterprete las señales inflacionarias en Wall Street.
Luego de un hiato de tres décadas, la ansiedad por la suba en los precios al consumidor está poniendo a prueba las habilidades analíticas de gerentes monetarios y operadores profesionales como ninguna otra cosa desde el efímero pánico por la pandemia. No podría haber más en juego: el largo régimen de inflación suave y bajas tasas de interés había ayudado a impulsar las valuaciones de títulos y acciones. Ahora, con la inflación en un inesperado 6,2 por ciento en octubre, algo nuevo surge en el horizonte. Una cadena de cuellos de botella en la oferta empujó hacia arriba los precios en tanto las empresas pelean por preservar sus ganancias y la demanda de los consumidores se mantiene alta. ¿Será un salto post-pandémico que se resolverá solo? ¿O el indicio de más turbulencias por venir?
Para quienes trabajan en finanzas, se trata de un momento de riesgos extremos, o de la posibilidad de convertirse en héroe ante jefes y clientes si se toma la decisión justa. Muchos nunca conocieron algo así. “Hay gente que está en la mitad o en la tercera parte de sus carreras y que nunca vieron inflación”, explica Kim Forrest, fundadora y directora de inversiones en Bokeh Capital Partners.
La inflación es el primer obstáculo que debe superar cualquier inversor, y está incorporada en los modelos de precios de títulos o acciones que prepara todo profesional. Pero no es fácil interpretar cómo procesan este último repunte. Los estrategas de Wall Street están desconcertados.
Cada uno tiene su propia visión, pero todos se fijan cada vez más en los mismos índices de precios al consumidor. “Hay mucha preocupación porque no habíamos visto este tipo de inflación en muchos, muchos años”, señala Kathy Jones, estratega jefe de ingresos fijos en Charles Schwab Corp.. “La idea era que iba a bajar rápidamente y no fue así, porque hemos visto el encadenamiento de un desequilibrio tras otro entre la oferta y la demanda”.
Aun así, el S&P 500 subió un 25 por ciento en 2021. A largo plazo las acciones casi siempre son una protección contra la inflación: las buenas compañías consiguen subir los precios –y las ganancias– incluso si aumentan los costos. Hace un año algunos operadores al alza hablaban de operaciones de “reflación”, es decir, la feliz combinación entre un boom de crecimiento y mayor poder de las compañías para fijar precios.
Para los inversores de largo plazo esto podría disminuir el problema que conlleva “acertar” con la inflación. Pensando a dos o tres años, “me fijaría en las mejores compañías”, comenta Forrest. “Con o sin inflación, la ecuación no cambió”.
Un riesgo sobre las acciones es que la inflación resulta tan sorpresiva y perturbadora que obliga a un cambio súbito en las tasas de interés y la psicología del mercado, y hace que los inversores