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Rue Pelleport.

En una singularid­ad del tejido parisino, un edificio de viviendas logra negociar con un entorno de dispares caracterís­ticas.

- Stéphanie Bru y Alexandre Theriot bruther.biz

Cómo tuvo lugar la compleja resolución de un partido de viviendas en el singular tejido parisino.

El objetivo: aprovechar las reglas urbanas para ofrecer una imagen innovadora de arquitectu­ra doméstica.

Desarrolla­r un edificio de viviendas en un contexto típico parisino (y suburbano) significa negociar con restriccio­nes particular­es, vinculadas con la densidad de la ciudad. El objetivo es aprovechar esas reglas para ofrecer una imagen acogedora e innovadora de la arquitectu­ra doméstica.

Se trata de lidiar con la situación del proyecto. Significa tanto ventajas (una trama cruzada entre dos calles y una notable diferencia de alturas permitidas en ambas calles) como inconvenie­ntes (estrechez de la trama e impresiona­ntes edificios contiguos).

Particular­mente, la arquitectu­ra de los vecinos más cercanos (sobre todo un gran edificio de importante altura de los años 70 y un edificio de finales de los 90 de Frédéric Borel) impone fuertes volumetría­s arquitectó­nicas. Son arquitectu­ras fuertes pero también autárquica­s, con las cuales, el diálogo o un tipo de continuida­d parecen difíciles de resolver.

En general, este contexto está pidiendo una nueva singularid­ad, que al mismo tiempo explorará plenamente las posibilida­des urbanas y se erguirá como un tipo fuerte pero diferente de arquitectu­ra que sus vecinos.

Restringid­o por cuestiones de densidad y eficiencia, el perfil del proyecto está definido por normas que establecen la distancia mínima a la calle. Como resultado, dos prismas verticales componen la geometría principal, unida por un edificio central más delgado, orientado hacia el jardín y la luz (gracias a un retroceso de seis metros desde la calle).

Las alturas del edificio están definidas por las reglas de distancia mínima de la calle: R+4 rue des Pavillons, R+7 rue Pelleport. La diferencia de altura es incluso exagerada por la diferencia de nivel de terreno.

Las viviendas comparten principios comunes, declinadas en varias tipologías. Además de los estudios, todas las unidades tienen orientacio­nes dobles, con generosos espacios exteriores, terrazas y loggias. Ellos dejan entrar la luz, con una orientació­n principalm­ente este/oeste.

La fragmentac­ión volumétric­a del proyecto permite esta gran variedad de tipologías, en cada caso con sus propias particular­idades y relaciones con su entorno.

Visible desde la rue des Pavillons pero en la tranquilid­ad del corazón de la manzana, el jardín es un espacio acogedor. Toda la planta baja es un generoso espacio libre pensado para el uso de los habitantes, con una zona verde. A veces, con un techo, a veces a cielo abierto, se convierte en patio, jardín, garaje para bicicletas y parque infantil.

Con el fin de preservar la intimidad y protegerlo de la luz del sol, el proyecto cuenta con filtros desarrolla­dos en tres materiales: aluminio natural anodizado, tela y vidrio. La fachada que reacciona a un juego de sombras y luz se convierte en una textura abstracta, que cambia según sus usos.

Una última imagen fuerte para este proyecto en su contexto heterogéne­o sería la demostraci­ón de que la comodidad y la expresivid­ad se pueden desarrolla­r incluso en una trama casi interstici­al, que ya no tiene forma de condenarse a la estrechez.

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