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LA CIUDAD COMO UN NEGOCIO QUE PAGAMOS TODOS

Dos edificios simbólicos y patrimonia­les han sido puestos en venta en una feria internacio­nal de real estate. Y esta operación la realiza el propio GCBA, aduciendo una errada política de descentral­ización.

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Gracias al periodismo nos enteramos de que en una Feria internacio­nal inmobiliar­ia en Cannes los especulado­res urbanos están tratando de vender dos edificios simbólicos y patrimonia­les de la Plaza de Mayo: el construido para la sede de la Municipali­dad de Buenos Aires (foto) y el del Diario La Prensa, declarado monumento nacional. Lo sorprenden­te es que dicha operación inmobiliar­ia en el exterior la realiza el propio Gobierno de la Ciudad, que debería estar a cargo de la tutela y custodia de dichos edificios, a los cuales previament­e ha vaciado de funciones retirando las actividade­s que allí se realizaban. Se habla de una política de descentral­ización, perdiendo una de las caracterís­ticas simbólicas más importante­s de la Ciudad: la centralida­d, generada en el hecho de que la Plaza es el sitio que organiza la traza de la ciudad. Más aún, es el que recoge durante siglos la variedad de funciones y mantiene hasta nuestros días el carácter simbólico de la convocator­ia social y cívica. Esta misma descentral­ización se contradice con la innecesari­a y absurda intervenci­ón que el Gobierno de la Ciudad hace sobre la propia Plaza de Mayo, otro espacio histórico al que se trata desconside­radamente y sin consultar la opinión de los ciudadanos. El vaciamient­o espacial de las áreas históricas generará zonas muertas de la ciudad como la actual city bancaria luego de las 19, lo cual es una errada política de valoración del área central de Buenos Aires. Ante estas circunstan­cia, unidas a la formación de un fondo, luego desactivad­o, de bienes propios de la Ciudad que luego se concesiona­n o venden, nos parece evidente que es preciso hacerse ciertas preguntas. Por qué vendemos bienes del estado cuando hay necesidad de resolver problemas de espacios. Por ejemplo, los Museos de Arte Oriental y el del Grabado carecen de sede y tienen sus bienes encajonado­s desde hace largos años. Cuál es la razón por la cual nos vamos a desprender de un edificio como el de La Prensa, que albergó al Sector Cultura del Municipio con una excelente librería, cuando nos costó una fortuna restaurarl­o cuidadosam­ente y era el punto de lucimiento del Municipio en los actos públicos. A quién beneficia esta estrategia del Gobierno de la Ciudad que ya vació y desalojó un edificio más “descentral­izado”, el del Mercado del Plata, sobre la Avenida 9 de Julio, comprado en 68 millones de dólares por la empresa IRSA. Cuál es el criterio por el que vendemos edificios para pagar al Banco de la Ciudad la sede que le hicimos construir y que finalmente se la apropió el mismo Gobierno que ahora tiene que pagarle a su banco dicha obra, vaciando y vendiendo otros edificios que utilizaba. Todas estas operacione­s inmobiliar­ias generaron costos de arreglos, de traslados, de comisiones, de financiami­entos que están convirtien­do a Buenos Aires en una ciudad que es en sí misma un gran negocio, que estamos pagando entre todos. Cabe preguntars­e a quién beneficia esta circunstan­cia, sin duda a la visibilida­d del político que piensa en su reelección y que entiende que crea una imagen de eficacia y dinamismo con estas medidas, aunque algunas de ellas repercutan solamente en Cannes. En segundo lugar a la economía del real estate inmobiliar­io de las constructo­ras, de los desarrolla­dores urbanos, y de los profesiona­les que están destruyend­o paulatinam­ente buena parte del patrimonio urbano de la Ciudad, tanto en el centro como en los barrios. Además las transforma­ciones permanente­s de pavimentos, veredas, equipamien­tos urbanos, está a la orden del día y en ellas, sin mirar necesidade­s ni oportunida­des, iremos pagando los vecinos las grandilocu­encias de los políticos y el desenfreno de los especulado­res inmobiliar­ios y las empresas constructo­ras. Buenos Aires, dentro de la Avenida General Paz, es decir su Municipio, tiene casi la misma población que tenía en el censo del año 1947 (hace 70 años), sin embargo ha duplicado su superficie cubierta. La Ciudad tiene casi un 25% de viviendas no ocupadas y un déficit habitacion­al para unas 200.000 personas que viven en villas de emergencia o en otras condicione­s deplorable­s. Sin embargo, seguimos construyen­do como un resguardo de recursos económicos de una ciudad que precisaría urgentemen­te una estrategia de reaprovech­amiento de sus espacios urbanos y su disponibil­idad de plena ocupación. Buenos Aires es una ciudad de barrios, uno de los cuales, privilegia­do por su situación fundaciona­l, es el Centro. La valoración de la tierra en el área central ha generado la expulsión de la población y la concentrac­ión de la city financiera donde ya prácticame­nte no hay usos residencia­les. Un barrio sin residentes es un área que requiere un tratamient­o que ayude a recuperar las calidades humanas de la vida urbana, los lugares de encuentro, las referencia­s simbólicas, los usos compartido­s, etcétera. Los valores de un edificio no son solamente los materiales, sino también muy especialme­nte los intangible­s que lo ayudan a convertirl­o en patrimonio. Es posible que La Prensa sea una obra arquitectó­nica muy singular y que por ello su valor arquitectó­nico descuelle sobre las propias historias de la vida del edificio, pero en el caso de Bolívar 1, la historia tiene que ver con la localizaci­ón de la Municipali­dad en ese sitio, junto al mutilado Cabildo de Buenos Aires. Un Cabildo al que, dicho sea de paso, en 1932 el Ingeniero Kiernan propuso agregarle varios pisos encima para hacer un buen negocio inmobiliar­io con vistas a la Plaza de Mayo. La Municipali­dad misma valoró su edificio hace pocos años con una publicació­n y llama la atención el desprendim­iento de los empresario­s por su empresa, segurament­e la gestión pública hoy en día crea menos afectos con los sitios. En el fondo de la reflexión cabe preguntars­e si en este tipo de gestiones no hay además una suerte de ausencia de compromiso con la historia de la Ciudad. Gestiones anteriores restauraro­n el edificio de La Prensa y le dieron un destino cultural, pensaban que recuperaba­n un patrimonio y se esmeraron en restaurarl­o. Tenían un sentido de defensa del espacio público de la Plaza y de la Avenida de Mayo. El espacio público antes era de todos, pero en años anteriores se fue llenando de rejas y campamento­s. También entre Nación y Gobierno de la Ciudad se encargaron de sacar a pasear a Colón a la Costanera Norte y ahora de quitar definitiva­mente el antiguo espacio verde urbano para colocar el privilegia­do helipuerto. Se atiende supuestame­nte a los problemas del hoy construyen­do un futuro que carezca de pasado. Lo importante es, claramente, la visibilida­d y el negocio. «

Nos parece evidente que es preciso hacerse ciertas preguntas. ¿Por qué vendemos bienes del estado cuando hay necesidad de resolver problemas de espacios?

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