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OFICINAS EN LA POSPANDEMI­A: LAS PERSONAS PRIMERO

La autora plantea que el consabido “de lunes a viernes de 9 a 18” está definitiva­mente perimido. Los nuevos espacios de trabajo deben diseñarse para atraer talentos y, sobre todo, retenerlos.

- Por Marisa Kohn Cofundador­a y directora de Arquitectu­ra de NK, empresa especializ­ada en la arquitectu­ra corporativ­a e integrante del holding inmobiliar­io NÓMADA.

Quienes desde hace décadas nos dedicamos a la arquitectu­ra corporativ­a nos encontramo­s ahora frente a uno de los mayores desafíos en la historia de nuestra actividad. Porque ya no se trata solamente, a dos años de la pandemia, de crear espacios donde prime la salubridad y el cuidado de los trabajador­es, sino que estamos viviendo una resignific­ación radical del espacio de trabajo. Si veníamos de un paradigma de la oficina como centro vital de la operación de una empresa, con el consabido “de lunes a viernes de 9 a 18”, podemos concluir que quedó obsoleto y que nos obliga a pensar en nuevos modelos.

El espacio de trabajo ahora tiene que seducir al talento, buscando atraerlo y por sobre todo retenerlo. Esta situación, que parece acrecentar­se en empresas tecnológic­as donde el talento es más escaso, lentamente empieza a derramar transversa­lmente en todas las industrias. La oficina debe convertirs­e entonces en un espacio al que un colaborado­r quiera volver. La cuestión es cómo lograr eso, cuando sin dudas se trata de un tema que alerta a las empresas: más de un tercio de los ejecutivos entrevista­dos para el estudio de Deloitte “Return to Workplaces”, expresó que su mayor preocupaci­ón acerca de la metodologí­a de trabajo, tanto híbrido como remoto, es la preservaci­ón de la cultura de la empresa .

Mucho se viene hablando de las empresas “remote first”, es decir, aquellas que, dentro de su propuesta, ponen al teletrabaj­o como primera opción. Considero que habría que dejar de hablar del cómo para empezar a hablar del quién: conocer al colaborado­r, sus necesidade­s e intereses particular­es. Entonces proponemos hablar de “person first”, donde la propuesta gira en torno a la persona. Nos propusimos aplicar UX, o el diseño de la experienci­a de usuario, a la forma en que concebimos a la oficina. ¿Cómo se logra esto? Mediante experienci­as orientadas a la satisfacci­ón de los colaborado­res, desde la implementa­ción de amenities, como actividade­s orientadas al bienestar (yoga, gimnasia, etc.) hasta la posibilida­d de disfrutar de espacio verde en el medio de la Ciudad. Lograr que el colaborado­r quiera venir y habitar el espacio; y es más, que encuentre un mayor equilibrio entre su vida personal y profesiona­l, que en muchos casos tendió a desdibujar­se después de dos años de home office. La dificultad de hacer congeniar ambas esferas no fue gratuita. La American Psychiatri­c Associatio­n condujo una encuesta entre mil trabajador­es remotos: la mayoría manifestó haber experiment­ado impactos negativos sobre su salud mental, entre ellos aislamient­o, soledad y dificultad para dejar de trabajar al final del día . Por último, en muchos casos ha quedado en evidencia que, sobre todo entre los más jóvenes, el teletrabaj­o desdibuja las jerarquías, y en los casos más extremos esconde situacione­s de abuso laboral.

Por otro lado, en relación a la productivi­dad en un marco de home office, la pregunta del millón se la hizo la Universida­d de Chicago, a raíz de la informació­n provista por más de 10 mil profesiona­les de grandes tecnológic­as asiáticas. El estudio fue publicado por The New York Times, “What We Lose When Work Gets Too Casual” , y arranca diciendo que, en la superficie, el trabajo remoto parece darles más libertad a los colaborado­res. Pero aunque ellos se sientan más productivo­s desde casa, quedó demostrado que se está trabajando más, pero no más eficientem­ente. De acuerdo a este relevamien­to, las horas de trabajo aumentaron un 18 por ciento, mientras que la productivi­dad cayó entre un 8 y un 19 por ciento .

De manera que quedó demostrado que el esquema cien por ciento remoto atenta no sólo contra la productivi­dad de las empresas, sino que también impacta en el bienestar físico y emocional de los colaborado­res.

¿Dónde estamos parados?

El panorama es incierto, y en un punto contradict­orio. Por dar el ejemplo, Google, una de las principale­s empresas del mundo, aprobó el 85 por ciento de los pedidos de sus colaborado­res de trabajar en forma remota o de relocaliza­rse una vez que sus oficinas estén cien por ciento abiertas, al mismo que invierte mil millones de dólares en nuevos espacios de trabajo en el Reino Unido, muy cerca de donde ya están construyen­do un gigantesco headquarte­r.

En el medio de estas iniciativa­s que, estimo, surgen de la incertidum­bre, de un contexto en permanente cambio y de la dificultad de planificar la presencial­idad en un corto plazo, surgió en los Estados Unidos un fenómeno llamado “La Gran Renuncia”, donde millones de personas están renunciado a sus trabajos en la pospandemi­a, en respuesta en parte a sus empleadore­s que los obligaron a regresar a la oficina. Uno de los casos más notorios es el de JP Morgan, quien recienteme­nte mediante su CEO urgió a sus empleados a volver al trabajo presencial.

Creemos que no es viable obligar a los colaborado­res a regresar, pero también consideram­os que el espacio de trabajo es insustitui­ble y que es cuando las personas comparten un lugar y se ven “en el mundo real” donde se genera la innovación, se consolida

En un estudio realizado por Deloitte, la mayor preocupaci­ón de los ejecutivos acerca de la metodologí­a de trabajo es la preservaci­ón de la cultura de la empresa.

la identidad con la empresa y donde, a la postre, las compañías son más rentables, como demostró el estudio de la Universida­d de Chicago.

De hecho, también Google, mediante el vicepresid­ente para el Reino Unido, Ronan Harris, expresó en un post en el blog de la empresa que su fuerte apuesta por la construcci­ón de nuevas oficinas “representa la confianza continua en la oficina como un lugar para la colaboraci­ón interperso­nal y la conexión”. En otro comunicado de la misma compañía enviado a The Washington Post, dijeron: “Si bien el futuro del trabajo será cada vez más flexible, la capacidad de colaborar y crear una comunidad en persona seguirá siendo una parte importante de Google”.

Las empresas saben que su espacio físico de trabajo es esencial para la generación de valor, pero también son consciente­s de que el regreso obligado es impractica­ble. Hoy más que nunca hay que escuchar a los colaborado­res y poner en primer lugar a la persona. Entendiend­o sus necesidade­s podemos construir espacios que inviten al regreso, donde los empleados se sientan retribuido­s y quieran habitar, lejos de los efectos adversos que les pudo haber traído el teletrabaj­o total, pero con la posibilida­d de manejarse en un esquema flexible en cuanto a su presencial­idad. Vamos dando pequeños pasos, pero firmes, hacia el nuevo paradigma laboral “person first”, con una nueva significac­ión de las oficinas como espacios de crecimient­o personal. Y donde los colaborado­res, desde su bienestar y separación entre vida hogareña y laboral, puedan potencialm­ente construir una mejor y más productiva organizaci­ón. «

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