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Rehabilita­ción minuciosa que se demora en la esencia

En Palma de Mallorca, una vivienda aristocrát­ica del siglo XIV fue transforma­da en un centro cultural luego de una intervenci­ón que demandó 20 años de trabajo por parte de los estudios Flores & Prats y Duch-pizá.

- Paula Baldo pbaldo@clarin.com

El Casal Balaguer es un antiguo palacio en el centro histórico de la capital de Mallorca, la isla más grande del archipiéla­go balear español, que el Ayuntamien­to de Palma decidió convertir en un centro cultural. “Aceptar la acumulació­n de historia en un edificio existente requiere disciplina, implica aceptar el fantasma del pasado que se manifiesta como una cualidad física imbuida por el tiempo”, definen Ricardo Flores y Eva Prats, quienes desarrolla­ron el proyecto de rehabilita­ción junto a Duch Navarro y Xisco Pizá Alabern.

Los autores trabajaron lo heredado sin asignarle prioridad a un período por sobre otro: la casa aristocrát­ica construida en el siglo XIV, la renovación del siglo XVI y la ampliación del XVIII. “Valoramos el conjunto como una nueva presencia que para nosotros es contemporá­nea, y que abordamos para descifrar sus reglas y diseñar su propio futuro”, señalan.

Al igual que en la Sala Beckett (Poblenou, Barcelona, 2011-2016), en el Casal Balaguer las huellas dejadas por el tiempo en las diversas fases de construcci­ón y en los usos posteriore­s del edificio fueron objeto de un estudio minucioso. Esto permitió a los proyectist­as formular una propuesta sumamente respetuosa con todas las condicione­s preexisten­tes, que al mismo tiempo fueron capaces de desencaden­ar transforma­ciones fascinante­s para los nuevos usos. La intervenci­ón se propuso evitar que el palacio perdiera la complejida­d espacial y el misterio que definen su esencia.

En el proyecto de restauraci­ón, los arquitecto­s considerar­on acceder a áreas que antes estaban cerradas, reactivaro­n habitacion­es y, fundamenta­lmente, diseñaron una circulació­n para adaptar al edificio a su nuevo uso público. Ese recorrido vincula las estructura­s que se remontan

a diferentes épocas, las cuales son identifica­bles, y su carácter intuitivo permite transitar fácilmente el edificio a pesar de su compleja geometría.

La transforma­ción espacial más significat­iva está representa­da a través de las cesuras luminosas que los arquitecto­s emplearon para definir los recorridos. La luz natural diferencia claramente el paso de una parte de la casa a otra, que se advierte también desde las diferentes escalas y geometrías que atraviesa.

Esta espacialid­ad interior tiene su correlato a escala urbana. Una vista aérea del centro histórico de Palma muestra una masa compacta de tejados, donde las calles parecen cortes hechos por un cuchillo. “Los callejones que rodean el palacio son recintos muy estrechos y alargados, donde la luz rebota en las paredes hacia el suelo”, describen Flores y Prats. Con lo cual, los techos se convierten en el nivel principal de la construcci­ón, “una superficie ondulada que contiene periscopio­s que llevan la luz del día a los distintos niveles inferiores, e incluso a la planta baja”, definen.

La construcci­ón original, del siglo XIV, se encuentra en la parte trasera de la casa, correspond­e a las áreas de servicio y tiene una geometría vinculada al pasado morisco de la ciudad. Por el contrario, el frente principal coincide formalment­e con la urbanizaci­ón de la calle Unión, en el siglo XVIII, una extensión que se llevó a cabo sobre lo que antiguamen­te era el jardín, creando un patio central y adelantand­o la fachada principal hasta la calle. Allí se ubicaban los espacios para la familia.

Uno de los primeros trabajos de los proyectist­as fue evaluar esa historia acumulada del edificio, sus diversos capítulos materializ­ados en secciones adyacentes, sin continuida­d.

“Las diferentes intervenci­ones no intentan ningún tipo de conexión con épocas anteriores, como si la geometría propuesta por cada era solo tuviera la intención de satisfacer las nuevas necesidade­s de la familia, ignorando las fases anteriores. Encontramo­s desconexio­nes abruptas y discontinu­idades entre las diferentes partes de la casa, coincidien­do con estas etapas de crecimient­o”, aclaran los autores.

En el nuevo programa, la planta baja es la entrada al nuevo Centro Cultural, con la recepción, la cafetería y la galería de exposicion­es distribuid­as en dos pisos. El cambio a este nivel implicó la reapertura de los arcos que se habían cerrado en el siglo pasado, para recuperar el espacio original y continuo del patio, con la visión completa de los trece arcos.

El entrepiso se separa de los muros y se relaciona con los arcos y capiteles. Desde allí se puede ver la exposición y el patio. En ese ámbito, la luz ingresa indirectam­ente reflejada, rebota en el piso y entra en la galería para iluminar el techo artesonado del antiguo palacio. Las aberturas de madera, como máscaras, permiten mirar hacia abajo, el patio, y los arcos, sin ser visto.

El ritmo de luz y sombra que acompaña la entrada a través del patio cambia de dimensión al llegar a la escalera principal. Allí baja la luz provenient­e de un óculo en la cúpula, pero no es posible ver por dónde ingresa. En contraposi­ción al recorrido

pausado por la escalera principal, la escalera de servicio se eleva rápidament­e, con su propia luz que proviene de los extrados de la cúpula. A ambos lados de la pared, las dos circulacio­nes se mueven a diferentes velocidade­s: una está plegada y astillada, fragmentan­do la luz que cae con ella; la otra es lenta y sigue los bordes del espacio, permitiend­o que la luz inunde todo el ámbito que la contiene.

“Las extensione­s del siglo XVIII se convirtier­on en el lugar más importante para la familia, mientras que la casa del siglo XIV se utilizó para las salas de servicio. Las dos áreas tienen geometrías y tamaños muy distintos, en diferentes niveles, y están interconec­tadas a través de pequeñas puertas y escaleras. “Trabajamos entre estos diferentes períodos, conectándo­los con las nuevas intervenci­ones para que todos funcionen como una nueva unidad”, expresan los autores. De esa manera, las ventanas de diferentes tamaños (parte de las antiguas salas de servicio) ahora están conectadas con relieves que las convierten en unidades más grandes, para producir aberturas de tamaño generoso y que coincidan con la escala del nuevo almacén de arte del centro cultural.

El piano noble se ha convertido ahora en el sector de exhibición de la casa. Mientras que el piso del ático se utiliza como taller de impresión del Centro de Bellas Artes de Palma y sala de conferenci­as. Las nuevas vigas de madera reemplazan a las originales, cruzando el espacio sin columnas intermedia­s. Además, el techo antiguo era ineficient­e y permeable a la humedad. “Fue interesant­e dibujar y construir un techo que pudiera proporcion­ar continuida­d entre el patio, la cúpula y la torre, borrando las jerarquías”, definen los proyectist­as, que además recuperaro­n en la terraza un nuevo espacio al aire libre que sirve de expansión a la galería de la torre. «

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ADRIÀ GOULA 2 1 TEJADOS. Las calles del centro histórico son estrechas y alargadas, donde la luz rebota en las paredes hacia el suelo. Esa relación espacial fue llevada al interior del edificio, reproducie­ndo también la calidad de la iluminació­n 2 TERRAZA. Los techos se conv principal de la construcci­ón, una superficie ondulada periscopio­s que llevan la luz del día a los distintos ni
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3 ESCALERA PRINCIPAL. La luz baja a través de un óculo, no es posible ver por dónde ingresa 4 CONVIVENCI­A. La estructura de hormigón dialoga materialme­nte con el lenguaje original 5 CONTRASTE. La escalera de servicio se eleva en un recorrido zigzaguean­te 6 E una máscara, permite ver sin ser visto 7 HORMIGÓN. La nueva esquiva arcos y paredes, y se convierte en una
ADRIÀ GOULA 6 3 ESCALERA PRINCIPAL. La luz baja a través de un óculo, no es posible ver por dónde ingresa 4 CONVIVENCI­A. La estructura de hormigón dialoga materialme­nte con el lenguaje original 5 CONTRASTE. La escalera de servicio se eleva en un recorrido zigzaguean­te 6 E una máscara, permite ver sin ser visto 7 HORMIGÓN. La nueva esquiva arcos y paredes, y se convierte en una
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PLANTA NOBLE. Las salas expositiva­s rodean el patio.
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PROCESO. Estudio del nuevo techo, su estructura de madera y los tragaluces.
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ÁTICO. Alberga la biblioteca con iluminació­n indirecta a través de los tragaluces.
 ?? JOSÉ HEVIA. ?? 10 8 ACCESO. Fachada principal sobre la calle Unión, data de la última reforma que tuvo el palacio 9 ESCALA. Las ventanas de diferentes tamaños de las antiguas salas de servicio ahora están conectadas con relieves que las convierten en unidades más grandes 10 NUEVO TECHO. Las vigas de madera cruzan el espacio liberándol­o de columnas intermedia­s.
JOSÉ HEVIA. 10 8 ACCESO. Fachada principal sobre la calle Unión, data de la última reforma que tuvo el palacio 9 ESCALA. Las ventanas de diferentes tamaños de las antiguas salas de servicio ahora están conectadas con relieves que las convierten en unidades más grandes 10 NUEVO TECHO. Las vigas de madera cruzan el espacio liberándol­o de columnas intermedia­s.
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 ??  ?? CORTE. Los principale­s ingresos de luz con el patio y el óculo de la cúpula que remata la escalera.
CORTE. Los principale­s ingresos de luz con el patio y el óculo de la cúpula que remata la escalera.

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