COMFORT FOOD
Mimarse a través de la comida
AProust le bastó mojar una magdalena en el té para rememorar recuerdos felices de su infancia. Este puede que sea el ejemplo más famoso de comfort food de toda la literatura. Aunque es probable que hasta hoy no conociésemos el nombre con el que los expertos definen esta particular asociación entre comida y emociones, todos tenemos nuestro particular plato reconfortante.
¿QUÉ ES LA COMFORT FOOD?
El término anglosajón “comfort food”, se refiere a aquellos alimentos o platos que provocan una inmensa sensación de bienestar a quien los consume, que satisfacen una necesidad emotiva y son conocidos por su gran poder reconfortante. El adjetivo “comfort” en inglés se presta a varias interpretaciones: desde la capacidad de la comida para reconfortar, consolar, y mimar, a la de reparar.
La comfort food es aquel bocado lleno de recuerdos; es un plato, un alimento o una bebida que infunde un sentimiento de nostalgia y de tranquilidad. Por lo general, se trata de comida de nuestra niñez, o aquella asociada a una persona, a un lugar o a una época feliz. Las lentejas de mamá o las croquetas de la tía.
COMFORT FOOD, ¿CUÁNDO?
Son varios los factores que pueden desencadenar la necesidad o el
deseo de encontrar consuelo en la comida: esta necesidad puede estar causada por estrés, nostalgia o por un trastorno emocional pasajero. En general, buscamos consuelo en la comida cuando vivimos situaciones de mucho estrés. Cuando estamos enfermos, cansados o lejos de casa, solemos fantasear con una de esas comidas o alimentos que antaño nos hacían sentir bien al momento. El poder reconfortante de la comida se debe principalmente a dos motivos: su familiaridad y su simplicidad. Preferimos una comida a otra en base a cuánto la conocemos y a su asociación con recuerdos agradables.
COMIDA Y EMOCIONES
No solo comemos para saciar nuestro apetito, sino también por las emociones que la comida nos proporciona. Las ganas de comida, o mejor, de comfort food, casi siempre acaban siendo más psicológicas que fisiológicas. La comida puede compensar o adormecer momentáneamente trastornos emocionales, puede tranquilizar, satisfacer o reconfortar, puede calmar tensiones o llenar vacíos interiores. Desde hace años, la ciencia investiga la relación que existe entre la comida y las emociones y ha demostrado que determinados desequilibrios nutricionales pueden afectar negativamente a nuestro estado de ánimo, causando tristeza y depresión. Existen alimentos, como las nueces o el chocolate negro, que por naturaleza favorecen la liberación de endorfinas, dopamina y serotonina, que contribuyen de manera natural a reducir el estrés y a mejorar el estado de ánimo. En el caso de la comfort food, a la capacidad de influir en el humor gracias a la liberación de sustancias naturales, se une el valor emocional del plato asociado a experiencias importantes de una época de la vida de una persona o de un acontecimiento en particular.
La combinación de aspectos psicológicos y fisiológicos hace que la definición de comfort food englobe una enorme variedad de alimentos. No existe una única comfort food y cada persona tiene la suya propia: la comida que hace sentir bien es única, sencilla y tradicional para muchos, pero también lo es la comida basura para otros. Sin embargo, cuando se trata del último caso, caracterizado por el bajo nivel nutricional y por el elevado aporte calórico, debemos estar atentos y consumirlos con moderación.
Afortunadamente, parece que los alimentos reconfortantes son aquellos que nos gustaban cuando éramos pequeños o los que nos recuerdan a nuestra casa y a la familia y vuelven con cierta frecuencia incluso durante la vida adulta; comida tradicional sana y reparadora que nos causa nostalgia y nos proporciona una sensación de bienestar psicofísico cada vez que la consumimos.