Una historia de osadía, inventiva y voluntad creativa
Desde el concurso realizado entre Clorindo Testa y SEPRA hasta los intentos de ampliación, una saga de diseños inusuales.
Hace 60 años, Clorindo Testa se unía al experimentado equipo que formaban Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini, los titulares de SEPRA.
Testa tenía 36 años y ya había ganando los concursos de la Cámara Argentina de la Construcción y del Centro Cívico de Santa Rosa (La Pampa), en ambos casos, con proyectos de un asombroso y cautivante aire lecorbusierano.
La “mano” de Clorindo era perfecta para SEPRA, un estudio que había hecho escuela siguiendo los preceptos de la Arquitectura Moderna.
Agostini veía teniendo reuniones con las autoridades del Banco de Londres y América del Sud, que habían convocado a media docena de estudios a un concurso. Ya trabajando con Testa, en una de esas reuniones, Agostini advirtió que tenían una idea “loca”, y el director del banco le respondió: “Y quién le dijo que no nos gustan las ideas locas”.
Lejos del conservadurismo bancario e inglés, los directores del Banco de Londres querían algo distinto, con rasgos totalmente novedosos, como “transmitir integridad, eficiencia y confianza por medio de una expresión que no recurra a imágenes del pasado ni a clisés que se tornen rápidamente anticuados”. Exigían, además, una distribución flexible y establecía que, para eso, debían limitarse al mínimo las columnas.
Inaugurado en 1966, el edificio se muestra como una prolongación del entorno. La estructura genera un espacio único interior, delimitado por el techo, las medianeras y unas pantallas de hormigón que ofician de “columnata perimetral” tratada plásticamente. De la cubierta, que está sostenida en parte por esta columnata, cuelgan los pisos interiores.
El hormigón se modeló con curvas, dentados y perforados de geometrías inéditas. El acceso principal sobre la esquina conforma un espacio de transición de enormes dimensiones. En el interior, los seis niveles se exhiben como entrepisos, los dos primeros se destinaban a atención al cliente y los demás a uso interno.
La obra, declarada Monumento Histórico Nacional en 1999, fue adquirida por el Banco Hipotecario para convertirla en su casa central. Hace dos años, asumió el desafío de adaptarla al nuevo ambiente laboral colaborativo.
En 2012 existieron intentos de anexar un terreno vecino, en los que el mismo Clorindo Testa colaboró con un proyecto integrador.
Más tarde, cuando Clorindo ya había partido, las autoridades del Banco Hipotecario sintieron la responsabilidad de mantener el espíritu del edificio y convocaron a Juan Fontana y Oscar Lorenti, los continuadores de su estudio.
Estos arquitectos asesoraron en las intervenciones que se acaban de inaugurar y desarrollaron dos proyectos para los halles y un sistema de cajas y atención al público que todavía no se construyeron.
Esta creación genial de un maestro de la arquitectura local sigue asombrando.«