Sin límites.
Una casa que apuesta a disipar la frontera entre construcción y naturaleza.
El encargo de una casa familiar en un club de campo en Luján, a 70 km de la Ciudad de Buenos Aires, se resolvió a partir de un dato que constaba en el lugar. Frente al terreno adquirido, una arboleda que actúa como un fuelle verde en relación al resto de las viviendas captó la atención de la arquitecta Luciana Gotta, oriunda de esa localidad y de apenas 30 años. La primera intención fue, entonces, limar las fronteras entre lo natural y lo artificial, reducir al mínimo el impacto de lo construido.
Luego de una interpretación rigurosa del lugar y de los requerimientos del programa, se definió un esquema en planta baja que aseguró la relación sensorial entre todos los espacios de la vivienda y la naturaleza. El resultado fue, como describe la autora, “dos prismas perpendiculares entre sí, que sufren diferentes transformaciones y en la intersección entre ambos, un vacío permite el ingreso de la naturaleza de manera controlada en ambas direcciones”. Y aclara: “La forma surgió como consecuencia de una búsqueda y no como premisa del proyecto”.
El comitente le pidió enfatizar el paisaje y cumplir con un programa que incluía dos habitaciones para los chicos y una suite matrimonial, además de un área social que estuviera bien conectada con la cocina, aunque no enteramente integradas.
La opción por poner en valor el verde de los alrededores definió así dos volúmenes que, si bien se perciben contundentes a primera vista, este efecto queda matizado por la incorporación de un patio y grandes ventanales.
El prisma paralelo a la calle contiene las áreas públicas en un espacio libre y flexible, lo que, según detalla Gotta, “le permite cumplir su función sin condicionamientos”. Se trata de un volumen alargado, vidriado casi en su totalidad, para que los espacios verdes se conecten a través de él. Pa
ra enfatizar esta conexión, se dispusieron vigas invertidas con las que fue posible sumar los aventanamientos de piso a techo.
En tanto, los lados principales de los espacios semicubiertos, como el acceso petonal y garage (adelante) y en la galería (detrás) controlan la entrada de luz en el interior al tiempo que refuerzan el carácter etéreo del sector social.
r El comitente quería poner en valor un fuelle verde ubicado frente al terreno, así como disfrutar de áreas más íntimas y retiradas.
Por su parte, el prisma perpendicular a la vía pública se destinó a las áreas privadas, en donde el hormigón cobra mayor presencia para resguardar a los usuarios.
Áreas como la cocina y el lavadero se niegan a la calle a través de un muro completamente opaco y se abren al vacío interior, espacio que toma protagonismo a partir de un árbol de la especie acer palmatum, o arce japonés. El resto del volumen alberga los dormitorios y baños, ubicados estratégicamente en relación con el norte y el propio parque.
El ingreso a los baños se da a través de los dormitorios para brindar mayor privacidad, “esto permitió apertura y luminosidad en el corredor”, afirma la proyectista. Y como remate, se dispuso el dormitorio principal al resguardado visual del resto de la vivienda y abierto al fondo del lote.
r La casa expresa un equilibrio compositivo entre llenos y vacíos que muestra a la vez contundencia y ligereza.
La autora
Luego de cursar 6 cuatrimestres en la Universidad Católica de La Plata, Gotta egresó hace pocos años de la Universidad de Belgrano. Recibió el trabajo en este club de campo en paralelo con otro pedido de vivienda y, sin embargo, logró llevar adelante ambos proyectos en paralelo hasta su finalización. Esta experiencia le permitió seguir adelante y mantenerse activa.
La arquitecta lujanense reconoce que en la casa SG pudo plasmar algo que había querido desde siempre. “Hacer arquitectura de este tiempo, lo que implica vincular lo construido a la naturaleza”.
Su intención de producir una “caja de vidrio sin cortes visuales” concluyó en un proyecto simple y funcional, “con equilibrio compositivo entre llenos y vacíos, que muestra contundencia y ligereza a la vez”, afirma. El empleo del hormigón y el vidrio partió de esta voluntad de sostener una estética minimalista. A esto se suma la disposición de los elementos, que vincula ciertos espacios y anula otros a través del uso de la transparencia en forma selectiva, lo que asegura privacidad y apertura en las dosis justas. «