En pozo.
Diego Rybka, socio de Grupo Uno en Uno, analiza las perspectiva de éxito de ese tipo de desarrollos en el contexto económico actual.
Los productos que tendrán mejor aceptación según un desarrollador mediano.
Grupo Uno en Uno está formado por cuatro socios; tres arquitectos y un ingeniero: Diego Rybka, Federico Brancatella, Mario Goldberg, y Darío Balan. Dos de ellos vienen de familia de arquitectos desarrolladores, una característica que, como confiesa Rybka, los ayudó a tomar coraje para emprender. “Vivimos muchas situaciones domésticas en las que escuchamos sobre los proyectos que salieron bien, los que salieron mal y por qué. En mi caso me apasiona proyectar pero también disfruto de desarrollar y estar involucrado, no solo cuando dibujo, sino cuando me siento partícipe de todos los momentos”, sintetiza.
Los desarrolladores mantienen el espíritu que definieron en los comienzos, cuando se propusieron poner en marcha el negocio desde un enfoque integrador. Como detalla Rybka, “siempre pensamos un proyecto en paralelo a la recorrida de un barrio, al hallazgo de un lote y al análisis de un público al que le podría interesar. Mientras, también pensamos en una determinada tipología, lo que demuestra que tenemos muy consolidadas tanto la mirada del arquitecto como la del desarrollador”.
El primer proyecto del grupo fue en Parque Chas, lo que les significó “hacer patria”. “Encontramos un lote en un barrio al que le veíamos potencial de crecimiento por su cercanía a Villa Urquiza y por la llegada del subte a Los Incas y Triunvirato”.
La experiencia les sirvió para percibir una oportunidad en la oferta de un terreno en Monroe y Holmberg.
“Implicaba un salto de escala en metros cuadrados justo en el momento en que había restricciones para comprar dólares. Además, los grandes desarrolladores no entraban porque no terminaban de confiar en el corredor Donado-holmberg. Fue una posibilidad para los desarrolladores en crecimiento que entendimos el potencial de una zona que es una cicatriz entre Belgrano R, Villa Urquiza y Coghlan”. El éxito del nuevo barrio se plasmó en los números: mientras que en su primer desarrollo, hace cinco años, vendieron entre 1.500 y 1.600 US$/M2, ahora venden en 3.500 US$/M2.
En cuanto a las perspectivas a futuro, Rybka reconoce que “el primer cuatrimestre fue un período muy bueno en cuanto a ventas y comercialización porque todavía estaban en auge los créditos y mucha gente que tenía viviendas sin vender hacía mucho tiempo las pudieron colocar y poner ese dinero en pozo. De ahí en más el mercado estuvo más difícil”. Sin embargo, aclara que en los últimos dos meses “hemos tenido repunte de ventas y consultas, hay un reacomodamiento de los costos especialmente en los proyectos a futuro. Los desarrolladores estamos buscando lotes para un target más inversor”.
Según Rybka, “el mundo del monoambiente está desapareciendo y se está yendo a unidades más grandes para compradores finales o para renta, aunque ésta no es muy buena en la Argentina. Pero todos sabemos que en nuestro país el ladrillo guarda muy bien el valor en dólares”. Y agrega: “Hay una nueva apuesta hacia los departamentos de dos ambientes para arriba, sobre todo en unidades de 3 ambientes, porque es algo que falta en el mercado. La gente apuesta al 2 ambientes porque es un clásico, se puede alquilar o vender, y al 3 ambientes para familias incipientes porque es algo que falta mucho en la zona norte de CABA”. Otra tendencia que destaca el empresario es la de los edificios pensados para resolver las cuestiones cotidianas. “Los amenities tienen que ser útiles para que el propietario no tenga que salir a gastar plata fuera de su casa”. En este sentido, Rybka señala que es conveniente incluir un área de coworking y hasta pone como ejemplo un particular espacio diseñado para uno de sus últimos emprendimientos, en donde se construyó una sala de ensayo. «