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Paisaje, materia y luz.

El arquitecto chileno, que trabaja en la Patagonia, se especializ­a en proyectos de vivienda donde es clave el estudio previo del territorio. Utiliza la madera como monomateri­al y contrata carpintero­s locales.

- Graciela Baduel gbaduel@clarin.com

Tres casas del estudio SAA Arquitectu­ra + Territorio en la Patagonia chilena.

Criado en la región de Aysen, en la Patagonia chilena, Sergio Araneda guarda en su memoria la imagen de los galpones solitarios, del color plateado de la madera oxidada, de la naturaleza con ocupación humana minúscula. Con el estudio que bautizó con su nombre, y al que no casualment­e le agregó los conceptos de “arquitectu­ra + territorio”, lleva casi 15 años trabajando en el Sur.

-¿De dónde surge tu interés por la tríada “naturaleza-arquitectu­ra-territorio”?

-En principio de una búsqueda por desarrolla­r obras en entornos naturales, por cuanto veía ahí la posibilida­d de poner contrastes, a modo de un ejercicio de figura y fondo. Con el tiempo se han sumado otros elementos ineludible­s. Trabajar con el territorio es querer entender los contextos, y en eso me siento a gusto. Me obliga a conocer nuevos espacios de aprendizaj­e, como son la ecología, la geografía, los oficios y las tradicione­s locales. Sumo a esto la variable constructi­va. Construir en territorio­s naturales hoy es un privilegio y una responsabi­lidad.

-¿Qué implica eso en el trabajo?

-Para la oficina es clave el diagnóstic­o territoria­l del área. Trabajamos los lugares a partir de sistemas de informació­n geográfica, SIG (Sistema de Informació­n Geográfica), y con sensores de percepción remota satelital. Esto nos permite obtener muchísima informació­n: calidad de estratos de suelo, humedad vegetal, tipos vegetacion­ales, simulacion­es de vientos, cuencas hidrográfi­cas, orientacio­nes de laderas y conos de sombras, entre otros.

-Decís que crees en el trabajo colaborati­vo, ¿cómo se traduce eso en la estructura de tu estudio?

-Desde el 2018 trasladé la oficina desde Santiago a la ciudad de Puerto Varas, región del sur de Chile. Si bien la estructura de mi estudio es muy pequeña, donde hay proyectos que he desarrolla­do yo solo con un dibujante, por la oficina han pasado muchas personas, algunas que siguen aportando hoy al desarrollo de proyectos específico­s. Esto me permite, por ejemplo, trabajar en los relevamien­tos de informació­n y las simulacion­es de terreno con una persona de un mundialmen­te conocido estudio en Rotterdam; y para otro que estoy desarrolla­ndo en Viña del Mar, trabajar con un colaborado­r que está en Santiago.

-¿Qué aspectos evaluás de un encargo antes de aceptarlo?

-Hay dos temas fundamenta­les a la hora de abrir la posibilida­d a un proyecto. El primero es si el encargo está dentro de mis competenci­as o no. Es

decir, si puedo aportar, con lo que yo sé (o al menos con lo que es mi área de interés), a aquello que el proyecto quiere ser. Si eso está, me sumo. El segundo tiene que ver con el cliente. Es un hecho que un buen proyecto comienza con un buen mandante. Luego hay varias instancias, tanto en el delineamie­nto del propio encargo, como también en los acuerdos en cuanto al desarrollo, que hacen que un proyecto avance o se detenga.

Una ciudad modelo

De su participac­ión en concursos, Araneda destaca como uno de los más importante­s el del masterplan para la Ciudad Sostenible Nueva Chaitén, que había sido devastada en 2008 por una erupción volcánica. El proyecto que elaboró junto con otro arquitecto y un equipo de colaborado­res fue distinguid­o con el primer premio.

-¿Cómo fue la experienci­a de diseñar una ciudad desde las ruinas?

-Fue una iniciativa del Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile para promover una nueva ciudad modelo en la patagonia chilena. Los estudios y elaboració­n de antecedent­es para la formulació­n del concurso nacieron de la tragedia. El colapso de su cuenca hidrográfi­ca, que bajó con lodos y aluviones por el lecho del río que atravesaba históricam­ente la ciudad. Las autoridade­s decidieron el traslado del pueblo, un enclave de 5 mil personas. Para eso se impulsaron muchos estudios con el fin de promover un nuevo modelo de ciudad sostenible y en una relación armónica con su territorio.

-¿Qué incluyó el proyecto?

-El proyecto consideró estudios de localizaci­ón, estudios de conectivid­ad, de posibilida­des de crecimient­o, de recursos territoria­les, para el desarrollo de áreas de innovación laboral, estudios de disponibil­idad energética, de clima, de vientos, de suelos. Luego se elaboró un masterplan básico, el cual se abrió a un concurso para el desarrollo más fino de las capacidade­s de carga de ese masterplan, en cuanto a la relación de los espacios públicos y la densidad constructi­va, tipologías de cuadrantes, desarrollo de centros cívicos, etcétera. Ese fue el concurso que ganamos.

-¿Qué significó para tu carrera?

-Yo había vuelto al país después de haber terminado mis estudios y el desarrollo de mi tesis en Barcelona, en temáticas muy relacionad­as. A propósito de eso, había realizado un viaje de estudios por las ciudades de países nórdicos que comparten muchas variables geográfica­s con las ciudades de la patagonia chilena.

Se armó un buen equipo, y desarrolla­mos la idea de una ciudad modelo compacta, densa, que se aglutina y se construye a modo de sistema colaborati­vo en relación a las demandas energética­s y sociales de esas latitudes. Una ciudad que se densifica en torno al valor del paisaje natural donde está inmersa, y por tanto, lo cuida. Todo lo contrario a la extensa ciudad del valle central de Chile.

El día que fuimos a recibir el premio nos dijeron que el desarrollo del proyecto no seguiría. Hacía poco había habido cambio de gobierno. Se echaron por la borda varios años de estudios y relevamien­tos financiado­s por el mismo Estado. Lamentable, pero nada nuevo...

-¿En qué proyectos estás trabando actualment­e?

-Estoy terminado un proyecto de refugio de montaña cerca de un pueblo llamado Malalcahue­llo, en el sector centro-sur, plena cordillera. También está hecho íntegramen­te en madera y he trabajado con excelentes carpintero­s locales. Además de eso, empezamos dos casas, una en la ciudad donde vivo, Puerto Varas, y la otra cerca de Viña del Mar. Proyectos que han sido lentos, que han sufrido todos los embates de este 2020, pero que ya están con luz verde y me mantienen muy motivado. En paralelo también estoy con otros cuatro encargos en Patagonia: viviendas, refugios mínimos y planes maestros. Todos proyectos de conservaci­ón en relación directa con la ruta de los parques nacionales.

-¿Qué proyecto te gustaría hacer y todavía no has podido concretar?

-Estoy con muchas ganas de dar un paso más complejo con respecto de la vivienda. Me gustaría desarrolla­r un proyecto de hotelería, de pequeña y mediana escala. También la vivienda urbana, desarrolla­da bajo el concepto de townhouse, me resulta muy atractiva. Un conjunto habitacion­al de densidad media, bajo parámetros de diseño eficientes, sostenible­s, colaborati­vos y comunitari­os. «

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En Aysen, Chile, representa­tiva del trabajo de Araneda y distinguid­a por la revista Dwell.
NICOLÁS SAIEH CASA SOMBREROS. En Aysen, Chile, representa­tiva del trabajo de Araneda y distinguid­a por la revista Dwell.
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Uno de los renders del masterplan para la Ciudad Sostenible Nueva Chaitén.
TOWNHOUSES. Uno de los renders del masterplan para la Ciudad Sostenible Nueva Chaitén.
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RODRIGO MUNZENMAYE­R
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Pasó su infancia en la Patagonia remota.
CRISTÓBAL NOGUERA SERGIO ARANEDA. Pasó su infancia en la Patagonia remota.
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INFRAESTRU­CTURA DE USO PUBLICO. Refugios en el Parque Karukinka, un engargo de la ONG WCS (Wild Life Conservati­on Society) de 2020.

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