AL RESCATE DE OBRAS DEL MOVIMIENTO MODERNO EN ASIA
La posible venta de la Oficina General de Correos de Hong Kong provocó acciones de los especialistas en patrimonio. También se busca preservar joyas del Brutalismo en Camboya, Tailandia y Singapur.
Cuando la Oficina General de Correos abrió en el paseo marítimo de Hong Kong en 1976, un periódico predijo que el edificio de estilo modernista “ciertamente se convertiría en un hito tan importante” como su predecesor de la era victoriana. No exactamente. El edificio, con su fachada de hormigón blanco, ángulos duros y cristales tintados, se convirtió en un elemento fijo del centro de Hong Kong. Pero nunca se agregó al registro de monumentos protegidos de la ciudad. Ahora, con los funcionarios de Hong Kong bajo presión para generar ingresos, el sitio valorado en más de $ 5 mil millones, se puso a la venta.
Los partidarios del edificio están luchando por salvarlo. “Algunas personas en Hong Kong podrían pensar que es solo una caja blanca”, dijo Charles Lai, un arquitecto local de este territorio chino, una tarde de otoño afuera de la oficina de correos, donde la gente hacía fila para enviar paquetes. “Pero, de hecho, esta estética simplista es exactamente donde está el valor”, agregó. En ciudades de Asia, los residentes y aficionados al diseño se están uniendo para salvar o documentar los edificios de la posguerra que los funcionarios de esta parte del mundo consideran demasiado nuevos, demasiado feos o poco importantes para protegerlos de la demolición.
Muchas de las estructuras eran edificios municipales que servían como ejes céntricos de vida cívica. Las campañas, en cierto sentido, son un intento de preservar los recuerdos colectivos almacenados en su interior.
Los esfuerzos también reflejan una aversión a los centros comerciales y condominios de tipo genérico que han estado reemplazando a los edificios de estilo modernista en toda Asia urbana, así como la nostalgia de los habitantes de las ciudades que ven cómo sus horizontes cambian constantemente.
Lai dijo que el edificio de la oficina de correos de Hong Kong, de cinco pisos y diseñado por un arquitecto del gobierno, es interesante porque su forma define las funciones realizadas en su interior, un principio del Movimiento Moderno que fue popular desde la década de 1920 hasta la de 1970.
Con los edificios más antiguos, las autoridades “tienden a centrarse en la rareza de la arquitectura o qué tan bien diseñado está el edificio, o la importancia histórica”, considera Haider Kikabhoy, quien dirige recorridos a pie por el patrimonio en Hong Kong. “Pero hay muchas formas de entender la historia, y la historia social es igualmente importante”.
En arquitectura, el Movimiento Moderno se expresó a través del Brutalismo y otros estilos que buscaban evocar las condiciones de la era de las máquinas y se basaban en gran medida en el hormigón como material. El Barbican Centre de Londres, que se inauguró en 1982, es un ejemplo clásico de la estética brutalista, y una vez fue votado como el edificio más feo de la ciudad. En Asia, el Modernismo influyó en el diseño de lugares emblemáticos como el Hotel Okura de Tokio, que se inauguró antes de que la ciudad fuera sede de los Juegos Olímpicos de 1964. Algunas de las estructuras modernistas de la región se hicieron instantáneamente famosas, pero otras no tuvieron seguidores hasta hace poco. El interés parece provenir en parte de una reevaluación más amplia del Brutalismo en Europa y más allá, y el zumbido de las redes sociales a medida que la gente redescubre sus características de diseño inusuales.
En algunos casos, los edificios de mediados a finales del siglo XX generan interés público precisamente porque están a punto de ser demolidos. Desde el año pasado, dos obras en Hong Kong, una torre de oficinas de 1967 y un hotel de 1973, cayeron frente a la picota, en un proceso que provocó reevaluaciones de su legado arquitectónico.
En Tailandia, los símbolos omnipresentes del peculiar diseño del Movimiento Moderno, las salas de cine independientes, casi se han borrado. La última, La Scala, tuvo su proyección final en Bangkok en julio, lo que llevó a los cinéfilos a lamentar el fin de una era.
En la capital de Camboya, Phnom Penh, un proyecto de una década para documentar docenas de edificios modernistas, descubrió que la mayoría había sido destruida o modificada en medio de una ola de construcción financiada por desarrolladores extranjeros.
En algunos casos, el interés por los edificios modernistas se ha traducido en victorias de conservación. Este verano, una desarrolladora acordó preservar el Teatro Estatal de Hong Kong, una peculiar sala de cine de 1952, como parte de un proyecto de remodelación.
En Singapur, el Urban Redevelopment Authority dijo en octubre que propondría un plan para conservar Golden Mile Complex, un enorme edificio de usos mixtos terminado en 1973 que el arquitecto holandés Rem Koolhaas una vez elogió como una “obra única”.
Aunque no todos los edificios modernistas en Singapur merecen ser salvados, cree Karen Tan, fundadora de una consultora de diseño local, el plan de conservación para el complejo Golden Mile es un “respaldo real de la importancia de tales edificios para la economía social y la identidad cultural de la nación”. Históricamente, agregó, el modelo de desarrollo urbano de la ciudadestado ha estado “sesgado hacia un enfoque muy tabula rasa, tipo de derribar y reconstruir”.
Hong Kong ha aceptado ocasionalmente preservar edificios modernistas esparcidos por su centro. Entre ellos se encuentran el Police Married Quarters, de 1951 que alguna vez albergó a miembros del personal de la policía casados y sus familias; y The Murray, un edificio del gobierno de 1969 cuya cuadrícula de azulejos descansa sobre arcos blancos gigantes.
Pero salvar el sitio de la Oficina General de Correos presenta nuevos desafíos. Se trata de un enclave políticamente delicado en el corazón del paseo marítimo de Hong Kong, cerca de una propiedad del Ejército Popular de Liberación, en un momento en que el gobierno chino está tomando medidas enérgicas contra el movimiento prodemocrático del territorio.
Los partidarios del edificio creen que el comprador podría ser un desarrollador de China continental que tal vez no esté dispuesto a preservar una reliquia del período colonial británico del territorio, que terminó en 1997.
Están pidiendo a la Junta Asesora de Antigüedades de la ciudad que revoque su decisión de 2013 de excluir los edificios construidos en 1970 o más tarde de ser considerados para su conservación. Edificios como la Oficina General de Correos, dicen, podrían destinarse a una “reutilización adaptativa” de una manera que genere nuevos ingresos, al igual que The Murray se convirtió en un hotel de lujo y el Police Married Quarters se transformó en un laberinto de boutiques de lujo. «
En Tailandia, los símbolos omnipresentes del Movimiento Moderno, las salas de cine independiente, casi se han borrado.
Los grandes parques urbanos se desarrollaron para sanear las ciudades con los criterios higienistas del siglo XIX. Para Sonia Berjman, historiadora urbana y del paisaje, “ahora estamos dando una vuelta de tuerca a 200 años”. En efecto, después de meses de encierro a los que nos obligó la pandemia, experimentamos como nunca antes la necesidad de contar con espacios de esparcimiento y parques en los que respirar aire puro.
“Para conocer el grado de avance de una ciudad basta estudiar sus paseos públicos”, Sonia cita a Benito Carrasco sobre una tarea que la apasio
na. Doctora en Historia del Arte, Filosofía y Letras, en 45 años publicó más de 20 libros sobre el tema.
Ahora que las plazas se usan para casi todo, vale reflexionar sobre la calidad de los espacios verdes que tiene Buenos Aires. En principio, su distribución en las comunas es desigual e insuficiente.
Para Berjman, la mayor demanda de espacios parques pone en evidencia la ausencia de planificación y mantenimiento por largo tiempo. “En general, y sin importar el espacio político, los funcionarios no han cuidado los parques en su condición de patrimonio, tampoco han considerando sus beneficios para la salud de los ciudadanos. Hay menos superficies verdes de lo que se estima porque los censos son engañosos, y hay cada vez hay más suelos ‘duros’ que no permiten la absorción”, enuncia y los datos que aporta el Gobierno de la Ciudad la respaldan.
En Buenos Aires hay alrededor de 6,3m2 de espacios verdes por habitante, lo que resulta insuficiente frente a los 10/15 m2 que recomiendan los estándares internacionales. Además, ese número tiene en cuenta hasta los canteros de calles y avenidas. La situación se agrava si se considera la ubicación desigual de las manchas vegetalizadas en el suelo porteño.
En el caso de Buenos Aires, sus principales espacios verdes, ideados por Carlos Thays y Benito Carrasco al estilo de París, tienen en común una visión integral y una planificación a muy largo plazo que no tuvo continuidad. Para Berjman, la ciudad carece de proyectos comparables a esos, al menos con la misma calidad.
“En el Parque 3 de febrero, los árboles fueron plantados en 1870. Un árbol es como una persona, hay que cuidarlo y alimentarlo. Siempre pongo este ejemplo: puedo demoler el Teatro Colón y con mucho trabajo podría reconstruirlo. Si demuelo los bosques de Palermo, tengo que quedarme sentada con Thays y Carrasco 100 años para que crezcan nuevamente los árboles”, compara.
En el mismo sentido, Berjman lamenta la inexistencia de un plan de reforestación. En su opinión, los nuevos parques que se suman a la Ciudad “son proyectos de efecto decorativo”. “En vez de arboledas, se plantan gramíneas en canteros que producen un gasto de manutención muy alto”, fundamenta.
Radicada actualmente en Uruguay, suele cruzar el río para visitar familia y amigos. En el 2020, su conexión con Argentina (y el mundo) fue virtual. Participó activamente como integrante de @la_tribu_verde, un grupo de paisajistas que, entre otras cosas, hace vivos diarios en Instagram.
Durante ocho meses, cada martes, Berjman fue la anfitriona de Café con Sonia. En ese espacio, entrevistó a colegas latinoamericanos (por el horario no podía hablar con Europa y tenía que ser en español , aclara). El encuentro de cierre fue dedicado a homenajear a Edouard André quien elaboró un anteproyecto para la ciudad de Buenos Aires en 1868, a solicitud de Sarmiento. En la presentación, Berjman resume, en cierto modo, el sentido de sus investigaciones y publicaciones: “Por favor, cuidemos nuestros espacios verdes, sobre todo los históricos. Cada vez tenemos menos naturaleza y, como se ha visto este último año las personas no podemos sobrevivir sin naturaleza”. «
El plan para Costa Salguero y Punta Carrasco , una oportunidad más perdida. Nunca ha habido proyectos serios para la costa.
Con Carlos Thays III, estuvimos 25 años luchando para crear el Museo de los Parques. Lamentablemente, no lo logramos.