ADIOS AL ÚLTIMO ESPACIO LIBRE, PÚBLICO Y PROMETEDOR DE MENDOZA
Una serie de medidas municipales desvirtuaron el proyecto de lo que iba a ser el Distrito Sustentable haciéndole perder espacio verde público y aumentando la densidad hasta límites desaconsejables.
Cada vez que se habla de ordenamiento territorial y escuchamos lo que dicen pensar desde la administración pública, los discursos se encaminan por donde quisiéramos, el temario coincide con la época y el mundo. El panorama se hace alentador.
Sin embargo, a la hora de anunciar las obras que llevarán esas aspiraciones al plano de las concreciones, el pasado se nos pone por delante y se esfuma el entusiasmo.
Por qué, cuando del ordenamiento de nuestro territorio se trata, aparece un comportamiento extraño al pasar de lo declamado, a las obras. Y perdidos en esta confusión, estamos a punto de sortear el destino del predio de la ex Estación Mendoza del Ferrocarril San Martín, el último espacio libre, público y prometedor del que dispone nuestra ciudad.
En estos últimos 2 años, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza ha girado 180 grados sobre sus propios anuncios. Aquello que fue expuesto como la priorización del uso público, el legado que esta generación, la compensación por todo lo recibido, se ha transformado en un emprendimiento inmobiliario más.
Lo que ocurre en nuestra ciudad, como todo lo que nos ocurre, tiene explicaciones. Para entenderlo, hay que contar la historia.
Los trazados ferroviarios desde fines del siglo XIX en adelante han dejado extensos y muy valiosos terrenos en medio de todas las ciudades del país. Para dar destino a estas últimas 24 ha, la Municipalidad de la Ciudad de Mendoza y el Colegio de Arquitectos de Mendoza (CAMZA) elaboraron las bases y organizaron un concurso nacional de proyectos para un espacio al que convinieron en llamar Distrito Sustentable, con las connotaciones que el nombre tiene para esta época.
Funcionarios municipales fueron parte del cuerpo de jurados que analizaron las propuestas, evaluaron los proyectos y eligieron un ganador entre los 25 estudios participantes. Y así quedaron las cosas. Hasta que comenzaron a cambiar.
De un día para otro, antes de noviembre de 2018, el ejecutivo municipal envió al Concejo Deliberante un nuevo proyecto con el mismo nombre, pero otros objetivos. Donde había una estación para el transporte público ferroviario, un parque con espacios verdes, bienes patrimoniales a preservar y algunas construcciones nuevas de moderada densidad, ahora hegemoniza un loteo convencional no muy definido y poco creativo. Nada de legado de esta época, nada de objetivos a futuro, poco aporte a la comunidad y nula determinación de densidades alturas, formas y usos. Otro proyecto otras motivaciones. Otra cosa. Pareciera que nada tiene sentido, pero lo tiene.
A principios de mayo se realizó la audiencia pública para que la ciudadanía manifieste su opinión sobre el Plan Municipal de Ordenamiento Territorial de la ciudad de Mendoza. Un texto abundante en diagnósticos, con algunos enunciados y lineamientos generales. Y nada más. Porque los lineamientos son las aspiraciones, los deseos. Es el rumbo por donde se pretende que las cosas se desarrollen. Pero un plan es la concreción de esas aspiraciones y la materialización de esos deseos. Son las obras que harán que las intenciones tomen forma. Y es donde se visualizan las vinculaciones de las partes que hacen al todo. Una vez más, sin referencias a obras concretas para el Distrito Sustentable, la incertidumbre se siguió acentuando.
Cinco días después, un proyecto de ordenanza, tratado sobre tablas y aprobado sin discusión, abría la puerta para la construcción de estacionamientos subterráneos. Planteado así, nada de qué preocuparse. Pero la incertidumbre sobre el destino de Estación Mendoza dio motivos al CAMZA para solicitar precisiones. Fueron funcionarios municipales quienes dejaron entrever que, debajo del poco parque que va quedando en el nuevo proyecto, tenían pensado realizar algún estacionamiento de este tipo. Sin detallar fundamentos, dimensiones ni capacidades.
Luego, a solo 12 días de presentado el plan, sin mediar motivos que justificaran la urgencia, fue aprobada una adenda a la ordenanza de noviembre de 2018 donde comienzan a aparecer los indicadores urbanos. Y aquello que no tenía definición, ha tomado forma. El resultado es desalentador. La alta densidad y la propagación de torres ha sacado del centro de la escena al parque y al espacio público.
Nada más gráfico para representarlo que extrapolar a este predio la imagen que ha creado el Procrear, calle Suipacha de por medio. Aparenta no ser algo distinto. Una acumulación de decisiones unilaterales que han convertido un área llena de potencialidades en una nebulosa de complejidades negativas. Suficientes complicaciones ocasionará la densidad del Procrear. Agregar otra densidad similar terminará de sellar el destino del solar ferroviario, su periferia y de la ciudad toda.
Las autoridades han decidido priorizar rápidos y efímeros beneficios. Se ha optado por alejar una oportunidad única e irrepetible, se ha resignado el espacio público. Postergar la calidad de vida de la población actual y futura para privilegiar intereses particulares, conlleva una visión liviana de la ciudad, lo que genera y lo que significa en estos tiempos.
Los terrenos saldrán a subasta en junio. Antes de preguntarnos si esta decisión tiene sentido, deberíamos comenzar a unir lo disperso y percibir lo que no se dice. Las cosas avanzan ordenadamente por un camino que no es el que se muestra ¿Es este el objetivo que queremos?«