LA PEDAGOGÍA INVISIBLE DE PREDICAR CON EL EJEMPLO
Cuánto influye el paisaje en una arquitectura, cuánto la idiosincrasia, cuánto el sistema productivo, cuánto la tradición. En todas esas cosas, la provincia de Santa Fe no es muy distinta a otras de la Argentinas, sin embargo, su arquitectura sí.
¿Es responsable de esas diferencias sutiles la omnipresencia del Paraná, la extensión ilimitada de su pedazo de pampa, la histórica expansión ferroviaria y portuaria, la persistencia rural jalonada de estancias y pasado colonial?
Los premios ARQ FADEA de la región Santa Fe destacan la calidad de una producción más allá de lo evidente. Los edificios premiados no sólo brillan en las pantallas de las computadoras en su etapa de proyecto, o en las páginas de las publicaciones especializadas una vez consagrados. Las obras tangibles de Santa Fe se destacan por la potencia de una materialidad que alcanza sintonía fina con el proyecto. Al punto que no se puede diferenciar la idea de la construcción, como si las dos cosas fueran lo mismo… y son lo mismo. Más que nunca en Santa Fe.
Habrá que contabilizar el invisible poder pedagógico del ejemplo realizado por singulares arquitectos desde hace décadas. Si la presencia de Vladimiro Acosta en la provincia fue vital en los primeros años de compromiso moderno, la prédica del Grupo R que conformaron Rafael Iglesia, Marcelo Villafañe, Gerardo Caballero y Hugo Sánchez Hermelo, no puede haber sido menor.
Así como la herencia de Jorge Scrimaglio contribuyó a la actualidad santafesina, lo mismo hace la intermitente presencia de Mario Corea Aiello en la Unidad de Proyectos Especiales de la Provincia de Santa Fe.
Materia y poesía parecen conformar un par dialéctico indisoluble en esta, la última producción local. Una constante que se puede percibir desde en la Casa entre Árboles, de Diego Arraigada, hasta en Dos Casas, de Julia Capomaggi y Laura Geraci. Desde los Molinos Marconetti hasta en la Escuela de Trabajo Barranquitas Sur.
A pesar y debido a su tamaño, el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias muestra un grado mayor de audacia. Transita nuevamente por un territorio poco explorado por la arquitectura argentina, la del uso de las grandes luces y las piezas pretensadas, como sí lo hacen nuestros colegas brasileños.
Con pocos apoyos, la obra no solo consigue una solución robusta y flexible, austera y contundente a la vez, sino que también introduce la dimensión de la economía de escala demostrando que para los grandes edificios también hay grandes soluciones y que no todo se debe abordar con una visión doméstica. «