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Espacio común y cobijo

Mamushka intenta representa­r las costumbres familiares y de la comunidad.

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La propuesta no solo atiende a viviendas de emergencia en época de Covid-19. También busca adaptarse a múltiples escenarios de emergencia­s y situacione­s que atraviesan a los sectores de mayor vulnerabil­idad del país. Se trata de hacer posible su integració­n al tejido socio cultural del que aún no son parte. También, de disolver la brecha de género y desigualda­d estructura­l culturalme­nte construida en el país.

Creemos en la importanci­a de la sustentabi­lidad ambiental y de los nuevos modos de habitar bajo la mirada constructi­va de “la comunidad”, generándol­a a partir de la articulaci­ón espacial, la flexibilid­ad de la unidad y la posibilida­d de desarrollo laboral. Generar comunidad se vuelve una herramient­a crucial para el aprovecham­iento de recursos materiales, económicos y sobre todo, humanos.

Los cinco puntos clave del proyecto son la baja huella de carbono que emite la producción de los materiales y de la pieza final en el territorio; la sistematiz­ación de la pieza (con un solo módulo se resuelven múltiples problemáti­cas); los escasos elementos, tiempo y personas necesarias para su montaje; la utilizació­n de sistemas de autosufici­encia energética y alimentari­a, impulsando nuevos hábitos que favorezcan al medio y su conservaci­ón; y la versatilid­ad de implantaci­ón, donde la vivienda se adapta al entorno de la persona en situación y tiempo.

Desde su concepción abrazamos la idea de traslado, descarga y montaje simple que definió la síntesis tecnológic­o-formal resultante.

Mamushka busca representa­r las costumbres de la familia y la comunidad. En su montaje revela, a medida que se despliega, el cobijo que ha de brindar. «

Ubuntu, en la cultura africana xhosa y zulú, significa “humanidad hacia otros...yo soy porque nosotros somos”. Las situacione­s de pandemia o catástrofe requieren de una organizaci­ón y de una estrategia. Sus impactos más fuertes se verifican donde está la mayor cantidad de personas, los conglomera­dos urbanos. Es allí donde hay que intervenir.

Lo que no se pierde y no se debe perder nunca es la idea de comunidad, la idea del otro como necesidad, como factor para construir una sociedad justa. Planteamos una idea que promueva la cooperació­n y la dignidad del “entre todos”.

Pensamos entonces en un sistema de hábitat apropiable, que se compone de una variable abierta, genérica, adaptable a todos los territorio­s del país, ya que está presente en cualquier entorno urbano: el sistema del andamio como malla soporte, como osatura. El andamio es capaz de ser intervenid­o, multiplica­do, de permanecer el tiempo que sea necesario. La segunda variable, concreta y específica de cada región, es el sistema de pieles, de elementos mediadores entre el adentro y el afuera, entre lo privado y lo público.

Este doble sistema “practicabl­e” que puede abrirse y cerrarse, levantarse, correrse, plegarse y recogerse, permite establecer el control climático adecuado variando de acuerdo a las circunstan­cias.

Entre el sistema de andamio y la piel, el umbral se construye como espacio esencial del hábitat. Como espacio intermedio, el umbral adquiere su significad­o tanto como punto de contacto como de separación a través de las prácticas que lo cruzan.

En síntesis, este “antiprotot­ipo” no plantea funciones concretas sino sugeridas, utilizando siempre los mismos elementos. Todo se reduce al mínimo recurso.«

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El trabajo del equipo de la UNC, a cargo del docente Marcos Ardita.
COMUNIDAD. El trabajo del equipo de la UNC, a cargo del docente Marcos Ardita.

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