Operación urbana en la puerta de entrada a la Ciudad
Las acciones estratégicas que generan vínculos operativos para conectar distintos sistemas de transporte en un nodo central. El espacio público semicubierto responde a la condición democrática del proyecto.
El proyecto de la Estación Constitución responde a ciertas consideraciones urbanas. Constituye la puerta de entrada más importante a la Ciudad, por donde pasan un millón de personas por día. Además, define el valor estratégico de este enclave que trasciende la resolución de un problema funcional.
El conjunto se construye en un área de centralidad clave para un sector muy importante del Sur de la Ciudad. Tres condiciones de oportunidad urbana se tienen en cuenta para definir el alcance de la operación. En primer lugar, dotar al sector de un edificio significante, austero y contemporáneo que, complementado con el edificio histórico de la estación ferroviaria, constituye un sistema de hitos urbanos que cualifican el espacio público de la plaza: le transfiere escala, valor y contenido.
Esta acción permite imaginar una operación que exceda el alcance del centro de trasbordo y permita gestar un área de nueva centralidad que hoy la Ciudad no tiene.
En segundo lugar, generar una acción que vincula los actuales sistemas de transporte que confluyen en el área y que hoy se encuentran aislados entre sí. El sistema de dársena de colectivos frente a la estación, la llegada del ferrocarril, la estación terminal del subte línea C, el Metrobus y la relación con el RER, son el programa de conectividad a resolver, mediante una acción estratégica, sintética y única.
En tercer lugar, el valor del espacio público semicubierto que genera el nuevo edificio es una condición contemporánea que alienta la mejor urbanidad. Su condición democrática por excelencia promueve la integración en el uso indistinto de toda la población y se convierte de por sí en un fenómeno de dignificación social como los que alienta cualquier operación urbana contemporánea de trascendencia.
El proyecto parte de una operación de escala que resuelve el sistema de vínculos entre los distintos sistemas de transporte, en el nivel -4 metros. Todo parte de una gran caja espacial que se monta sobre las actuales vías del subte y un sistema de dos conectores hacia la estación ferroviaria, con salida en cada uno de los andenes de colectivos. Además, hay otro sistema hacia la parada del Metrobus, previendo una tercera relación sobre otra de las caras, con la futura estación del RER.
Esta acción asoma en el nivel cero con una cubierta de vidrio que define un espacio semicubierto público, leve y transparente.
El gran espacio central vinculado a la plaza permite el acceso y la salida a la línea de subtes. Un sistema de vacíos contempla la relación espacial con el subsuelo que incorpora programas y servicios complementarios para los usuarios.
En cuanto a la lógica constructiva, el edificio es básicamente una operación de suelo, un gran sistema de excavaciones, resuelto con contenciones de tabiques de hormigón visto cuya terminación define el lenguaje de la obra.
Sobre el espacio central de 60 x 40 metros una viga de hormigón armado resuelve un aro de tracción sobre el cual se monta un sistema de arcos metálicos y una cubierta de vidrio. La vocación de la obra trasciende la resolución del programa específico y se propone aportar en la construcción de un modo de hacer local, que exprese las condiciones del sitio, sus materiales y su cultura pero que, por sobre todo, se exprese contemporánea, que hable de este lugar regional, pero con la condición global de nuestro tiempo. «