Todo por ganar; todo por perder
En términos generales, todo recambio presidencial abre una nueva etapa. Si es la continuidad de un gobierno, tiene una segunda oportunidad, el crédito para corregir los errores previos. O, en cambio, persistir en ellos y, desgastado, iniciar la desgastante y traumática pendiente hacia su ocaso. Si es la elección de uno nuevo, la expectativa es mayor. También, la incertidumbre y la potencial frustración. El actual de la Argentina tiene una particularidad: dejar atrás los desatinos de un gobierno que nadie reconoce como propio, con la ilusión de iniciar un capítulo totalmente nuevo. La Argentina está en una situación crítica. La inflación, con preocupantes pronósticos de entre 200 y 300 por ciento para el próximo año –según el grado de realismo del augur–, es, simplemente, el síntoma más alarmante de una economía desquiciada, en la que la acumulación de distorsiones durante, por lo menos, dos décadas ya dejó de pasar facturas para, directamente, cobrarlas. Cuatro de 10 argentinos son pobres, en un contexto de grave deterioro social, con familias que llevan dos o tres generaciones sin conocer otro ingreso que un plan social. El empleo formal privado está estancado en menos de 7 millones de personas desde hace casi 10 años. Hay, por lo menos, igual cantidad de empleados públicos y más de 14 millones de beneficiarios de planes sociales. Esto llevó a las cuentas fiscales – nacionales y provinciales– al límite del colapso. El precio es una economía poco competitiva, cada vez menos atractiva para la inversión e incapaz de generar los dólares suficientes para convertir en virtuoso el círculo vicioso en el que está. La emisión y los controles de precios y capitales son, prácticamente, las únicas herramientas para postergar lo inevitable. Dejarlas sería abrir las compuestas. A la vez, las filtraciones por la presión acumulada fuerzan a multiplicarlas. Como el uróboro, el símbolo mítico de la serpiente que se come la cola. Cuando esta revista llegue a sus manos, es altamente probable que ya sepa quién será el nuevo Presidente de la Nación. La primera, y gran, incógnita a despejar de una ecuación que continuará teniendo variables inciertas. Hay, en cambio, mucha más claridad sobre los desafíos. No sólo los económicos. También, los geopolíticos, en un mundo que, con la guerra en Israel, asegura incertidumbre. En ese contexto, qué hacer con el capital es una duda central. En esta edición de la Guía de Inversiones de apertura, los expertos develan cómo manejarse en esa volatilidad. Momento de desarmar carteras y volver a empezar. Está todo por ganar. Sabiendo, claro, cuál es siempre la otra cara de esa moneda.