¿ESTAMOS EN UN MOMENTO VOLCKER A LA INVERSA?
En 1979 hacía falta coraje para subir las tasas. Hoy la medida valiente de la Reserva Federal de Powell podría consistir en mantenerse firme.
Los opinólogos van por el titular de la Reserva Federal Jerome Powell. Mohamed El-erian, asesor económico en jefe de Allianz SE y columnista de Bloomberg Opinion, afirmó que el banco central había tomado una de las peores decisiones de su historia respecto de la inflación. Escribiendo en el Financial Times, el economista Willem Buiter exhortó a la Fed a abandonar la meta más flexible de inflación fijada el año pasado. La Casa Blanca siente la presión: las encuestas sobre el manejo de la economía son penosas, y la inflación es un motivo clave. Son muchas las cosas que causan descontento entre los votantes: sube el precio de la comida y del combustible.
Suben los alquileres. Suben los precios de los autos usados.
Para muchos de los principales economistas y gobernantes de hoy, la inflación de los años ‘70 y el descontento que provocó son difíciles de olvidar. En ese grupo el ex titular de la Fed, Paul Volcker, es considerado un funcionario valiente, la única persona que tuvo la voluntad para quebrar esa inflación mediante una serie de subas de tasas políticamente impopulares que indujeron una recesión. Y ahora hay presión para que Powell haga lo mismo y pise fuerte en la lucha contra el aumento de precios. Parece una lección obvia de la historia.
¿Pero en qué consistiría hacer lo mismo que Volcker en 2021? Tal vez sería exactamente lo opuesto de lo que la gente imagina. Porque a pesar de la inflación elevada, la Fed no está ni cerca de alcanzar el empleo máximo, que es una de sus obligaciones junto con la estabilidad de precios.
Hoy la tasa de desempleo en Estados Unidos es del 4,6 por ciento frente al 3,5 por ciento anterior al Covid. Pero esa brecha, que incluye a personas que afirman estar buscando trabajo, disimula un hueco mucho mayor. Los empleos totales no agrícolas se ubican en 148 millones, 5 millones por debajo de los 153 millones previos a la pandemia. Suponiendo que la economía hubiera seguido creciendo antes de que el virus la desviara del rumbo, el faltante real habría estado cerca de los 8 millones. La participación en la fuerza laboral de los trabajadores de entre 25 y 54 años es
de 81,7 por ciento comparado con el 83 por ciento previo a la pandemia.
La brecha en el empleo llega después de un decenio de dolorosa recuperación para los trabajadores luego de la crisis financiera. Así que no se trata sólo de un agujero por llenar en el lado laboral. En la Fed existe la plena admisión de que por años eludió sus metas de empleo o subestimó cuán fuerte podía ser el mercado laboral sin desatar inflación.
En la conferencia de Jackson Hole de 2020, Powell presentó “metas de inflación de promedios flexibles”, el nuevo método del banco central para pensar cuándo subir las tasas. Apuntaba a evitar errores pasados: los prematuros ciclos de restricción que mermaban el crecimiento del empleo. Desde entonces, Powell ha destacado el empeño de la Fed en lograr el máximo empleo antes de permitir que las tasas vuelvan a despegar. Luego el índice de precios al consumidor subió a 6,2 por ciento en octubre, lo que incrementó la ansiedad.
Volvamos a Volcker. Su mandato tiene enorme presencia en las mentes de los modernos titulares de bancos centrales y no sólo porque la inflación bajó bajo su conducción, sino también porque cimentó la idea de “credibilidad”.
Esta credibilidad es apreciada. Powell ahora tiene la oportunidad de redefinirla para que se aplique a las dos caras del mandato de la Fed, no sólo la inflación sino también el empleo. A partir del impacto de la pandemia, se ha comprometido a alcanzar el máximo empleo, y ha retribuido con una recuperación veloz de lo que podría haber sido un desastre económico más grave. Hacer de Volcker hoy podría implicar dejar a un lado a políticos, economistas y varios consejos editoriales que quieren un pronto regreso a la modalidad de lucha anti-inflacionaria. Hacer de Volcker podría consistir en tener la confianza para resistir los números elevados del IPC y cumplir con la misión de que la gente recupere sus trabajos.