Genialidades escondidas entre obras destacadas
El libro Arquitectura Moderna en Buenos Aires (1928 - 1945) explica por qué nuestro país es uno de los principales referentes mundiales de esta vanguardia.
“Un estudio de la casa de renta”, así es el subtítulo de este libro producido por María Isabel de Larrañaga, Sergio López Martínez y Alberto Petrina, que recorre cerca de 200 obras de la Ciudad y otras tantas del interior.
Cada una se presenta con su ficha técnica, plantas y fotos de vistas generales, detalles e interiores que merecen un comentario destacado por su excelencia. Además, como explicó Petrina durante la presentación, en la Casa Victoria Ocampo, todo el material se compiló a partir de datos primarios, realizado por Adolfo Brodaric como archivista.
La introducción advierte al lector un dato que entusiasma. Se titula El Bosque Tras El Árbol y afirma que no se encontrarán ni el Cine-teatro Gran Rex ni el Hospital Churruca, clásicos de este tipo de publicaciones. “Hemos renunciado a los árboles para, por una vez, dedicarnos a mostrar el bosque (...) Esto no significa que hayamos excluido a íconos refulgentes como el Kavanagh, el Comega o el SAFICO, o dejado de lado a Wladimiro Acosta, Alberto Prebisch o Antonio Vilar, sino que su presencia se inscribe dentro de un contexto en que la trama se impone sobre el hito aislado”, justifican sus autores.
A continuación, un texto de Larrañaga profundiza sobre este argumento. Cómo fue el contexto histórico, político y cultural que permitió la proliferación de una enorme cantidad de obras del Movimiento Moderno en este rincón del mundo. También la situación económica y hasta normativa, que contribuyó a que empresarios de distintos rubros volcaran sus excedentes a la construcción de edificios de departamentos destinados a la renta. Esta condición, sumada a la ausencia de una ley de propiedad horizontal, definió un tipo de inmueble de calidad para el que los ejes del Movimiento Moderno se ajustaban a la perfección.
El libro explica, además, las particularidades de esta corriente en nuestro país. Por ejemplo, se devela por qué algunas obras exhiben algunos motivos Art Déco. Según las memoria y comentarios de arquitectos de la época, los propietarios eran bastante reticentes a aceptar al Movimiento Moderno y preferían una arquitectura más “decorada” porque se suponía que aportaba más prestigio. Los argumentos profesionales destacaban la funcionalidad y el confort del nuevo estilo, al que algunos clientes sucumbían, no sin antes reclamar ciertas concesiones. Éstos son especialmente visibles en halles de entrada, en sus puertas de acceso, ascensores, artefactos de iluminación, etcétera. A pesar de estas “distracciones”, los autores lograron componer un completo inventario de obras del Movimiento Moderno que surgieron hace tiempo, a partir de las investigaciones iniciales de Larrañaga sobre esta corriente entre 1930 y 1940; y que mereció una mención especial del Premio Nacional de Arquitectura, Urbanismo y Diseño. «
r El libro contiene obras icónicas, entre muchas otras de destacado diseño y manufactura, que configuran, en su conjunto, un inventario único del Movimiento Moderno.