OFICINAS EN LA POSPANDEMIA: LAS PERSONAS PRIMERO
La autora plantea que el consabido “de lunes a viernes de 9 a 18” está definitivamente perimido. Los nuevos espacios de trabajo deben diseñarse para atraer talentos y, sobre todo, retenerlos.
Quienes desde hace décadas nos dedicamos a la arquitectura corporativa nos encontramos ahora frente a uno de los mayores desafíos en la historia de nuestra actividad. Porque ya no se trata solamente, a dos años de la pandemia, de crear espacios donde prime la salubridad y el cuidado de los trabajadores, sino que estamos viviendo una resignificación radical del espacio de trabajo. Si veníamos de un paradigma de la oficina como centro vital de la operación de una empresa, con el consabido “de lunes a viernes de 9 a 18”, podemos concluir que quedó obsoleto y que nos obliga a pensar en nuevos modelos.
El espacio de trabajo ahora tiene que seducir al talento, buscando atraerlo y por sobre todo retenerlo. Esta situación, que parece acrecentarse en empresas tecnológicas donde el talento es más escaso, lentamente empieza a derramar transversalmente en todas las industrias. La oficina debe convertirse entonces en un espacio al que un colaborador quiera volver. La cuestión es cómo lograr eso, cuando sin dudas se trata de un tema que alerta a las empresas: más de un tercio de los ejecutivos entrevistados para el estudio de Deloitte “Return to Workplaces”, expresó que su mayor preocupación acerca de la metodología de trabajo, tanto híbrido como remoto, es la preservación de la cultura de la empresa .
Mucho se viene hablando de las empresas “remote first”, es decir, aquellas que, dentro de su propuesta, ponen al teletrabajo como primera opción. Considero que habría que dejar de hablar del cómo para empezar a hablar del quién: conocer al colaborador, sus necesidades e intereses particulares. Entonces proponemos hablar de “person first”, donde la propuesta gira en torno a la persona. Nos propusimos aplicar UX, o el diseño de la experiencia de usuario, a la forma en que concebimos a la oficina. ¿Cómo se logra esto? Mediante experiencias orientadas a la satisfacción de los colaboradores, desde la implementación de amenities, como actividades orientadas al bienestar (yoga, gimnasia, etc.) hasta la posibilidad de disfrutar de espacio verde en el medio de la Ciudad. Lograr que el colaborador quiera venir y habitar el espacio; y es más, que encuentre un mayor equilibrio entre su vida personal y profesional, que en muchos casos tendió a desdibujarse después de dos años de home office. La dificultad de hacer congeniar ambas esferas no fue gratuita. La American Psychiatric Association condujo una encuesta entre mil trabajadores remotos: la mayoría manifestó haber experimentado impactos negativos sobre su salud mental, entre ellos aislamiento, soledad y dificultad para dejar de trabajar al final del día . Por último, en muchos casos ha quedado en evidencia que, sobre todo entre los más jóvenes, el teletrabajo desdibuja las jerarquías, y en los casos más extremos esconde situaciones de abuso laboral.
Por otro lado, en relación a la productividad en un marco de home office, la pregunta del millón se la hizo la Universidad de Chicago, a raíz de la información provista por más de 10 mil profesionales de grandes tecnológicas asiáticas. El estudio fue publicado por The New York Times, “What We Lose When Work Gets Too Casual” , y arranca diciendo que, en la superficie, el trabajo remoto parece darles más libertad a los colaboradores. Pero aunque ellos se sientan más productivos desde casa, quedó demostrado que se está trabajando más, pero no más eficientemente. De acuerdo a este relevamiento, las horas de trabajo aumentaron un 18 por ciento, mientras que la productividad cayó entre un 8 y un 19 por ciento .
De manera que quedó demostrado que el esquema cien por ciento remoto atenta no sólo contra la productividad de las empresas, sino que también impacta en el bienestar físico y emocional de los colaboradores.
¿Dónde estamos parados?
El panorama es incierto, y en un punto contradictorio. Por dar el ejemplo, Google, una de las principales empresas del mundo, aprobó el 85 por ciento de los pedidos de sus colaboradores de trabajar en forma remota o de relocalizarse una vez que sus oficinas estén cien por ciento abiertas, al mismo que invierte mil millones de dólares en nuevos espacios de trabajo en el Reino Unido, muy cerca de donde ya están construyendo un gigantesco headquarter.
En el medio de estas iniciativas que, estimo, surgen de la incertidumbre, de un contexto en permanente cambio y de la dificultad de planificar la presencialidad en un corto plazo, surgió en los Estados Unidos un fenómeno llamado “La Gran Renuncia”, donde millones de personas están renunciado a sus trabajos en la pospandemia, en respuesta en parte a sus empleadores que los obligaron a regresar a la oficina. Uno de los casos más notorios es el de JP Morgan, quien recientemente mediante su CEO urgió a sus empleados a volver al trabajo presencial.
Creemos que no es viable obligar a los colaboradores a regresar, pero también consideramos que el espacio de trabajo es insustituible y que es cuando las personas comparten un lugar y se ven “en el mundo real” donde se genera la innovación, se consolida
En un estudio realizado por Deloitte, la mayor preocupación de los ejecutivos acerca de la metodología de trabajo es la preservación de la cultura de la empresa.
la identidad con la empresa y donde, a la postre, las compañías son más rentables, como demostró el estudio de la Universidad de Chicago.
De hecho, también Google, mediante el vicepresidente para el Reino Unido, Ronan Harris, expresó en un post en el blog de la empresa que su fuerte apuesta por la construcción de nuevas oficinas “representa la confianza continua en la oficina como un lugar para la colaboración interpersonal y la conexión”. En otro comunicado de la misma compañía enviado a The Washington Post, dijeron: “Si bien el futuro del trabajo será cada vez más flexible, la capacidad de colaborar y crear una comunidad en persona seguirá siendo una parte importante de Google”.
Las empresas saben que su espacio físico de trabajo es esencial para la generación de valor, pero también son conscientes de que el regreso obligado es impracticable. Hoy más que nunca hay que escuchar a los colaboradores y poner en primer lugar a la persona. Entendiendo sus necesidades podemos construir espacios que inviten al regreso, donde los empleados se sientan retribuidos y quieran habitar, lejos de los efectos adversos que les pudo haber traído el teletrabajo total, pero con la posibilidad de manejarse en un esquema flexible en cuanto a su presencialidad. Vamos dando pequeños pasos, pero firmes, hacia el nuevo paradigma laboral “person first”, con una nueva significación de las oficinas como espacios de crecimiento personal. Y donde los colaboradores, desde su bienestar y separación entre vida hogareña y laboral, puedan potencialmente construir una mejor y más productiva organización. «