El arquitecto uruguayo fue recordado con un video que reúne sus dos pasiones, la arquitectura y la música. Las sentidas palabras de Berto Montaner y Carlos Sallaberry, su amigo y socio local. Emotivo homenaje a Rafael Viñoly
Uno de los momentos más emotivos de la entrega del Premio Excelencia ARQ 2023 fue el homenaje a Rafael Viñoly, fallecido en marzo pasado. El arquitecto estuvo presente no solo en el pensamiento de cada uno, sino también a través de un video en el que se unieron sus dos pasiones: la arquitectura y la música.
Al tiempo que Rafael deslizaba sus dedos sobre las teclas de un hermoso piano negro, se escucharon las palabras de su hijo Román -hoy a cargo de su estudio- que se fundieron con imágenes de sus obras más importantes.
En sus palabras de bienvenida, el editor general de ARQ, Berto González Montaner repasó el legado de Viñoly, destacando su vocación de hacer ciudad con los edificios, por más pequeños que sean. Por caso, “el haber abierto las entrañas del Banco Ciudad de Sarmiento y Florida a la vista de todos; o cuando convirtió en terraza pública los techos de ATC, actual edificio de la Televisión Pública; o su último proyecto, donde propuso poner las instalaciones del aeropuerto de Florencia bajo unos viñedos, para que no impacte tremendo equipamiento en la vista del icónico Domo diseñado por Brunelleschi”, detalló Montaner.
La ocasión sirvió además para presentar el libro “Viñoly”, editado en forma conjunta por Revista ARQ y Rafael Viñoly Architects, que empezó a prepararse a poco del fallecimiento del rioplatense. En sus páginas se despliegan quince de sus proyectos emblemáticos y se incluyen palabras de socios y amigos.
Montaner agradeció el apoyo de los sponsors, FV / Ferrum, Interieur Forma, ILVA, Shawer y Unicer, quienes hicieron posible llegar al público con un producto accesible y de calidad.
Llegó el momento de la entrega de premios, y el primero fue un galardón especial a la trayectoria de Viñoly. Carlos Sallaberry, amigo durante años y socio local, lo recibió de manos de Héctor Aranda, CEO de AGEA; Ricardo Kirschbaum, Editor general de Clarín y Berto Montaner. Sallaberry tomó después el micrófono e intentó decir el discurso que tenía preparado, pero solo pudo agradecer, con voz quebrada y visiblemente emocionado.
El socio de Viñoly tenía pensado referirse al libro, cuyas obras eligió con la ayuda de Raymond Lee (de la oficina de Nueva York), “teniendo en cuenta el impacto que produjeron en la ciudad, en la aceptación en la sociedad y en su trayectoria profesional”.
“Nos quedaba decidir quiénes podrían expresar su testimonio desde distintas facetas, como amigo, alumno, colega, cliente, y fue Román quien nos ayudó en esta selección. Sabíamos que la tendría ausencias, pero confiamos en que todos como lectores se sentirían representados por quienes escribieron”.
Así surgieron los nombres de Jujo Solsona, Fernando Diez, Rodolfo Machado y Jorge Silvetti, quienes por compromisos personales se excusaron de participar. Pero estuvieron su hijo Román; Mario Petriella, amigo de la infancia; Estanislao Kocourek.
El mismo Sallaberry plasmó su agradecimiento a quien le permitió “aprender y hacer arquitectura durante casi 50 años junto a Flora (Manteola), Javier (Sánchez Gómez), Fina (Santos) y Jujo (Solsona), dado que fue Rafael quien lo llevó a trabajar al estudio con “apenas 27 años”.
Otros que prestaron sus recuerdos fueron Marcelo Vila y Roberto Converti, en representación de los colegas argentinos. “Y Andrés Remy, quien durante 10 años formó parte del equipo de concursos del Estudio. Tituló su testimonio ‘Yo trabajé con mi ídolo”.
Escribieron también Sebastián Ceria, prestigioso matemático argentino, que acompañó a Rafael durante casi 20 años de gestión ante la UBA, hasta que se concretó la construcción de Cero + Infinito en Ciudad
Universitaria. Y el maestro Daniel Barenboim, con quien Rafael compartía su afición por la música y el piano.
Según las palabras del gran director de orquesta, Viñoly “compraba los mejores pianos y hasta pensó en que debía haber sido pianista”.
Su condición de melómano lo impulsó a diseñar un piano, junto con el maestro belga Chris Maene. Según la descripción de Salaberry, “el Maene-viñoly Concert Grand tiene un teclado ergonómicamente curvo, que coincide con el movimiento natural de los brazos del intérprete, girando desde los hombros y de este modo facilita tocar sin esfuerzo en todos los registros”.
Sallaberry se refirió al piano “pues marca un aspecto que podría ser la síntesis de su obra (de Viñoly), donde la técnica, de la mano de la ingeniería, ocupaba un lugar que concluía en la materialidad de las mismas”.
“Todo tenía que ser lo mejor en su vida, nada era imposible. Espero que este libro también lo sea, cumpliendo con su compromiso con la calidad sin límites. No quiero dejar de nombrar a Carla Bucheli y a Sebastián Goldberg, dos colaboradores que acompañaron a Rafael en sus obras en Argentina y Uruguay”, fueron los deseos Sallaberry, quien anunció que el 28 de noviembre, en el Carnegie Hall de Nueva York, se realizará un concierto homenaje y se presentará la Fundación Rafael Viñoly. «