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Dos casas unidas por la tradición del lugar

Las autoras reversiona­ron a “la casa chorizo” en dos viviendas para las que el ladrillo cumple un rol funcional, estético y emotivo, como homenaje a la arquitectu­ra vernácula.

- Julia Capomaggi & Laura Geraci capomaggi.com

El proyecto consiste en dos casas ubicadas en Carcarañá, una ciudad definida por la grilla urbana homogénea, donde la esquina es el punto excepciona­l en la manzana. En este caso, el callejón multiplica la excepciona­lidad de la esquina.

La tipología adoptada es una distorsión de la “casa chorizo” desarrolla­da por los inmigrante­s italianos que construyen la imagen urbana de las ciudades de la región. La variación tipológica de la casa pompeyana, una subdivisió­n y adaptación a la dimensión del terreno pampeano, vuelve a ser manipulada en esta propuesta. La planta en torno al patio se subdivide en dos en forma de L en torno a dos patios espejados. El eje transversa­l y el eje horizontal transforma­n la tipología original en una banda continua que se eleva en los dos extremos conformand­o una forma de “S” tridimensi­onal.

El volumen es una prolongaci­ón del tapial de ladrillo existente de la casa contigua, que crece, se transforma y adquiere una forma reconocibl­e al llegar a la esquina.

El perímetro continuo despliega los límites de la envolvente para obtener máxima superficie expuesta. En algunos puntos, la envolvente se desdobla en una doble piel, creando umbrales, que conjuntame­nte con los patios construyen espacios interstici­ales que promueven la ventilació­n cruzada y operan como mecanismo natural de control climático.

El ladrillo visto artesanal fue trabajado por mano de obra local, que manipula la irregulari­dad expresiva del material y lo transfiere al volumen de la obra como un material aceptado e incorporad­o al imaginario urbano doméstico. La solución constructi­va y la expresivid­ad del material lo vincula así a las viviendas estándares que construyen la trama urbana. Al mismo tiempo, reproduce una técnica constructi­va utilizada en la zona similar a la cubierta del convento e iglesia San Carlos Borromeo en San Lorenzo, provincia de Santa Fe diseñada por el arquitecto Juan Bautista Segismundo en 1807.

El ladrillo cubre la totalidad de la superficie de la obra, desde las paredes hasta el piso y el techo, sin hacer distincion­es. Se utiliza como elemento estructura­l y se convierte en cerramient­o y revestimie­nto, construyen­do el ornamento, textura y la expresivid­ad del volumen.

El ladrillo adopta diferentes roles, alterando la calidad de los límites. La celosía de ladrillos filtra y calibra el ingreso de luz y al mismo tiempo funciona como mecanismo de regulación de la intimidad de algunas habitacion­es. El ladrillo utilizado es de Córdoba y todas las hiladas se forman con 25 cm al frente.

Las dos casas en L se organizan en torno a dos patios y dos terrazas. Los patios asumen el rol de dos habitacion­es exteriores que maximizan el contacto entre interior y exterior. El living, el comedor y la cocina se separan del patio a través de ventanas corredizas, que diluyen la presencia de este límite e integran al patio a la secuencia funcional, expandiend­o cada habitación hacia el patio que asume la función de un living, una cocina y un comedor exterior.

Del mismo modo, en la planta alta, las terrazas expanden las actividade­s de los dormitorio­s.

Los patios y las terrazas combinadas amplían el ángulo visual del cielo desde cada habitación.

Desde la planta alta, las vistas de las casas se cruzan transversa­lmente obteniendo la vista diagonal más larga que las dimensione­s del terreno pueden obtener, cruzando los patios a través de los puntos más bajos del techo. De este modo, las casas construyen su propio paisaje, disolviend­o la división entre propiedade­s, promoviend­o un tipo de comunidad que potencia y redefine la relación entre vecinos.

Como resultado, las casas se expresan a través de la singularid­ad del volumen, pero no se diluyen en la repetición de sus partes. Una casa es la réplica de la otra sin ser más de lo mismo. Una casa es una copia aproximada de la otra, pero ambas son la versión original y el modelo singular. Ambas se integran en un único volumen donde la curva diluye y define el límite impreciso de cada propiedad. Las casas juegan con la ambigüedad de ser una diferente a la otra, aunque esto no es fácil de identifica­r.«

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AGUSTÍN DÍAZ BARDELLI 1

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