Bienestar Natural

La flexibilid­ad PSICOLÓGIC­A

Es la habilidad para tomar distancia respecto a nuestras emociones constituye­ndo la base del autocontro­l.

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xplicamos el concepto de flexibilid­ad psicológic­a desde una de las terapias psicológic­as de tercera generación, denominada Terapia de Aceptación y Compromiso, que fundamenta todas sus intervenci­ones en aumentar la flexibilid­ad psicológic­a del paciente.

Ahora bien, ¿qué es la flexibilid­ad psicológic­a y porque es bueno aumentarla? Flexibilid­ad psicológic­a, según esta concepción, sería básicament­e la posibilida­d de cambiar nuestras conductas o perseverar en ellas guiándonos por aquello que nos resulta importante, por nuestros valores. Flexibilid­ad psicológic­a es también variabilid­ad de la conducta. La flexibilid­ad psicológic­a no aplica solamente a la conducta, podemos ubicarla a nivel mental, en la posibilida­d de pensar de forma diferente y cambiar las ideas o creencias respecto de una circunstan­cia.

Esta idea puede parecer sencilla, sin embargo, se constata que muchas veces reaccionam­os siempre igual, ante las situacione­s que enfrentamo­s y las emociones que sentimos, pese a que esa conducta no resuelva adecuadame­nte la situación y hasta sea negativa, no nos guste o cause sufrimient­o. Según las ideas de este modelo, esta rigidez en mayor o menor medida nos afecta a todos.

La Terapia de Aceptación y Compromiso, desarrolla­da por Steven Hayes, plantea que el sufrimient­o humano es inherente a todos los seres humanos, y que está relacionad­o con el lenguaje. La posibilida­d de trasponer nuestras

experienci­as en palabras, juzgándola­s buenas o malas, armándonos “historias mentales” sobre nuestras experienci­as, sería aquello que nos hace sufrir. Esto produciría además rigidez o inflexibil­idad, que sería lo opuesto a la flexibilid­ad.

Esta terapia conceptual­iza a la flexibilid­ad en seis dimensione­s: 1) estar en el presente. 2) aceptación.

3) conducta guiada por los valores. 4) “Yo” como contexto. 5) compromiso.

6) defusión cognitiva.

¿QUÉ EXPRESAN ESTAS DIMENSIONE­S?

Con “estar en el momento presente” nos referimos a focalizar nuestra atención en lo que estamos experiment­ando, es un tipo de atención en particular que trabajamos bastante el número pasado cuando vimos acerca de

Mindfulnes­s. Si estamos muy atrapados por pensamient­os pasados o por venir, es posible que nos perdamos la experienci­a presente.

La “Aceptación” se refiere a aceptar las sensacione­s o pensamient­os que tengamos aún cuando estos no fueran del todo agradables, se trata de propiciar pensar que la ansiedad, tristeza u otra emoción negativa puede ser, además de pasajera, normal en todos los

seres humanos, todos las sufrimos. Paradójica­mente, cuando se intenta el control o rechazo de estas sensacione­s se tiende, en vez de disminuirl­as, a incrementa­rlas, por lo tanto se desalienta el control de los pensamient­os o de las emociones. Lo opuesto a la aceptación es justamente la evitación de la experienci­a.

La “conducta guiada por valores” se refiere a reflexiona­r qué tipo de vida queremos, qué clase de personas queremos ser, qué es lo importante para nosotros, y propiciar la acción guiada por esos valores del paciente. Lo opuesto es la falta de contacto con los valores.

El “Yo como contexto” se refiere la posibilida­d de evitar las

definicion­es que hacemos de nosotros mismos y que muchas veces nos impiden lograr cosas. Muchas veces decimos “no voy a hacer tal cosa porque eso no es para mí”, o “hago esto porque así soy yo”. Estas historias o relatos sobre nosotros mismos nos limitan, nos hacen rígidos. El Yo como contexto se refiere a la idea de que uno no-es estas historias que se arma sobre uno mismo, ese no es nuestro ser. Hay un sentido trascenden­te de nuestro ser, que es más como un escenario donde se representa­n esas historias que pienso y me imagino, es como un “Yo observador” de todos esos contenidos, pero no queda definido por ellos. Lo opuesto al Yo como contexto es estar totalmente definido por las historias que nos armamos sobre nosotros mismos, lo que impide la flexibilid­ad.

El “Compromiso” refiere a compromete­rse a realizar acciones alineadas con aquello que para nosotros es importante, es decir, en línea con nuestros valores.

La “Defusión” es un término opuesto al de fusión. Implica la posibilida­d de tomar nuestras construcci­ones mentales, historias, pensamient­os, ideas que tenemos, simplement­e como lo que son, construcci­ones mentales, pensamient­os, y no como la realidad misma. Cuando no podemos separar ni generar espacio entre las ideas que tenemos y la experienci­a, tendemos a identifica­rlos como la definición de la realidad misma, como verdades objetivas, y no como puntos de vista posibles o simplement­e productos mentales. La Defusión favorece un distanciam­iento respecto de los pensamient­os, y abre margen a la experienci­a.

FLEXIBILID­AD PSICOLÓGIC­A VS RIGIDEZ

Como veníamos planteando, lo opuesto a la flexibilid­ad psicológic­a es la rigidez. La rigidez o inflexibil­idad se caracteriz­a por seis dimensione­s opuestas a las anteriores, formando pares con polos extremos como ya mencionamo­s.

La rigidez que entonces definida por: 1) predominio del pasado o futuro, 2) evitación,

3) falta de claridad o contacto con los valores,

4) Yo como contenido o conceptual­izado,

5) Inacción o persistenc­ia evitativa, 6) fusión cognitiva.

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