Espacio Clave, del C.C. Recoleta fue ambientado por Federico Varone, con 30 de sus piezas.
Federico Varone desarrolló 30 piezas para el espacio joven del Recoleta.
Espacios para ranchear. Rincones para juntadas. Y plataformas para intervenir. La generación de chicos entre 13 y 17 años sabe lo que quiere, y se lo transmitió al diseñador industrial Federico Varone, de 39. Después de investigar y decodificar, Varone desarrolló una línea de 30 piezas que integran el Espacio Clave, en el primer nivel del renovado Centro Cultural Recoleta. De acuerdo a las conclusiones del comité adolescente y los organizadores, Varone tomó como punto de partida estos conceptos: Experimentación/crecer/romper límites/soltar/lenguaje propio.
Convocado por Rodrigo Alonso (curador de la muestra Viral Mural) dotó al espacio de la colección Mutantes, una familia de mobiliario específico para workshops, recitales, encuentros y espacios lúdicos. “La ambientación se dividió en tres zonas: Zona Workshop en el puente del reloj, Zona Lúdica en el ingreso al multiespacio, y la Zona de Actividades y “Rancheo” en el multiespacio.
También se diseñó “la boletería de ingreso en la planta baja”, explica el Varone, quien participó en ediciones del Salón del Mueble de Milán; Launch Pad, en Wanted Design; y obtuvo el Sello de Buen Diseño.
“La línea de productos surge del concepto de mutación y cambio propios de la etapa que se posiciona en la frontera entre la niñez y la adultez, un período de búsqueda de identidad, con cierta inocencia que se va perdiendo a medida que se tiene mayor noción de la realidad”, señala.
Así proyectó formas amigables y curvilíneas “donde los materiales chocan y trabajan en conjunto generando diferentes capas de texturas”. Que resistan fue uno de los requisitos, por eso la estructura metálica fue el soporte principal. “El primer día ya habían pegado stickers en los bancos, pero no me pareció mal, lo leí como una manera de apropiarse del espacio”, comenta Varone.
Además del metal, también optó por la textura perforada de la chapa metálica y la superposición de capas del OSB que plantean una idea de diversidad y cambio.
“Cuando uno llega al espacio CLAVE, se encuentra con un cartel de bienvenida que muestra de forma iconográfica algunas de las actividades que se realizan. El cartel se inspira en los kits de armado de modelos a escala, donde existe un marco que contiene todas las piezas que van a armar el objeto”, explica.
Para la Zona de Workshops se diseñaron mesas, sillas, banquitos, banquetas y paneles que pudieran dividir o exhibir trabajos. Los objetos y productos son apilables y encastrables para transformar el espacio acorde a la actividad a realizar.
La Zona Lúdica se ambientó con varios juegos como metegol, tejo, arcade, mesa de ping-pong y lockers. “La Zona de Actividades fue la más compleja: allí se desarrollan recitales, exposiciones, bailes y ensayos. Para los recitales se diseñó un escenario modular que pudiera desarmarse y ubicarse en el perímetro del espacio y funcionar como pseudo asiento/zona de guardado”, detalla Varone. Y agrega que compartir tiempo con los adolescentes le permitió entender que “no usan las cosas como está establecido. Las sillas son superficie de sentado, descanso, juego, rancheo, como lo interpreten”.
Una necesidad actual, transversal a cualquier usuario, plantea Varone, es la de conectarse a la red eléctrica para cargar dispositivos. Para eso diseñó dos “ombligos” que también funcionan como asientos. “El desafío fue pensar para adolescentes, pero también para que lo usen todos”, concluye el diseñador que se puso en la piel de los centennials.«