UN APORTE PARA MEJORAR LA SOCIEDAD
A sus 31 años, Guillermo Caggiano Tedesco reparte su tiempo entre tres pasiones: su familia -está casado hace cuatro años-, los tableros, planos y maquetas, y la música, más específicamente, la trompeta. “Primero estudié en el Conservatorio Nacional. A los 26 años empecé con la arquitectura, disciplina que elegí como profesión porque combina creatividad y arte, con los conocimientos y desarrollos propios de otras técnicas. Creo que con esta combinación se puede intentar una mejor calidad de vida y una transformación de la sociedad”. El principal punto de interés de Guillermo es el día a día de la profesión, la “arquitectura construida”, los materiales, las tecnologías, los detalles y los diferentes gremios que participan en las obras. Es decir, las personas que las hacen posibles. “En este contexto me interesa especialmente el trabajo de los estudios jóvenes y más pequeños, que se las tienen que ingeniar para proyectar y en muchos casos se vuelven realmente influyentes en la vida local”, puntualiza Guillermo.
En un futuro cercano, el proyectista de las incubadoras se imagina creciendo de la mano de arquitectos y estudios con experiencia. “Luego intentaré formar un estudio pequeño, donde pueda desarrollar mis propias ideas, llevar adelante y construir mis proyectos y ofrecer mi aporte para intentar resolver las problemáticas sociales”, concluye.