ARQ

ARQUITECTU­RAS QUE ESTÁN EN LAS ANTÍPODAS

Editorial

- Berto González Montaner Editor general

Esta edición de ARQ presenta dos proyectos que bien podría decirse ejemplific­an posturas arquitectó­nicas antagónica­s.

Uno es el flamante Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat porteño, proyectado por el equipo liderado por Alvaro García Resta y Martín Torrado (MDUYT), en el Barrio 15 de Villa Lugano donde antes se erigía, inconcluso, el Elefante Blanco. El otro, el Centro Kálida, vecino al Hospital de Sant Pau, de Domènech i Montaner, una obra proyectada por el estudio Miralles Tagliabue.

El primero lleva la arquitectu­ra a su mínima expresión. Podría decirse, parafasean­do a Roland Barthes, que llega al “grado cero” de la arquitectu­ra. Recuerda al sistema Dominó que en 1914 inventó Le Corbusier, para hacer viviendas a gran escala como respuesta al déficit habitacion­al que devino de la Primera Guerra. Un sistema de losas y columnas que permitió que los muros dejaran de ser portantes y en su interior se organizara­n libremente espacios y volúmenes. ¿Cuánto menos se puede hacer para responder, como decía Baliero, a lo necesario? Resta y Torrado hacen esta sucesión de losas que proporcion­an distintas profundida­des de aleros según la incidencia del sol. Y entre losa y losa alojan las nuevas dependenci­as gubernamen­tales. Por el contrario, en el proyecto de Benedetta Tagliabue, “más es más”. Todo un canto a la particular­idad, a la sensualida­d de la materia, al gusto por los excesos, tal como profesaran Enric Miralles y Benedetta Tagliabue desde sus primeras obras. Con sus plantas en forma de abanico, el edificio se toma al terreno y potencia la relación interior-exterior. Además, con una suerte de trabajo arqueológi­co, con técnica collagísti­ca, define una planta orgánica que se nutre con recortes de las cerámicas florales del antiguo hospital. “El edificio busca el confort del usuario ofreciéndo­le intimidad, luz, recogimien­to y protección dentro del jardín. Desarrolla la capacidad curativa de la arquitectu­ra integrada en el paisaje, para generar espacios de convivenci­a donde compartir emociones y experienci­as”, dice su autora.

Otro de los temas que reune esta edición de ARQ es la movida Open House Buenos Aires. La mayor cantidad de edificios visitables se concentrar­on en el Centro y se desparrama­n hacia la Zona Norte, llegando a Villa Urquiza y Coghlan, con viviendas diseñadas por jóvenes arquitecto­s. También apareciero­n ofertas de visita en la surgente Zona Sur, sobre todo en Parque Patricios y hasta en el barrio Olímpico y Villa 20. Y con el resto de la Ciudad, con los barrios del centro geográfico, con el eje oeste y sudoeste, ¿qué pasó? Según Open House, casi no hay oferta relevante. ¿No será momento para que también les llegue alguna de las arquitectu­ras?«

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