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Los departamentos del edificio de Foster + Partners en Puerto Madero tienen cualidades espaciales muy particulares que se ven resaltadas por la propuesta de interiorismo.
El Faena Aleph Residences, la obra de Foster + Partners que forma parte del Faena District tiene una impronta que lo distingue dentro de un conjunto caracterizado por una mezcla de edificios antiguos reciclados y un skyline donde las torres son las protagonistas.
La apuesta del Faena Group fue sumar un edificio de Foster al conjunto. Y darle libertad para que él pueda expresar libremente su manera de entender el concepto de “habitar” –como lo llama Alan Faena– y que él busca proponer con cada nuevo emprendimiento.
La propuesta del arquitecto británico para Aleph está inspirada en la arquitectura de las tradicionales viviendas porteñas y su legado cultural. El edificio reinterpreta el concepto de patio, dobles alturas, grandes carpinterías y la bovedilla como elementos característicos de la arquitectura de principios del siglo XX.
El edificio fue vendido en su totalidad rápidamente y los compradores –la mayoría son argentinos– que eligieron estos departamentos son admiradores de la obra de Foster. Esto llevó a que los desarrolladores tuvieran que crear un modelo de comercialización diferente, ya que una vez ocupados los departamentos comenzó una demanda de parte de los propietarios por completar la propuesta con interiores que acompañaran a la arquitectura.
Se trató de un perfil de clientes exigente, de alto poder adquisitivo y que contaba entre sus necesidades vivir confortablemente, en un ambiente agradable, funcional y de alto diseño.
El trabajo fue realizado por la arquitecta Claudia Faena, quien ya había trabajado en los interiores del Hotel Faena. La tarea encargada consistió en mucho más que realizar los interiorismo de los departamentos: tuvo que crear un sistema para responder a la demandas de cada cliente pero con una base común que se personalizaría según cada pedido particular. Esto sirvió para que la variable tiempo no se convirtiese en un problema para estos clientes, que buscaban mudarse en el menor plazo posible.
Faena, entonces, diseñó un departamento tipo totalmente equipado para mostrarles a quienes solicitaran este servicio. A partir de ahí cada uno de ellos –trabajó sobre 15 departamentos y sigue sumando más comitentes– plan- teó sus necesidades específicas las que fueron atendidas en base a distintas variantes de un mismo modelo. Es decir, una suerte de menú de soluciones, muebles, accesorios y revestimientos que tuvieron como objetivo no competir con la arquitectura de Foster sino adecuarse a los espacios, priorizar vistas a Puerto Madero y asumir que los materiales, como
SE CREO UN SISTEMA CON UNA BASE COMUN, POSIBLE DE SER PERSONALIZADA SEGUN EL CLIENTE
el hormigón y el vidrio, eran los verdaderos protagonistas del espacio.
“El planteo fue bien minimalista, y los clientes estuvieron encantados porque querían que la propuesta de interiores realzara la arquitectura”, afirma Faena. El color blanco –elegido para todo el equipamiento y las paredes– tuvo que ver con esta decisión de que el clima de los ambientes fuera
despojado y neutro. Dentro de los diseños propios de Faena están una biblioteca divisora del espacio, las sillas y la mesa principal.
El resto del equipamiento, que incluye paneles corredizos divisorios, sofisticados interiores de placard, equipamiento para baños y muebles de cocina de última generación también fue supervisados por la arquitecta según las necesidades de cada cliente y construidos en nuestro país, con proveedores chicos y de factura artesanal. “Fue la única manera de garantizar el resultado y lograr un trabajo muy cuidado acorde con la obra de Foster”, concluye Faena.