SANTUARIO VEGETAL
En el Jardín Botánico de la capital colombiana, el estudio DARP construyó un sistema de módulos de cristal donde se exhiben distintos ecosistemas. El proyecto ganó el Premio Mundial en la BAQ 2020.
Tropicario de Bogotá es un sistema de invernaderos pensado para preservar la flora autóctona. El proyecto de Darp Arqs. ganó el Premio Mundial en la Bienal de Quito 2020.
En 2014, el joven estudio DARP (De arquitectura y paisaje) ganó el concurso para el Tropicario Jardín Botánico de Bogotá. El programa buscaba generar una infraestructura donde conservar y exhibir los ecosistemas representativos del territorio colombiano, promover su conocimiento y educar acerca de su importancia.
Años después, seis invernaderos sustentables, materializados con cristales de distintos espesores, ocupan el centro de ese parque que se levantó sobre lo que hace unos 20 mil años era un gran lago que unía cerros y río.
La excelencia del proyecto, que no requiere de sistemas de ventilación mecánica y aprovecha el agua de lluvia, le valió el Premio Mundial Hábitat Social y Desarrollo en la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito 2020. “En el Tropicario -dice Jaime Cabal, socio fundador de DARP junto con Jorge Buitrago- se trata de reconciliar lógicas propias de lo urbano y lo ambiental, y ha sido la oportunidad para poner a prueba las ideas formales y espaciales que venimos desarrollando con el estudio” (ver “Dos disciplinas...” en pág. 18).
A mayor riqueza, mayor derroche. Con esta premisa podría resumirse la situación ambiental de Colombia: es el país más rico del mundo en especies de aves y orquídeas; el segundo en riqueza de plantas, anfibios, mariposas y peces de agua dulce y el tercero en número de especies de palmas y reptiles.
Pero los niveles de deforestación y explotación de materias primas, más los altos índices de especies en vía de extinción, pusieron al país sudamericano en la lista roja de las ocho naciones responsables de la mitad del deterioro del planeta.
Durante su crecimiento urbano, Bogotá desecó la mayoría de los humedales sobre los que se emplazaba, de los cuales hoy solo queda el 1,45 % de la superficie original. El proyecto de Tropicario se ubica sobre la hue
lla de una antigua estructura que se encontraba muy deteriorada. En el sitio de implantación se conservaron las palmas de cera, una especie declarada árbol nacional, en vía de extinción y de crecimiento muy lento. Alrededor del Tropicario hay más de 70 ejemplares adultos y esto explica el diseño de un sistema de formas flexibles, que no las afectara.
“Quisimos pensar el proyecto no como un edificio si no mas bien como una serie de recintos, una arquitectura que fuera mas producto del andar que de permanecer en un sitio específico -explica Cabral-. Y lo concebimos como una serie de espacios que flotaban sobre un humedal, que era lo que había sido el terreno. Así empezamos a buscar geometrías que respondieran a estas condiciones y que permitieran configurar espacios para la divulgación y el aprendizaje, el trabajo en sección fue fundamental y surgió antes que la planta, precisamente por esta condición de que buscábamos de generar una arquitectura determinada por el movimiento”.
A pesar de que técnicamente se tra
ta de invernaderos, una tipología con referencias tan reconocibles como el Crystal Palace de Joseph Paxton, los arquitectos aseguran que más allá de centrarse en diseñar un edificio de vidrio, “el Tropicario es una apuesta de como un proyecto de arquitectura puede proponer maneras distintas de aprender, a través de una experiencia en el espacio”.
Así, gran parte del trabajo del equipo de diseño fue, a través de dibujos e ilustraciones explorar, inventariar y asociar especies y ecosistemas, buscando referencias gráficas y elementos para incorporar al proyecto arquitectónico y a partir de ahí construir una narrativa propia, centrada en los valores ambientales, en especial del agua.
Cabral, Buitrago y su equipo acuñaron un proyecto en el que los componentes se articulan a la idea de aprender a través de un recorrido, “que puede parecer sencilla, pero que implica una forma propia de entender los espacios con carácter expositivo, como lo han sido históricamente los invernaderos”.
Tropicario se compone de seis colecciones: Bosque húmedo, Bosque seco, Colecciones especiales, Plantas útiles, Superpáramos y Biodiversario, cada uno con requerimientos de altura, temperatura y humedad específicos. Estos espacios funcionan como módulos “flotantes”, articulados a través de un Humedal artificial. Cada uno cuenta con sistemas de control de temperatura pasivos, que no requirieran sistemas de ventilación mecánicos, con vidrios de distintos espesores y filtros y sistemas automatizados de apertura de algunas áreas para controlar la temperatura.
En la parte alta de las estructuras se incorporó un óculo para captar el agua lluvia y conducirla a lagos ubicados en el interior de los espacios, desde donde pasa al humedal artificial perimetral, que funciona como un gran reservorio de agua que se usa para los sistemas de riego de la vegetación, creando un ciclo cerrado.
Por otra parte, un sistema de “esclusas”, actúan como lugares de transición, permitiendo al visitante pasar de un módulo a otro sin alterar las