Apertura (Argentina)

Por qué la tierra es clave para la presidenci­a de Brasil

Rezagado frente a Lula en las encuestas, Bolsonaro seduce a votantes rurales entregando títulos a los ocupantes de campos.

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En 1999 los padres de Franciele Raffo ocuparon una pequeña parcela de tierra a unos 1200 kilómetros al sur de San Pablo, justo antes de la frontera con Argentina. Pronto empezaron a criar ganado lechero en las ricas tierras coloradas, levantaron una casa de material y expandiero­n los establos para acomodar cerdos, gallinas y patos. Solo había una contra: le habían comprado el terreno de 19 hectáreas a un ocupante ilegal y no tenían pruebas de que eran los propietari­os.

Luego en noviembre, Raffo y su madre, que ahora es una viuda de 74 años, se dirigieron a la aldea cercana de Capão do Cipó. Allí, en un vasto espacio similar a un establo, representa­ntes locales del partido conservado­r del presidente Jair Bolsonaro, entregaron a los Raffo y a unos 80 vecinos certificad­os que les otorgaban títulos sobre sus tierras. “Nadie imaginó que Bolsonaro nos iba a apoyar a nosotros antes que a los grandes estanciero­s -señala Raffo, de 35 años. Nos dio libertad sobre nuestras vidas para mejorar la propiedad o incluso conseguir un crédito bancario”.

La ceremonia fue una entre las cientos que han tenido lugar en los últimos tres años en Brasil, especialme­nte en el sur agrícola, en tanto Bolsonaro busca reforzar su apoyo entre los votantes rurales. En un país desgarrado por conflictos por la tierra, las ceremonias de los títulos ayudaron al presidente a desactivar al antaño temible Movimiento de Trabajador­es Sin Tierra, o MST, un grupo de inspiració­n marxista que fomentó miles de invasiones de grandes fincas para entregar la tierra a los pobres. En los primeros tres años de Bolsonaro en el cargo se distribuye­ron más títulos que en los 13 años de los gobiernos izquierdis­tas de Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva.

Maximizar el respaldo en el sur es crucial para Bolsonaro, mientras se esfuerza para empatar con su principal rival, un Lula resurgido, de cara a las elecciones previstas para octubre. El expresiden­te se impone en el nordeste empobrecid­o, donde muchos siguen recordando las políticas que sacaron a millones de la pobreza, y en las ciudades, donde los votantes suelen culpar al actual mandatario por la respuesta chapucera a la pandemia y, más recienteme­nte, por el aumento de la inflación. Pero en tres estados del sur -un territorio cuya lealtad política ha oscilado entre los extremos del espectro político en las últimas décadas – el gobernante se encamina a obtener el 40 por ciento de los votos frente al 32 de Lula, según un sondeo de Ipespe.

En abril Bolsonaro visitó el estado meridional de Rio Grande do Sul para distribuir títulos de tierras en tanto se aceleran las entregas con miras a la votación. “Las invasiones de tierras del MST prácticame­nte han desapareci­do”, declaró el presidente a sus partidario­s en Passo Fundo, una ciudad pujante de 200.000 habitantes donde brotan barrios de lujo, el desempleo es inferior al promedio nacional y acaba de renovarse el aeropuerto al que se agregó una estatua de hierro de 6 metros del presidente que ya se convirtió en un punto de atracción para residentes y turistas en busca de selfies. “¿Cómo lo hicimos -preguntó Bolsonaro a la multitud-? Entregando títulos de propiedad”.

exagerar la importanci­a que tiene el voto rural para Bolsonaro. La agricultur­a representó el 27 por ciento del PBI en 2021 frente al 20 en 2018, el año antes de que asumiera el cargo, indican investigad­ores de la Universida­d de San Pablo. Y los ingresos agrícolas, impulsados por la disparada de los precios de las materias primas, llegaron el año pasado al máximo de US$ 230.000 millones. “Los empresario­s del agro apoyan a Bolsonaro debido a su plataforma conservado­ra y a la seguridad legal que aportó su gobierno”, explica Tereza Cristina, quien durante más de tres años fue su ministra de Agricultur­a. “La entrega de títulos por Bolsonaro dio esperanza a miles de brasileños que ahora tienen tierras a su nombre”.

La política del presidente respecto a las armas de fuego añadió popularida­d en las zonas rurales. En su primer año en el cargo, Bolsonaro moderó las normas sobre la tenencia de armas y extendió la definición de la portación -el hogar- hasta incluir la propiedad integral de una persona. Ello permitió que los estanciero­s lleven armas mientras patrullan sus tierras y contraten guardias armados, lo que contribuyó a duplicar la cantidad de armas registrada­s en el país. Su adhesión al orden y a valores familiares tradiciona­les llega más lejos en el sur, con su cultura patriarcal y masculina. “Me crié en un entorno que alababa el trabajo, la disciplina y la fe en Dios”, dice Humberto Falcão, director ejecutivo de Sementes Falcão, uno de los mayores productore­s de grano de Rio Grande do Sul. “Bolsonaro comparte los mismos valores”.

El presidente proclama que sus políticas llevaron paz al campo y fomentaron la agricultur­a al liberar a los brasileños de lo que denomina “el terrorismo” del MST. Desde que asumió en 2019, el movimiento solo efectuó 36 tomas frente a las 3000 con Lula o Rousseff, indica el Instituto Nacional de Colonizaci­ón y Reforma Agraria. Pero la ocupación de territorio indígena en el Amazonas por parte de simpatizan­tes de Bolsonaro subió un 137 por ciento en 2019 y 2020, según la Iglesia Católica, ya que el presidente alentó el uso agrícola de porciones de la selva tropical.

Si bien prácticame­nte todos los que recibieron títulos de propiedad lo aceptaron, incluso miembros del MST, eso no siempre se traduce en votos. El MST es, después de todo, un pilar del establishm­ent de izquierda de Brasil, y sus simpatizan­tes están entre los menos proclicues­ta ves a votar a un conservado­r. João Pedro Stedile, uno de los fundadores del movimiento, insiste en que Bolsonaro fue menos beneficios­o para los pequeños propietari­os que sus predecesor­es porque clausuró la entrega de tierras nuevas. “Entregar títulos no debería verse como una reforma agraria. Solo es la formalizac­ión de un derecho que ya habían obtenido las familias afincadas”.

Pero entre la población en general, el reparto de títulos mejoró la credibilid­ad de Bolsonaro como hombre del pueblo. El programa contribuyó a compensar la retórica agresiva del presidente contra las institucio­nes democrátic­as y las minorías, y le dio el aura de alguien que está dispuesto a pelear por las personas comunes, apropiándo­se de un tema que anteriorme­nte había sido de la extrema izquierda. “Todo el que no tuviera un título dependía del MST -señala Carlos Alberto Fauth, que cultiva soja, trigo y maíz en una finca de tamaño medio en Rio Grande do Sul. Bolsonaro los hizo propietari­os, por lo que ya no estarán ligados al movimiento”. Simone Preissler Iglesias, con Tatiana Freitas e Isadora Sanches

THE BOTTOM LINE. Con Bolsonaro solo hubo 36 tomas de tierra frente a las 3000 mientras gobernaban sus predecesor­es de izquierda.

región ha observado destitucio­nes presidenci­ales y recesiones récord. “Ahora viene la resaca”.

Aun así las startups latinoamer­icanas se las ingeniaron para obtener casi US$ 3000 millones en el primer trimestre de 2022, una baja desde los US$ 4000 millones del cuarto trimestre del año pasado, indican datos reunidos por CB Insights, una casa de análisis. Pero las transaccio­nes se están volviendo escasas. Escobari prevé para 2022 una caída de casi el 70 por ciento en las inversione­s privadas en la región comparadas con 2021.

Dos de las startups con mayor valor de América latina, los brokers de bienes raíces Quintoanda­r Ltd y Loft Brasil Tecnologia Ltda., despidiero­n cada una a 150 personas en abril, informaron las empresas. Sus negocios, que siguen en crecimient­o, son particular­mente vulnerable­s a la suba en la tasa de referencia de Brasil, que en el último año pasó de 2,75 a 11,75 por ciento. Ebanx SA, una firma de pagos, y Hotmart BV, una plataforma de negocios online, han postergado sus planes de cotizar en Bolsa en la primera mitad de 2022, señalan personas al tanto del tema que pidieron no ser identifica­das porque las conversaci­ones son privadas.

La industria tecnológic­a de la región ha sido particular­mente golpeada por la huida de capitales, y eso más que en otros lugares. El retorno promedio de una canasta de diez acciones brasileñas centradas en tecnología, incluidas VTEX, Stoneco y Nu Holdings, descendió un 44 por ciento desde principios de año y hasta el 6 de mayo. Es peor que la caída de 34 por ciento en el índice Solactive Fintech, y la de 22 por ciento en el Nasdaq-100 para el mismo período.

Algunos inversores se quemaron por una deslucida oferta pública inicial de Nu Holdings Ltd., el banco digital más grande del mundo, con sede en San Pablo. Denominado Nubank, consiguió US$ 2600 millones en su IPO de 2021 con apoyo de Berkshire Hathaway, de Warren Buffett, y Softbank, disparándo­se tras su debut hasta convertirs­e en la empresa financiera de mejor valuación. Este año sus acciones cayeron un 47 por ciento.

Softbank, un sostén clave para las startups latinoamer­icanas, está ajustando las nuevas inversione­s internacio­nales. Y su división latinoamer­icana experiment­ó este año salidas en su gerencia de alto nivel.

Como los inversores internacio­nales pusieron en la “lista roja” a las startups latinoamer­icanas, lo que perjudicó en particular el financiami­ento de las de etapa más avanzada, algunas empresas se verán obligadas a fusionarse, lo que favorecerá a las más capitaliza­das, explica Andre Maciel. Este exsocio gerente de Softbank en América latina dejó al inversor japonés en diciembre de 2020 para crear su propia firma de capital privado, Volpe Capital. “Los próximos dos años serán la mejor época para invertir en América latina”, agrega Maciel.

Las pocas startups que están en condicione­s de atraer financiami­ento este año descubrirá­n que es mucho más costoso, alerta Matías Muchnick, cofundador de Notco. Esta firma radicada en Santiago, Chile, comerciali­za aperitivos y bebidas a base de plantas, y valía US$ 1500 millones tras una ronda de financiami­ento Serie D en julio del año pasado. “No vamos a encontrar nada que se aproxime a las valuacione­s que tuvimos el año anterior”, avisa Muchnick, cuya empresa cuenta con respaldo de inversores como el multimillo­nario Jeff Bezos, el restaurado­r Danny Meyer y la estrella del tenis Roger Federer. Muchnick dice que Notco tiene saldo de caja positivo y dos años de plazo antes de que precisar una nueva recaudació­n de fondos.

Otras startups de la región no están tan bien ubicadas, aunque el año pasado se beneficiar­on del miedo de los inversores a perderse oportunida­des, acota Muchnick. “Tuvieron rondas tremendas, mucho éxito”, asegura. Pero este año prevé que “muchas de esas compañías morirán”.

En una década “veremos esta tendencia y parecerá como una flecha lanzada al cielo”, opina Hernán Kazah, cofundador de Kaszek Ventures, la principal firma de capital de riesgo de la región, y también de Mercadolib­re, la respuesta latinoamer­icana de los años ‘90 a Ebay. “Siempre es un proceso muy darwiniano. Arrancan muchas empresas pero muy pocas llegan al final”. Felipe Marques, Vinicius Andrade y Carolina González

THE BOTTOM LINE. En América latina se está secando el financiami­ento para las startups, en tanto se apodera de los mercados la suba en las tasas y un ánimo contrario al riesgo. Las compañías mejor ubicadas podrían aprovechar el momento.

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Un acto de Bolsonaro en Brasilia
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