La batalla interminable
Este 2023 sorprendió en lo político y en el panorama económico se profundizaron los problemas Cuáles fueron los principales hitos, según los economistas Qué escenarios se proyectan para 2024
Un año que sorprendió mucho en lo político, pero poco en lo económico. Lo primero, por el cambio de rumbo y lo segundo, porque, aunque se profundizaron, los problemas no fueron nuevos. Así podría resumirse 2023, que, con múltiples elecciones en distintos distritos y una inflación que hizo temer una híper, deja a los argentinos agotados.
Los economistas coinciden en señalar tres hitos: la sequía –una de las peores de la historia del país–, el convulsionado camino a las urnas, y la inflación.
Sobre lo primero, es importante repasar los números del sector agropecuario: está compuesto por más de 250.000 productores, representa el 17 por ciento del PBI, el 24 por ciento del empleo, el 16 por ciento de la recaudación y está asociado al 65 por ciento de las exportaciones, de acuerdo con un documento de Ramiro Costa, Economista Jefe de la
Bolsa de Cereales. Un indicador del efecto de la sequía es que, en los primeros siete meses del año, ingresaron 441.265 camiones a puerto, un 53 por ciento por debajo a lo registrado en el mismo periodo del año pasado.
El economista Santiago Manoukian, jefe de Research de la consultora Ecolatina, destaca que se perdieron alrededor de US$ 20.000 millones en exportaciones agrícolas e ilustra que ese número se acercó al 20 por ciento de todas las exportaciones de 2022. “Eso puso en jaque a una economía que ya venía muy debilitada”, señala.
En tanto, Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, remarca que al menor ingreso de dólares se sumó la alta demanda de esa divisa, propia de un año electoral. La cotización del dólar blue pasó de $ 346 a $ 945, con un máximo de $1100. En el mismo periodo, el oficial ascendió de $185,36 a $377,55.
En algunos ítems, la sequía tuvo menor impacto que el estimado, como fue en el caso de la caída del PBI. “A comienzos de año, se preveía una contracción del Producto del 4 o 5 por ciento, según la consultora que lo proyectaba. Finalmente, fue más suave y podría terminar en entre 0,5 y un punto del PBI”, destaca Emiliano Anselmi, economista Jefe de PPI. De todas formas, aclara, se logró “a costa del Banco Central”. La entidad –recuerda– tuvo que vender reservas, al punto que disminuyeron en US$ 19.000 millones. “Pasó de US$ 8700 millones a fines de 2022 a un stock negativo de US$ 10.400 millones”, informa. Asimismo –destaca– también se vio afectada la deuda de los importadores. De acuerdo con un informe de Romano Grupo, con datos del Banco Central, el pasivo de las compañías con sus proveedores o casas matrices del exterior ya superó los US$ 54.000 millones. “A costa de ambas cosas se suavizó la caída en la actividad económica”, concluye Anselmi.
Abeceb, la caída de la actividad económica será del 2 por ciento, suavizada por el consumo y los sectores más resilientes, según indica Elisabet Bacigalupo, Responsable de Equipo Macroeconómico de la consultora.
El factor elecciones
Bacigalupo resume el convulsionado camino a las urnas como una experiencia inédita que sumó una incertidumbre adicional: “La emergencia de un outsider que rompió con el esquema del bipartidismo, con chances de ganar la elección y con propuestas disruptivas que generaron dudas sobre si no era un salto al vacío”. Por otro lado, describe, había “un ministro candidato que continuó procrastinando la corrección de los desbalances, porque no tenía ningún incentivo para resolverlo”. Entre las correcciones que no se hicieron estuvo la relativa al atraso cambiario –dice– con un dólar oficial a $ 350 y con una mejora en el tipo de cambio en agosto que se licuó rápidamente.
El informe quincenal de coyuntura de Abeceb, publicado el 22 de noviembre, analizó los primeros pasos del nuevo presidente. “Casi el 56 por ciento de los votantes argentinos eligió un cambio, lo que determinó que Javier Milei llegue al gobierno con fuerte apoyo popular y, por lo tanto, una alta legitimidad”, se puede leer en el documento.
De todas formas, el trabajo remarca que el inicio de la gestión no será fácil para el hombre de La Libertad Avanza. “La incertidumbre sigue siendo muy elevada por dos motivos. El primero es que Milei asumirá con un inventario muy grande de problemas, mayores que los que había heredado Mauricio Macri, y el segundo interrogante es si el nuevo presidente realizará los cambios radicales que prometió”, cuestiona.
El informe insiste en que la situación que encuentra Milei es crítica, con una pobreza superior al 40 por ciento, un PBI per cápita en dólares de mercado (CCL) 56 por ciento menor al de hace seis años y un déficit fiscal financiero de cinco puntos del PBI.
Respecto del déficit fiscal, el FMI reconoció que la Argentina no es el único país que tendrá ese rendimiento. El organismo admitió en octubre que las principales naciones cerrarán 2023 con un déficit fiscal del 5,2 por ciento y lo atribuyó, en buena medida, a una recuperación insuficiente tras la pandemia.
Una pregunta que emerge naturalmente es si una de las principales promesas de Milei durante la campaña electoral es cumplible. “Por lo pronto, una dolarización inmediata parece una posibilidad muy lejana”, dice desde Abeceb.
Por su parte, Anselmi considera que es precisamente la dilución de la idea de dolarización lo que sumó confianza. “El mercado está reaccionando muy positivamente al triunfo de Milei. Las acciones subieron en la primera semana 40 por ciento y los bonos soberanos en dólares, 27 por ciento. Es un apoyo más que contundente y no sólo por la figura de presidente electo, sino por el tono que adoptó, mucho más racional, mucho más pragmático, que el que tenía antes de las PASO y antes de las generales”, explica. “A su vez –continúa–, parece que abandonó el proyecto de dolarización, y la alianza con el PRO lo ha moderado, así que el mercado junta estas cosas” (ver recuadro).
Para Abeceb, el ajuste fiscal vendrá de reducir las erogaciones, lo cual es políticamente desafiante, porque “bajar el gasto suele generar más resistencias y complicar más la gobernabilidad que subir impuestos”. “Sin dudas, los recortes versarán sobre obra pública, los gastos de funcionamiento, las transferencias a provincias y el déficit operativo de empresas públicas”, añade. Y concluye: “Pero da la sensación de que ello no alcanzará, por lo que debería avanzar en gaspara
más sensibles”. Sobre esto último, la consultora estima que habrá un ajuste tarifario en transporte y energía.
Respecto de las Leliqs, la deuda del Banco Central con los bancos privados –señaladas por Milei como uno de los problemas urgentes a resolver antes de dolarizar o de liberar las restricciones cambiarias–, el presidente electo declaró que cumplirá con las obligaciones y que no habrá “plan Bonex”, en alusión al programa de Erman González, en el primer gobierno de Carlos Menem, por el cual se hizo un canje de depósitos a plazo fijo por títulos públicos. A poco de ser mencionado como posible ministro de Economía, Luis Caputo se reunió con banqueros y les prometió que “no habría sorpresas”.
Inflación eterna
En 2022 ya se hablaba de la Argentina como “un país sin precios”, pero 2023 profundizó la incertidumbre y volatilidad del año pasado.
“El dato más crítico de este año en materia económica fue la disparada de la inflación a niveles no vistos desde antes de la convertibilidad. Para recordar niveles como los de agosto y septiembre, del 12 por ciento, hay que remontarse a 1991. Incluso, fueron mayores que los verificados en la salida de la crisis de 2002. Ha sido un tema central, junto con las consecuencias que derivaron, como la brutal caída del salario real”, indica Tiscornia.
Parte de la inflación se debió a factores coyunturales, como la inquietud que generó en los mercados y empresas que Milei ganara en las primarias y la reacción del Gobierno, con el lanzamiento de un nuevo “Plan Platita”.
Afirma que el problema podría agravarse, porque hay “precios reprimidos” y, por lo tanto, inflación contenida.
La estimación de una suba de precios anual del 190 por ciento coloca a la Argentina en un grupo poco destacable, que es el de los países con más alta inflación, recuerda Manoukian. Ya en 2022 ocupamos el cuarto puesto después de Venezuela (414 por ciento), Líbano (304 por ciento) y Zimbabue (256 por ciento).
“Un programa de estabilización es condición necesaria para salir adelante”, dice Manoukian, al tiempo que Tiscornia considera que, precisamente por eso, el final de 2023 y el comienzo de 2024 serán muy duros.
En un informe titulado ¿Qué va a pasar con la inflación en 2024?, la Fundación Mediterránea plantea: “Los economistas nos encontramos en una situación muy similar a la de los médicos cuando un paciente le lleva sus análisis y estudios. Podemos evaluar el diagnóstico, pero no sabemos cómo se va a comportar el paciente en el futuro”. Es por ello que compara los distintos escenarios que pueden registrartos
Los economistas coinciden en señalar tres hitos: la sequía, el convulsionado camino a las urnas, y la inflación
se en el país con los hábitos de un paciente. “Este último puede continuar con su actual comportamiento; cambiar rotundamente, adoptando conductas más arriesgadas o, alternativamente, ordenar sus actividades y forma de vida cotidiana. Así, si se tiene en cuenta el diagnóstico y los posibles modos de actuar del paciente, el médico es capaz de describir lo que puede sucederle bajo los diferentes comportamientos”, ilustra.
En un ejercicio de proyección, la Mediterránea plantea tres escenarios. El primero, sería calificable como “inercial”, en el que la economía podría tener un déficit fiscal primario del 4,5 por ciento del PBI que sería financiado por el impuesto inflacionario. La gente tendería a desprenderse más de los pesos y el resultado de la dinámica sería un proceso hiperinflacionario.
Un segundo escenario es descripto como aquel en el que Milei encare rápidamente un plan de estabilización y crecimiento con medidas de corto plazo para comenzar a normalizar el mercado cambiario y reducir el déficit fiscal. Esta situación incluiría –según la entidad– “la presentación de un conjunto de proyectos destinados a destrabar de regulaciones a la economía, al mercado laboral y al comercio exterior en particular e insertar la economía en el mundo, hacer sostenible el sistema previsional, mejorar el sistema impositivo, reformar el Estado, etcétera”.
Este marco contemplaría una reducción del nivel de gasto agregado y, por lo tanto, una cuenta corriente del balance de pagos positiva, así como una mayor confianza para frenar la salida de capitales y una recomposición de la demanda de pesos.
“La mejora en la demanda de dinero, junto con una política monetaria prudente, con fuerte reducción de la dependencia fiscal, permitiría comenzar a bajar la tasa de inflación y recomponer las reservas del Banco Central. A medida que esto ocurra, la tasa de interés de la economía y de las Leliq empezarían a disminuir. Esto último, sumado a la mayor confianza, aumentaría la demanda de crédito privado y con ello, el Banco
Central podría comenzar a desarmar el stock de Leliq y reducir el flujo de sus intereses”, contempla. En este escenario, y luego de un fuerte ajuste en los precios relativos durante la primera parte del año, para la Fundación, la economía empezaría a recuperar los niveles de consumo gracias a una mejora en el poder adquisitivo de los salarios y la inflación promedio terminaría cerca del 200 por ciento anual, pero con una sustancial baja en los últimos meses del año, por lo que, en todo 2024, rondaría el 146 por ciento anual.
Finalmente, un tercer escenario proyectado por la institución establece que también se tomarían acciones para evitar la hiperinflación, pero no serían suficientes para sacar a la economía de la zona actual que califica “de alto peligro”.
En este caso, no se desarrollarían las reformas estructurales y las adoptadas no alcanzarían para resolver los principales desequilibrios de la economía. Para la Mediterránea, esta situación podría prever, por ejemplo, un ajuste de precios relativos gradual y un ajuste basado más en el aumento de impuestos que de reducciones del gasto.
El documento estima que, al no haber reformas estructurales ni una fuerte reducción del desequilibrio de las cuentas públicas, el programa no generaría credibilidad y, en consecuencia, la demanda de dinero no se recuperaría respecto de los bajos niveles del final de 2023. Además, la tasa de interés de las Leliq no bajaría significativamente y el financiamiento monetario para cubrir las necesidades del tesoro se mantendría en niveles elevados, así como la falta de credibilidad en el plan anti-inflacionario disminuiría el financiamiento del sector financiero al Tesoro. “En este marco, el Banco Central no lograría aumentar sus reservas internacionales de manera significativa y la tasa de inflación terminaría cerca del 290 por ciento anual (tanto promedio como punta a punta). De esta forma, a pesar del ajuste fiscal (insuficiente), la inflación mensual promedio se mantendría en niveles similares a los registrados en los últimos meses de agosto y septiembre de este año”, cierra.
La conclusión es que la continuidad del régimen actual se traduciría en el riesgo de caer en el corto plazo en un proceso más inestable. Por otro lado, los dos últimos escenarios demostrarían que un plan de estabilización no debe contener sólo un ajuste fiscal importante, sino también un avance en múltiples reformas estructurales. “Sin un plan de estas características, la Argentina, difícilmente podrá salir de los peligrosos e inestables niveles de inflación con que termina 2023”, completa.