CIUDAD Y ARQUITECTURA CON DEBATES EN PARALELO
Se ha dicho muchas veces que la ciudad, junto con el lenguaje, son los inventos más sofisticados que generó la humanidad. En el caso de la ciudad y, por extensión, de la arquitectura, siempre hay que estar reinventándolos. No por capricho, sino porque lo único permanente es su condición de cambio. El ARQ de esta edición es una cabal muestra de este laboratorio donde continuamente ensayamos y polemizamos sobre nuevas soluciones para nuestro hábitat. Es casi paradojal que mientras estamos terminando de construir la torre residencial más alta de la región (pág. 5), el nuevo código urbanístico porteño, que entró para su debate en la Legislatura, promueva desalentarlas y proponga un tipo de ciudad con paisaje más homogéneo y respetuoso de la identidad, el carácter y la historia de los barrios (pág. 10). Sin embargo, también, mientras se definen las nuevas normas urbanísticas, nos enteramos de que el mismo gobierno intenta vender en una feria internacional inmobiliaria en Cannes dos edificios linderos a Plaza de Mayo caros a nuestra historia y exponentes relevantes de nuestro patrimonio: la ex sede de la Municipalidad de Buenos Aires y el del Diario La Prensa (pág. 13). Pero e l debate de la arquitectura no solo se circunscribe a la forma, el uso y los significados urbanos. Por caso, la semana pasada estuvo en Buenos Aires realizando un intensivo rally de conferencias el arquitecto portugués Manuel Aires Mateus. Invitado por la SCA, dirigió un workshop donde arquitectos y estudiantes exploraron soluciones espaciales a partir de operaciones de sustracción en cubos de unos 25 centímetros de lado. Unas 100 piezas de hormigón expuestas en el Marq mostraron las posibilidades de esta manera de producir forma y espacio, que luego Mateus desarrolló en extenso mostrando sus obras. Casi todas blancas, con fuerte compromiso con los lugares donde le tocó intervenir, con fuerte matriz cúbica, y poniendo el énfasis en la definición y diseño del vacío, en definitiva, para Mateus, el espacio habitable. También, con cierto acento posmodernista develó los anclajes históricos de algunas de sus obras y las influencias de artistas de otras disciplinas, en especial, del escultor español Eduardo Chillida. Chillida también resuena en esta edición en los bungalows del complejo hotelero y bodeguero Casa de Uco, en Mendoza (pág. 16). Tres prismas de hormigón dispuestos en el terreno sin un orden aparente. “Sus formas puras -dice Miguel Jurado- se preocupan por salvar el paisaje de la presencia humana encapsulando toda su actividad en una caja”. “Son la abstracción de una idea que se hace piedra y se separa como artificial de lo natural”, concluye Jurado.