LOS ORGANOS La nariz
Sistema olfativo
El sistema olfativo, o aparato de la olfación, es el sistema sensorial utilizado para detectar los olores mediante la percepción quimíco-sensorial. Este sistema es con frecuencia considerado, junto con el sistema gustativo, como los sentidos químico-sensoriales, ya que ambos convierten las señales químicas en percepción e impulsos eléctricos al cerebro.
■ El sentido del olfato humano es 10 mil veces más sensible que cualquier otro de nuestros sentidos, y es el único lugar donde el sistema nervioso central está directamente expuesto al ambiente.
■ Otros sentidos similares, tales como el tacto y el gusto, deben viajar por el cuerpo a través de las neuronas y la médula espinal antes de llegar al cerebro, mientras que la respuesta olfatoria es inmediata y se extiende directamente al cerebro. Recientes investigaciones indican que el olor estimula el sistema nervioso central, el cual modifica el estado de ánimo, la memoria, las emociones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino; repercute en la elección de pareja, e incluso la percepción de ciertos olores puede indicar algún problema de salud.
■ Por ejemplo, el olor a cloro en secreciones corporales como el sudor podría estar indicando que hay problemas en el riñón o el hígado, mientras que el olor afrutado del cuerpo a menudo apunta a la diabetes. También un trastorno genético llamado trimetil aminuria hace que la persona produzca un olor corporal a pescado. Ante lo ya mencionado, es importante divulgar y analizar el aun hasta cierto punto desconocido, pero interesante sentido del olfato y su relación con nuestro sistema nervioso y el mundo que nos rodea.
Receptores olfativos
Se sabe que los receptores olfativos tienen un nivel límite mínimo para ser activados, el cual puede modificarse para que aquellos se adapten a un estímulo constante. Por ejemplo, cuando entramos en una habitación muy olorosa, la mitad de la adaptación de los receptores olfativos sucede en el primer segundo después de su estimulación, es decir, modifican su nivel para ser menos sensibles, lo que evita que se desencadene una reacción nociva; después, el sistema nervioso inhibe las señales sensitivas del olfato, aunque al
gunos receptores se adaptan con mayor facilidad que otros.
■ El sistema olfativo es uno de los sentidos menos comprendidos debido a que es un fenómeno subjetivo o personal y no puede estudiarse fácilmente. Además, el sentido del olfato humano es menos agudo que los de algunos animales de experimentación, considerados inferiores evolutivamente hablando.
■ Los receptores de la sensación olfativa son células nerviosas derivadas del propio sistema nervioso central y se estima que contamos con 100 millones de tales receptores. Sin embargo, hace varios años se creía que la multiplicidad de sensaciones del olfato era producida como resultado de ciertas sensaciones primarias. Diversos estudios psicológicos indican la existencia de siete olores primarios: alcanfor, almizcle, flores, menta, éter, acre y podrido, olores que corresponden a los siete tipos de receptores existentes en las células de la mucosa olfatoria.
■ No obstante, los datos reportados en los últimos años sugieren que hay por lo menos 100 sensaciones primarias de olor.
■ Una de las características fundamentales del olfato es que, solo se necesita una pequeña concentración del estimulante en el aire para desencadenar una sensación olfativa, pero una concentración de 10 a 50 veces mayor que los valores umbral producen una reacción de máxima intensidad; en otras palabras, el sentido del olfato se ocupa básicamente de
detectar la presencia o ausencia de olores, más que su intensidad cuantitativa. Se han identificado tres vías olfativas. La primera es conocida como sistema olfativo arcaico, que se encarga de los reflejos olfativos básicos; luego, un sistema llamado antiguo, que proporciona un control automático para el aprendizaje parcial de la ingestión de alimentos, así como el rechazo de alimentos tóxicos o poco saludables; finalmente existe una tercera vía, un sistema recientemente identificado que se encarga de la percepción consciente del olfato.
■ Desde el punto de vista fisiológico, el sentido del olfato y el gusto están relacionados entre sí y son parte de nuestro sistema sensorial químico. Casi todo lo que consideramos sabor (un 95%) lo detectamos con el olfato, y el cerebro analiza e interpretar la información olfativa.
■ Para muchas especies, el sentido del olfato y el gusto determinan su supervivencia diaria. Los sabores de los diversos alimentos se deben en gran medida a una combinación de sus características gustativas y olfatorias y por consiguiente un alimento puede saber diferente cuando se tiene un resfriado que afecta el sentido del olfato.
■ La ventaja más evidente en cuanto a las percepciones en estos dos sentidos es que el del olfato funciona a distancias mucho mayores que el del gusto.
El proceso del olfato sigue estos pasos:
■ 1. Las moléculas del olor en forma de vapor (compuestos químicos) que están flotando en el aire llegan a las fosas nasales y se disuelven en las mucosidades que se ubican en la parte superior de cada una de ellas.
■ 2. Debajo de las mucosidades se encuentran las células receptoras especializadas, también llamadas neuronas receptoras del olfato, las cuales detectan los olores.
■ 3. Las neuronas receptoras del olfato transmiten la información a los bulbos olfatorios que se encuentran en la parte de atrás de la nariz.
■ 4. Los bulbos olfatorios tienen receptores sensoriales que en realidad son parte del cerebro y que envían mensajes directamente a los centros más primitivos del cerebro, donde se estimulan las emociones y memorias (estructuras del sistema límbico), así como a los centros “avanzados”, donde se modifican los pensamientos conscientes (neo corteza).
■ 5. Estos centros cerebrales perciben los olores y tienen acceso a recuerdos que nos traen a la memoria personas, lugares o situaciones relacionadas con esas sensaciones olfativas.
■ 6. Finalmente, el epitelio olfativo tiene unas glándulas encargadas de segregar una solución enzimática cuya misión es eliminar las moléculas olorosas que han excitado las neuronas correspondientes, limpiando en cierto modo la mucosa olfativa de las sustancias presentes en ella ya detectadas.