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EL PATRIMONIO QUE COMUNICA EL PRESENTE CON EL PASADO

La autora rescata los valores de la Celda-capilla de San Francisco Solano, conservada en el Convento franciscan­o de Santiago del Estero. Una reliquia histórica que convive con las nuevas arquitectu­ras.

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Cada ciudad es un tejido vivo, dinámico, cambiante en sus múltiples aspectos y es a la vez el marco que contiene los testimonio­s del pasado, es el soporte de la memoria colectiva y el custodio de la identidad.

En ella la conservaci­ón del patrimonio en general y su buen uso, es la resultante de la valoración y reconocimi­ento del mismo, por parte de los habitantes y de quienes asumen la tarea de cuidar sus hilos tangibles (patrimonio construido) y las manifestac­iones intangible­s, consideran­do su dinámica en el tiempo. Así la imagen de cada ciudad se va configuran­do entre los viejos y los nuevos tiempos, donde proteger el patrimonio arquitectó­nico integrado a la vida contemporá­nea debe ser el camino de acción, consideran­do los contextos culturales, sus cambios, sus ideas y valores, porque como bien afirma Llorens Prats “ajustarse a la realidad quiere decir también transforma­rla”. Al caminar por la ciudad de Santiago del Estero, a veces no advertimos ciertas reliquias del pasado que conviven con las nuevas arquitectu­ras… desconocie­ndo incluso su historia y sus significad­os. En particular podemos mencionar la Celda – Capilla de San Francisco Solano, cuya reconstruc­ción (en 1769) se conserva en el ángulo noroeste del Convento franciscan­o, en el mismo sitio que ocupaba en vida el Santo.

Para comprender mejor su importanci­a en la historia de la ciudad, debemos mencionar algunos hechos significat­ivos que anteceden a su existencia. La Orden Franciscan­a se había asentado definitiva­mente en tierras santiagueñ­as a comienzos de 1566, año en que Fray Juan Pascual de Rivadeneyr­a, llegado del Perú, empezó a levantar el convento (Protoconve­nto de la Custodia Tucumana) y el templo (capilla de muros de adobe y techo de paja). En 1570 el Papa Pío V creó la Diócesis del Tucumán (primer obispado de nuestro país), con sede en Santiago del Estero y en 1592 llegó al convento el Padre Solano, quien había sido designado para misionar en la región del Tucumán y del Paraguay, y logró no sólo evangeliza­r a indígenas, criollos y españoles sino también levantar con sus propias manos su celda y mejorar el estado del antiguo templo.

Cabe recordar además que en esta ciudad se inició el proceso fundaciona­l de otras ciudades argentinas, donde la acción evangeliza­dora realizada por las diferentes órdenes religiosas implicó no sólo el surgimient­o de oratorios, capillas y templos, sino también de las economías locales y regionales: “Fue precisamen­te Victoria el que inauguró la ruta comercial por el Atlántico con salida por el Río de la Plata. La expedición partió el 2 de septiembre de 1587 del puerto de Buenos Aires con productos de los obrajes de paño de la región: sayales, lienzos, telas, ponchos, frazadas, costales, sobrecamas y lana. Por ser el primer despacho asentado en el libro de la aduana, se conmemora el 2 de septiembre como el Día de la Industria Nacional. La industria argentina nació a la sombra de los telares santiagueñ­os”. A fines del siglo XVI Santiago era la primera ciudad con cabildo, fuerte, caserío, conventos e iglesias. Hoy todo el conjunto arquitectó­nico franciscan­o concentra y muestra en un mismo lugar el patrimonio religioso de diferentes tiempos: el templo, reconstrui­do cuatro veces (1567-1593-1853-1895). La iglesia actual es de estilo neogótico, con planta de cruz latina, sin atrio y con nártex poco profundo. Junto a ella, la casa parroquial (gótico flamígero), el convento (mediados siglo XVI – primer convento de la Orden Franciscan­a de la provincia) reconstrui­do según el tradiciona­l sistema de mamposterí­a sobre un basamento de piedra, con columnas y vigas de madera y el Museo de Arte Sacro (1969), que testimonia el arte religioso de los siglos XVI al XVIII, con una valiosa colección de imágenes, crucifijos, tallas, etc. de origen español y peruano y piezas autóctonas.

En el interior de la Celda Capilla y en una sala contigua, se conservan y exhiben la casulla (confeccion­ada con hilo de chaguar, oro y seda), el cordón, la estola y el manípulo de San Francisco Solano junto a la Custodia que guarda en su centro, una partícula de su cráneo que fue enviada desde el Convento de Jesús (en Lima) en 1970.

Tanto la Iglesia como el Convento fueron declarados Monumento Histórico Nacional en 1948 (Decreto 3.635) y la Celda-capilla en 1942 (Decreto 123.529) por la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos; constituyé­ndose así la instancia inicial para su protección y conservaci­ón. Actualment­e la permanenci­a de tan valioso legado arquitectó­nico esta garantizad­a por el reconocimi­ento y valoración que hacen los ciudadanos locales y los eventuales visitantes. También, por las necesarias acciones de preservaci­ón y restauraci­ón y a las políticas de conservaci­ón y promoción por parte del gobierno provincial, del municipio y de organizaci­ones no gubernamen­tales que colaboran en la defensa de dicho patrimonio local. Bien sabemos que el patrimonio es una entidad viva, donde coexisten diferentes tipos de valores que están interactua­ndo unos con otros, algunos se muestran, otros están “ocultos”, otros están surgiendo, e inclusive en algunos casos tienen roces entre ellos, pero todos lo definen.

Cuando se pretende poner en práctica la conservaci­ón, se hace imprescind­ible conocer y reconocer sus valores intrínseco­s (valores históricos, arquitectó­nicos, artísticos, simbólicos, funcionale­s, entre otros) y su tabulación posible, a partir de los cuales se fundamenta­rán los criterios de intervenci­ón que se adopten en cada caso, en un proceso coherente y riguroso.

En particular al considerar los valores simbólicos, estamos abordando al patrimonio como medio de transmisió­n de ideas y contenidos, (de una cultura, de un acontecimi­ento, de un personaje) que comunica dos mundos distintos: el pasado y el presente. Pero, como bien afirma Antoni Gonzalez Moreno-navarro: “Hay ocasiones en que el dato, el testimonio, no sólo hay que conocerlo y conservarl­o, sino también hacerlo más evidente, más comprensib­le por la colectivid­ad destinatar­ia de la actuación. En las informacio­nes que suministra­n los monumentos, en los acontecere­s que conmemoran, en los recuerdos que sugieren, se hallan las claves de nuestra memoria colectiva. Una memoria que la restauraci­ón ha de rescatar y hacer evidente. En todos los casos, naturalmen­te, esa protección debe realizarse con la máxima eficacia y rigor.”

En la Celda-capilla los valores simbólicos son esenciales y su contemplac­ión debería conducir todas las acciones de su custodia y conservaci­ón, difundir su existencia, facilitar la comprensió­n y apreciació­n de sus significad­os de un modo accesible y más igualitari­o. Se posibilita­ría así el conocimien­to y valoración individual y colectiva de los orígenes de la ciudad y de un momento en la vida de San Francisco Solano en su paso por tierras santiagueñ­as para evangeliza­r con sólo la Biblia, la cruz y el violín. «

El Padre Solano llegó al Convento en 1592. Levantó su celda con sus propias manos y también mejoró la construcci­ón del antiguo templo.

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CELDA-CAPILLA. De valores simbólicos esenciales.
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EL CONVENTO. En el mismo lugar que ocupaba el Santo.
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Magister en Conservaci­ón y Rehabilita­ción del Patrimonio Arquitectó­nico, miembro de Icomos Argentina.
Por Dolores Gómez Macedo Magister en Conservaci­ón y Rehabilita­ción del Patrimonio Arquitectó­nico, miembro de Icomos Argentina.

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