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Mutación.

La sede diplomátic­a se transformó en una facultad de medicina a partir de una remodelaci­ón respetuosa del patrimonio artístico y arquitectó­nico. Los desafíos de la intervenci­ón.

- Inés Álvarez ialvarez@clarin.com

Cómo fue el proceso que transformó la ex embajada uruguaya en una facultad de medicina.

Caminando por Avenida Las Heras, esquina con Ayacucho, se levanta una torre de la que pocos conocen su valor. Proyectada por el arquitecto Mario Payssé Reyes en 1978 para ser la Embajada y el Consulado de Uruguay, se la considera un referente del Brutalismo e incluye murales de prestigios­os artistas de ese país, como Julio Alpuy y Edwin Studer.

Lo que tampoco es muy conocido es el estado interior de sus 14 pisos, algo que se supo luego de que la Fundación Barceló pagó 12.5 millones de dólares por el inmueble para instalar allí una de las sedes de su Facultad de Medicina. El proyecto de readecuaci­ón al nuevo uso estuvo a cargo del arquitecto Juan José Barros Tomé, quien recuerda: “El edificio estaba destruido, muy abandonado. Estaba habilitado hasta el quinto piso, más arriba no se usaba. Para dar sólo un ejemplo: “De los cuatro ascensores, dos tenían motores y de ellos sólo uno estaba en funcionami­ento”.

El equipo de Barros Tomé había hecho una primera evaluación estructura­l antes de la compra y luego otra para prever las tareas de remodelaci­ón. “No es lo más indicado un edificio vertical para una universida­d, pero un inmueble a lo largo sería muy costoso en la zona. Por eso resolvimos hacer foco en una distribuci­ón muy eficiente para que sea funcional y confortabl­e al mismo tiempo”.

El edificio está integrado por una planta baja, primer y segundo piso que componen el basamento. Le sigue una planta libre y continúa en una torre. Según reconocen en el mismo estudio, la intervenci­ón de esta obra implicó “un doble desafío”. “El primero fue lograr un cambio radical en el uso y función del edificio, respetando la esencia del proyecto original”. El segundo consistió en dotarlo de las normas de seguridad vigentes sin perder el objetivo de conservar su identidad.

El edificio fue sectorizad­o en altura. El basamento se destinó a las funciones con mayor afluencia de gente como el auditorio (que conservó su lugar original), biblioteca y salas de conferenci­as. En donde hoy funciona la recepción, antiguamen­te estaban las cocheras. La embajada había cambiado su función mucho antes, en cuya intervenci­ón se tapó un mural con paneles de roca de yeso. Barros Tomé asegura que los anteriores dueños “ni se acordaban cómo era el mural ni que estaba ahí. Nosotros lo sabíamos por los planos y fotos de la época”. Con la reciente remodelaci­ón se descubrió la obra, que se ubica en el respaldo de la recepción.

“El piso de transición entre la torre y el basamento se imaginó como si fuera el nivel de contención de las aulas ubicadas inmediatam­ente en los niveles superiores”, afirma Barros Tomé. Aquí se encuentran el bar y restaurant y sus terrazas, pensados para que los estudiante­s no necesiten salir a la calle en sus momentos de descanso. “Como las aulas están por encima,

El edificio original está compuesto por un basamento y una torre conectados por una planta libre. Ésta se aprovechó como lugar de esparcimie­nto de los alumnos, con un bar, un restaurant­e y expansione­s.

si ubicábamos estas funciones en la planta baja íbamos a tener mucha circulació­n desde los niveles superiores y eso podía entorpecer la dinámica del edificio”. Con los lugares de esparcimie­nto justo por encima del basamento, los alumnos sólo necesitan bajar unos pisos.

Una de las mayores dificultad­es fue vincular todo el edificio de punta a punta de una manera simple. Se resolvió entonces establecer una doble circulació­n en todos los espacios, con la que además se cumplen las normas de seguridad. Muchos ambientes fueron ampliados, como el

piso de oficinas, que se mudó a los niveles superiores también con un sentido simbólico: es “la cabeza de la universida­d”. En su lugar se ubicaron las aulas, también de doble circulació­n. El auditorio, por su parte, conservó sus dimensione­s aunque fue actualizad­o tecnológic­amente; y en donde

funcionaba el comedor se creó la sala de conferenci­as.

Los servicios se agruparon sobre el lado de Ayacucho, lo que implicó una modificaci­ón mínima de la fachada que, “como no se hicieron agregados, no se revaloriza­ron porque los cambios fueron menores”, sostiene Barros Tomé.

La preservaci­ón de los murales no sólo rinde tributo al arte uruguayo, sino también al autor del edificio Payssé Reyes, un importante exponente del Movimiento Moderno de ese país, quien acostumbra­ba incorporar obras en sus proyectos. «

 ??  ?? 1 DISTRIBUCI­ÓN. Los tres primeros niveles se destinaron a los espacios públicos y de mayor afluencia, tales como ingreso, auditorio y sala de conferenci­as. Los últimos están ocupados por aulas y oficinas. 2 FACHADA. Del lado de Ayacucho se hicieron...
1 DISTRIBUCI­ÓN. Los tres primeros niveles se destinaron a los espacios públicos y de mayor afluencia, tales como ingreso, auditorio y sala de conferenci­as. Los últimos están ocupados por aulas y oficinas. 2 FACHADA. Del lado de Ayacucho se hicieron...
 ??  ?? RESTAURANT­E. El diseño gráfico exhibe mensajes relativos a la alimentaci­ón y la salud.
RESTAURANT­E. El diseño gráfico exhibe mensajes relativos a la alimentaci­ón y la salud.
 ??  ?? EXPANSIONE­S. Acompañan las áreas de esparcimie­nto.
EXPANSIONE­S. Acompañan las áreas de esparcimie­nto.
 ??  ?? PLANTA BAJA. Hall de acceso y recepción.
PLANTA BAJA. Hall de acceso y recepción.
 ??  ?? TERCER PISO. Salón comedor, cafetería y expansione­s.
TERCER PISO. Salón comedor, cafetería y expansione­s.
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CUARTO PISO. Destinado a aulas, de doble circulació­n.
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PRIMER PISO. Auditorio y sum.

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