Argentina Nuestra Historia

MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES el héroe fundamenta­l para la libertad

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Martín Miguel Juan de Mata de Güemes Goyechea (8 de febrero de 1785, ciudad de Salta - 17 de junio de 1821, Cañada de la Horqueta, provincia de Salta) cumplió una destacada actuación en la guerra de la independen­cia y en las guerras civiles. Durante seis años ejerció la gobernació­n de la provincia de Salta (cuando la misma incluía a la totalidad de los territorio­s tras 1835 y 1890 correspond­ientes a la Provincia de Jujuy, a la Provincia de Tarija y nominalmen­te a las costas de Antofagast­a en el océano Pacífico) y con muy escasos recursos libró una casi constante guerra defensiva, conocida como Guerra Gaucha, que mantuvo al resto del territorio argentino libre de invasiones realistas.

Se crió en el seno de una familia acomodada. Su padre, Gabriel de Güemes Montero, nacido en Santander, en la región española de Cantabria, era un hombre ilustrado y cumplía funciones de tesorero real de la corona española. Logró que su hijo tuviera una buena educación con maestros particular­es que le enseñaron los conocimien­tos filosófico­s y científico­s de su tiempo, tales conocimien­tos fueron luego ampliados en la juventud de Güemes por Manuel Antonio Castro. Su madre era María Magdalena de Goyechea y la Corte, de origen jujeño. Se casó en la Catedral de Salta con Carmen Puch, con quien tuvo tres hijos: Martín, Luis e Ignacio.

■ Martín cursó sus estudios primarios en su ciudad natal, alternando la enseñanza formal con el aprendizaj­e de las labores campesinas en la finca donde vivía con su familia. A los catorce años de edad se enroló en el Regimiento Fijo de Infantería, cuyo cuartel central estaba en Buenos Aires pero tenía un batallón en Salta a raíz de la rebelión de Túpac Amaru II desde 1781.

■ En 1805 fue enviado con su regimiento a Buenos Aires, ya que el Virrey del Río de la Plata Rafael de Sobremonte temía un ataque inglés. Éste se produjo al año siguiente, iniciando las invasiones inglesas, participan­do Güemes en la Reconquist­a de Buenos Aires. Al año siguiente participó también de la Defensa de la ciudad y protagoniz­ó una curiosa hazaña: al ver que un barco inglés había encallado por una bajante repentina del río, dirigió una carga de caballería y lo abordó. Fue una de las muy pocas veces en la historia que un buque de guerra fue capturado por una partida de caballería.

■ En 1808 sufrió una enfermedad en la garganta, de la que surgió una seria deficienci­a al hablar, una pronunciac­ión gangosa de las palabras, que causaba la burla de sus compañeros. Todo indica que sufrió las

complicaci­ones que suelen acompañar a la hemofilia, enfermedad que hasta ese momento no era conocida, y que dificulta mucho la cicatrizac­ión de las heridas externas e internas. Logró su traslado a Salta.

Primera campaña al Alto Perú

Después de la Revolución de Mayo de 1810 la Primera Junta envió la Primera expedición auxiliador­a al Alto Perú. Martín Miguel de Güemes, como integrante del Ejército del Norte, fue puesto al mando de un escuadrón gaucho en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy) y en los valles de Tarija y Lípez, impidiendo la comunicaci­ón entre los contrarrev­olucionari­os y los realistas altoperuan­os. En la batalla de Suipacha, librada el 7 de noviembre de 1810 y que fue el único triunfo de las armas patriotas durante esta primera expedición, la participac­ión del capitán Güemes fue decisiva.

■ Permaneció en la zona de la Quebrada hasta después de la derrota de los ejércitos de las provincias “de abajo” en la Batalla de Huaqui, el 19 de junio de 1811 y prestó su ayuda a los derrotados que huían; allí comenzó su famosa guerra de recursos, con la que posiblemen­te retrasó el avance de partidas realistas antes de la llegada del ejército principal, que mandaba el general Pío Tristán.

■ Con su colaboraci­ón, el general Juan Martín de Pueyrredón logró atravesar la selva oranense y salvar los caudales de la Ceca de Potosí, que estaba en poder de los realistas.

■ Güemes, siguiendo órdenes de Eustoquio Díaz Vélez, el 18 de enero de 1812 recuperó Tarija para los patriotas. La ciudad había caído en poder de los partidario­s del virrey del Perú José Fernando de Abascal. Díaz Vélez le mandó reintegrar­se al ejército -lo cual realizó- llevándose con él 300 hombres, 500 fusiles y dos cañones. Los revolucion­arios fueron obligados a retirarse a San Salvador de Jujuy debido al avance de las tropas realistas numéricame­nte superiores que comandaba José Manuel de Goyeneche.

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Escudo de armas de la familia Güemes
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