Convertir los sueños en realidad
¿Qué se puede hacer cuando soñar se transforma en un estilo de vida, y nunca se concreta nada?
Los sueños, motor del barco
Esta imagen poética transforma en mi mente esos barcos vistos en sueños, como si fuera el capitán Whalley de Josepy Conrad en Con la soga al cuello, y pudiera mirar los sueños que sobre el mar quedan anclados, perderse en la nostalgia de lo que no será o no ha sido. Si seguimos mencionando símbolos, bien podemos decir que los sueños son nuestro motor.
Pero, qué sucede cuando nada se concreta: nos frustramos y este sentimiento se transforma con el tiempo en un agente invisible, pero real, que comienza a condicionarnos y a modificar la forma en la que vemos y vivimos cada asunto o situación.
Un dicho popular dice: “Si vamos a pedir, pidamos bien” Es como decir, si vamos a soñar algo, soñémoslo imposible, quizás se dé. Bueno, para soñar, debemos soñar con cordura e inteligencia, si lo que se desea es alcanzar esa ilusión. Nadie puede soñar con ser médico si no comienza sus estudios de Medicina.
No son delirios
Los sueños son esa casa habitable y segura donde nos disponemos a jugar con ilusiones imposibles y posibles. Hay una capacidad para soñar y otra para llevar a cabo con coherencia y esforzarse por lo soñado; pero nada se alcanza sin haberlo soñado antes. Soñar no es perderse en una madeja de colores y quimeras irracionales. Detrás de cada sueño, hay una estructura que levantar sostenida por pensamientos psicológica y emocionalmente sanos y estables.
La fantasía de otra vida
Sostenerse de la realidad para soñar. Usar vanas fantasías para aplacar el desasosiego solo sirve para enfermar y acumular dolor. Fantasear con otra vida, posterga y frena la que vivimos. Hay que usar los sueños como una escalera que nos eleve y nos acerque a la felicidad individual. Sin perder jamás, dependiendo del contexto, el hilo manso y blanco de temas que puedan superar nuestras expectati vas.
Soñar sin perjudicar la realidad, perdiéndonos en asuntos llenos de pura fantasía, aumenta la calidad y el desarrollo de la vida que vivimos. Sirve para creer que puede ser modificada con nuestro esfuerzo y empeño en diferentes fines. Y están los que no sueñan por el temor a fracasar. Los sueños nacen en el corazón de cada individuo, según sus pasiones y vivencias.
El ejercicio de soñar
Soñar es un ejercicio natural. La madurez hará que podamos acercarnos lo máximo posible a esos anhelos. Si uno emprende un sueño, primero debe hacer un plan, del mismo modo que cuando decide construir una casa. No basta con ser solo un soñador empedernido que acumula una lista interminable de ilusiones sin cumplir. Entre los sueños y el fracaso, están la voluntad, la razón y una pizca de sana locura. Nacemos con la capacidad maravillosa de soñar, perderla sería anclarse en un sin sentido, ya que nos abrimos y dejamos que se desplieguen nuevas metas, ideas y emociones con el compromiso y la sabiduría de la posibilidad. Creo que la capacidad de soñar es parte fundamental de la felicidad y, a medida que crecemos, vamos encontrando el equilibrio entre los sueños y la posibilidad de concretarlos en la realidad.