Casa árbol.
Apoyada en un pequeño lote, una casa de dos niveles genera grandes sombras, a la manera de un árbol. Materializada en vidrio y hormigón, la vivienda está rodeada de follaje y especies autóctonas.
En Rosario, una vivienda con una fuerte impronta volumétrica en un lote en desnivel.
Ubicada en un barrio residencial de baja densidad, a veinte minutos en auto desde el centro de Rosario, proyectamos una vivienda en función de las solicitaciones programáticas típicas de una casa de dos plantas: un área social en planta baja y un espacio de descanso más un íntimo de uso familiar, en planta alta.
Sin ningún otro condicionamiento formal ni funcional por parte del comitente, el proyecto se desarrolla a partir de un núcleo central en planta baja que recibe del nivel superior una geometría mucho mayor, generando así una gran sombra que afecta una pequeña porción de suelo, como lo haría un árbol, extendiéndose con exuberante follaje por sobre su tallo principal.
Para lograrlo suben impelidas las cargas, donde con gran robustez extiende sus ramas hacia el Norte, el Este y el Oeste (pero no en dirección Sur), triplicando así su superficie en relación al nivel inferior, para luego descargarlas en tres apoyos, cada uno trasladando a razón de 120 toneladas al suelo.
El interior y los cielo rasos blancos vienen a tapar la musculatura que hace todo esto posible.
Por su parte, el empleo del hormigón armado no es una decisión ulterior de materialización, sino que es la simiente misma del proyecto, ya que no podría haberse pensado en otro material.
Los pescantes que dan forma y sustento a los voladizos en el nivel superior de la casa soportan por tracción las cargas del nivel inferior. Esta operación tiene lugar mediante tensores en los tabiques ciegos que conforman las fachadas de la obra, como consecuencia lógica del sistema estructural. En contraste, las fachadas acristaladas de piso a techo testimonian que sobre ellas no actúan cargas.
En efecto, el otro elemento preponderante es el vidrio, que para acentuar su condición de fragilidad en los puntos de mayor tensión y dramatismo, y en contraste con el volumen de hormigón que en él se apoya, se despoja de las carpinterías metálicas. De esa manera, se desdibujan los límites, permitiendo que el paisaje avance sobre el interior de la vivienda de manera casi prepotente.«