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Restauraci­ón.

El estudio Baek y Asociados encaró una “restauraci­ón reversible” para adecuar el edificio a sus nuevas funciones y flujo de público.

- Graciela Baduel gbaduel@clarin.com

El Palacio Bencich fue readaptado por Baek y Asoc. para albergar al Centro Cultural Coreano.

¿Qué tiene que ver la impronta de un edificio de estilo francés con la cultura coreana? La respuesta es simple: no mucho. Por eso, no bien comenzó a plantearse la restauraci­ón y readecuaci­ón del Palacio Bencich para convertirl­o en la nueva sede del Centro Cultural Coreano, se adoptó el criterio de reversibil­idad. “Es decir que si el gobierno de Corea quisiera en el futuro vender la propiedad, podría volver a su estado original”, explica Inseong Baek, uno de los titulares de Estudio Baek, que tuvo a su cargo la tarea.

El resultado es impactante: la piedra París de los muros exteriores luce inmaculada, lo mismo que la paredes y las carpinterí­as de las nuevas salas de exposición. Brillan los bronces de las escaleras y la luz se filtra por el restaurado vitral del corazón del edificio.

La historia comenzó un par de años atrás, cuando el director del CCC, Jinsang Jang, recibió la orden de mudar el centro cultural -por entonces en un edificio ubicado en Coronel Díaz y Santa Fe- a un espacio más grande. Baek fue contratado entonces como asesor para la búsqueda del lugar adecuado, hasta que se dio con el Palacio Bencich, de Eduardo M. Lanús y Pablo Hary.

La joya de estilo Beaux Arts, ubicada en Maipú 972, entre medianeras, se estaba utilizando como salón de eventos. Antes de concretar la operación inmobiliar­ia, el mismo Baek tuvo que hacer un pormenoriz­ado estudio para asegurar que el edificio fuera adecuado a los requerimie­ntos del programa.

Luego de concretada la compra, como se trata de un edificio protegido, se encargó un informe a la arquitecta especialis­ta en patrimonio Yamile García Müller. Comenzaron entonces las negociacio­nes con Dirección General de Interpreta­ción Urbanístic­a (DGIUR) del Gobierno la Ciudad, quienes visitaron el edificio y fueron consensuan­do los pasos a seguir en la intervenci­ón.

La dependenci­a del GCBA pidió especialme­nte que se recuperara­n los patios interiores del primer piso, en especial uno de 50 metros cuadrados que estaba siendo utilizado como depósito y apoyo de instalacio­nes.

Finalmente, las obras arrancaron en abril de 2018 y teniendo en cuenta la premura necesaria (el gobierno de Corea quería que la inauguraci­ón coincidier­a con La Noche de los Museos, en noviembre) la construcci­ón recayó en el mismo Estudio Baek. La inversión total estuvo cerca de los 10 millones de dólares.

En líneas generales se hicieron refuerzos estructura­les y se restauraro­n las envolvente­s, las terrazas y las medianeras. Se recuperó la calidad constructi­va del edificio y las áreas de ingreso y recepción no sufrieron prácticame­nte modificaci­ones. “Los núcleos sanitarios y los ascensores se hicieron a nuevo y se acordó con la DGIUR la donación de dos ascensores originales al Museo de la Ciudad”, cuenta el arquitecto Pablo Casais, de Baek y asociados.

Sí hubo que intervenir el resto de las áreas de acuerdo con los requerimie­ntos del programa del nuevo centro cultural. Entre ellos cuatro salas de exposición permanente; una sala dedicada a la artista coreana residente en la Argentina Kim Yun Shin y dos salas para muestras itinerante­s. Estas salas -sobre todo una de ellas (Hanok), réplica de las viviendas tradiciona­les coreanas- debían tener un estilo neutro, más contemporá­neo. “Decidimos entonces atenuar la impronta francesa y revestir todos los espacios de exhibición con placas de roca de yeso, sin alterar la construcci­ón original, que quedó intacta por detrás”, explica Baek.

Lo mismo sucedió con los pisos de parquet originales. “Se colocaron pisos flotantes prefinish, con terminació­n en madera natural, para que puedan soportar el alto tránsito que supone un centro cultural de estas caracterís­ticas”, agrega el arquitecto Sebastián Abu Hayatian, del mismo estudio.

En el primer piso se ubicaron dos aulas para la enseñanza de idioma, una biblioteca y un auditorio con 72 butacas, con vestuario y áreas de control; mientras que el segundo piso se reservó para la oficina del director, oficinas administra­tivas, salas de reunión, comedor, cocina y depósito.

Por supuesto que se dedicó especial atención al vitral, ubicado en el centro del edificio, recuperand­o la estructura de plomo, restaurand­o los paños de vidrio dañados y reemplazan­do los irrecupera­bles. También se apuntaló la lucarna y la estructura del recinto del vitral, que ahora luce intacta su belleza original.

Otro de los detalles de la “intervenci­ón reversible” fue la colocación de carpinterí­as de bambú con “hanjí” (el empapelado tradiciona­l coreano) en las ventanas de las aulas y en las salas de reuniones, por encima de las carpinterí­as originales.

El jardín posterior o “corte d’honneur” se acondicion­ó para eventos al aire libre, con un pequeño escenario de madera. Y se agregaron murales realizados por artistas coreanos, que aportan un toque de color. También recibieron un tratamient­o especial las medianeras, con falsas carpinterí­as aportan continuida­d al espacio exterior. «

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BEAUX AR MEDIANE piedra P fachada inmacula También ron a nu carpinte y detalle bronce.
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SUBSUELO. Servicios. PLANTA BAJA. Recepción y salas de exposición permanente.
 ??  ?? VISTA FRENTE.
VISTA FRENTE.
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VISTA CONTRAFREN­TE.
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SEGUNDO PISO. Oficinas administra­tivas.
 ??  ?? PRIMER PISO. Biblioteca, auditorio y aulas.
PRIMER PISO. Biblioteca, auditorio y aulas.
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