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Enoturismo.

PROYECTO NACIONAL ROSELL BOHER LODGE En Alto Agrelo, Mendoza, se está construyen­do un conjunto dedicado al enoturismo que buscar interferir mínimament­e con el entorno.

- Graciela Baduel Enviada especial a Mendoza

Qué rasgos caracteriz­an al hotel boutique Rosell Boher, ubicado en Altos de Agrelo.

Con las montañas del Cordón del Plata como telón de fondo, el complejo Rosell Boher Lodge se mimetiza con el paisaje del Alto Agrelo, a 40 km de Mendoza capital. La historia de este hotel boutique con viñedos comienza cuando la bodega Rosell Boher – especializ­ada en epumosos y vinos de alta gama- decide comprar parte de Dragonback Estate, un emprendimi­ento de 820 hectáreas que había sido pensado para convertirs­e en un barrio cerrado donde sus habitantes podrían elaborar sus propios vinos. La idea no prosperó y en 2013 los dueños de la bodega vieron la oportunida­d de adquirir el club house del barrio, más 40 hectáreas de viñedos, donde estaban incluidas estructura­s para tres casas.

“La clave del proyecto fue priorizar el paisaje, motivo por el cual decidimos diseminar los distintos usos en el terreno para que no hubiera un único gran volumen, sino pequeños edificios. De esta manera se mezclan la trama de las viñas, el paisajismo, la arquitectu­ra y lugares de contemplac­ión y de encuentro, unos elevados en terrazas y otros de descanso en los recorridos”, resume Agustina Apa, del estudio Desarrollo­s Urbanos, a cargo del proyecto.

Con los espaldares de las viñas, el agua y las piedras como elementos principale­s, los arquitecto­s diseñaron un masterplan a realizar en 5 etapas, tres de ellas ya construida­s. El primer paso fue aggionar el club house para convertirl­o en un “guest house” (de 370 m2 cubiertos y 170 m2 de expansione­s y pérgolas) y construir las casas de viña, dos simples (de 81 m2) y una doble (128 m2). Las casas están literalmen­te en medio de los viñedos, por lo que desde sus amplias aberturas vidriadas la sensación es que basta con salir para poder arrancar un racimo de uvas. Todas tienen expansione­s y terrazas accesibles con jacuzzi y lugar de fuego, desde donde se contempla el plano verde y dorado de las viñas, las montañas y el impresiona­nte cielo mendocino. En el diseño priman los colores tierra, la piedra amarilla traída de San Rafael y las plantas autóctonas como chañares y jarillas.

Las casas poseen un amplio dormitorio con una altura de 3 metros con sillones, espacio de ducha, vestidor y tina, que también entran en contacto permanente con el paisaje. Los placares van de piso a techo y se realizaron con maderas de barricas de roble, en tanto que el interioris­mo estuvo a cargo de Laura O.

Durante la segunda etapa (con el hotel en funcionami­ento), se realizaron el edificio de la administra­ción y recepción (172 m2 cubiertos y 62 m2 de terraza), el edificio de servicios, la casa del casero y los apoyos. Además, se agrandó la cocina del guest house, para adecuarlo como restaurant­e para 40 comensales. “El volumen de la cocina no existía -cuenta la arquitecta Apa- y se armó el restaurant­e, pero sin perder la impronta de living, ya que la idea del dueño es que los huéspedes se sientan, no en un hotel, sino como de visita en la casa de alguien”. Otro de los requerimie­ntos del comitente fue conservar las vistas plenas, de ahí que en el mobiliario (diseñado por el mismo estudio) las si-

llas llegan hasta el nivel de mesa, no hay respaldos que sobresalga­n.

Por la misma razón, en la tercera etapa (prevista para terminarse a fin de año) se tuvo especial cuidado en la ubicación de 7 nuevas casas de viñas, dispuestas para no interferir las visuales de los otros edificios.

Las casas son de dos tipologías: simple (105 m2 + 120 m2 de expansione­s) y doble (319 m2 cubiertos y 300 m2 de expansione­s) y a las caracterís­ticas de las ya construida­s suman una cava subterráne­a que se asoma al interior del estar por medio de un paño de vidrio en el suelo.

El concepto de la acequia, tradiciona­l de la provincia, está presente desel

El bulevar central fue diseñado originalme­nte por el paisajista Eduardo Vera e incorpora la acequia como elemento principal.

de el inicio: cuando aún se pensaba como barrio cerrado (2006-2007) el paisajista Eduardo Vera diseñó el bulevar central que une la recepción con la cava. El curso de la acequia atraviesa diversas situacione­s, como sombras provenient­es de pérgolas, mientras que el sonido del agua está presente en toda su extensión a través de estanques y cascadas.

Dado que se trata de un terreno plano, los arquitecto­s de Desarrollo­s Urbanos (junto al estudio de paisajismo Rossi & Piccioni) se valieron luego del movimiento de suelos para crear recorridos y lomadas que hacen que el huésped vaya descubrien­do distintas visuales cuando se moviliza por complejo.

De hecho, la cava aparece como enterrada, aunque se encuentra al nivel original del terreno. Se ingresa por una puerta de madera con arco de medio punto que remite a la campiña francesa y una vez adentro hay una sala de recepción con muros de piedra y pisos de ladrillos rústicos. La cava misma está diseñada como un ambiente antiguo de arquitectu­ra muraria de ladrillo visto y abovedado y posee celdas de guardado con capacidad para 25 mil botellas y un salón central donde se hacen las degustacio­nes. La obra de la cava duró aproximada­mente un año. “Como está hecha a nivel –explica la arquitec

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Se ingresa a la cava por una bóveda de piedra que desemboca en una puerta de madera con arco de medio punto que remite a la campiña francesa.

VIENE DE P. 25 ta Apa– se hicieron las fundacione­s, los muros y los ladrillos para hacer las bóvedas se realizaron con cimbras de madera con las formas que ahora se ven, algunas por partes. Desde arriba se colocaban los ladrillos en la posición, con sogas para dejar la junta para que los ladrillos no se movieran al hormigonar. Se hormigonó arriba y después se hizo la nivelación y las capas de impermeabi­lización. Dado que sectores que forman embudos, hubo que nivelar y darle pendiente hacia las viñas de afuera para que no se juntara agua”. Aunque en un principio se había pensado que la cava tuviera un techo verde, también con viñedos, final- mente se convirtió en terraza para eventos, con capacidad para 500 invitados.

Cerca de la cava se ubicará el spa, de 380 m2, en lo que será la cuarta etapa de la obra. Estará en contacto directo con la laguna, y su sala de relax tendrá visuales amplias a las montañas. Habrá gimnasio, salas de masajes, sauna húmedo, sauna seco y salas para tratamient­os faciales y corporales, donde se aprovechar­án las propiedade­s de la uva.

Para la quinta y última etapa se reservo la construcci­ón de la bodega. Y entonces sí, los huéspedes serán testigos de todo el proceso de elaboració­n del vino. «

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2 ACEQUIA. Un paseo que une la recepción con la cava.
1 CASAS DE VIÑA. Todas poseen expansione­s que dan a una de las lagunas 2 ACEQUIA. Un paseo que une la recepción con la cava.
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HOUSE. Con visuales a la laguna y la Precordill­era de los Andes. 8 TERRAZA DE LAS CASAS DE VIÑA.
Con espacio de fuego, living y jacuzzi climatizad­o.
6 ACCESO. El edificio que alberga la recepción y la administra­ción. 7 GUEST HOUSE. Con visuales a la laguna y la Precordill­era de los Andes. 8 TERRAZA DE LAS CASAS DE VIÑA. Con espacio de fuego, living y jacuzzi climatizad­o.
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