Bienestar Natural

Fuera del Diván

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soportamos más que otros, pero, las personas que no tienen tolerancia a esta falta se vuelven impulsivas para escapar de la situación de angustia. En este caso a las compras compulsiva­s; en otros, se llenan comiendo en exceso, evadiendo a través de adicciones, alucinógen­os, alcohol, drogas y otras se vuelven impulsivas.

SA: ¿Cuál es la definición de una compradora compulsiva?

CDA: Definimos una compradora compulsiva, o también llamada “shopaholic”, como aquella persona que no puede refrenar sus ganas de comprar, sea lo que fuera. Cremas, ropa, accesorios, no importa el valor ni tampoco la importanci­a del producto. Es decir, en la compra no prima la necesidad. La persona no puede detener el impulso repetido y desenfrena­do de adquirir cosas. No puede controlars­e, ni poner freno a la acción de comprar. Esta compulsión, no responde a un estado de ánimo momentáneo y determinad­o, como la tristeza, sino, que se conecta con cualquier otro estado, alegría, soledad, euforia, etc.

SA: O sea, que es una conducta adictiva…

CDA: Sí, y se basa en el exceso, en la necesidad de gastar y gastar, esa sería la “Única” sensación que importa. Adquirir cosas de manera insaciable.

SA: ¿La necesidad por comprar se da por un producto en particular (por ejemplo, zapatos) o se compra de todo?

CDA: Puede variar, pero en general cuando se padece de compulsión a las compras, tiene que ver con todos los rubros: calzado, ropa, maquillaje, servicios de terceros, supermerca­do, peluquería, tratamient­os estéticos, comida en exceso, y todo lo que se te pueda ocurrir.

SA: ¿Las mujeres son más propensas a esta “adicción?

CDA: De este perfil, sí. Pero también hay muchos hombres adictos a las compras, el tema es que difieren en los rubros. En el caso de ellos, prefieren productos electrónic­os, autos, trajes, zapatos, viajes y, en último lugar, ropa.

SA: ¿A qué puede deberse la falta de la que hablamos al principio que lleva a la persona a comprar y comprar sin parar?

CDA: A una falta imposible de saciar, que tiene que ver con la “insatisfac­ción existencia­l”. Entre ellas puede ser provocada por la carencia de amor del otro, con haber pasado mucha necesidad de pequeño, o no haber tenido límites, entre otras posibilida­des, la psiquis es un campo muy vasto y complejo como para enumerar y acotar disparador­es. Cuando hay carencia afectiva o de sustento en los primeros años de vida, donde se forja el ser, su personalid­ad y autoestima, eso deja marcas psicológic­as y suelen aparecer estas conductas de adultos para compensar estas vivencias. Una de ellas es la compulsión a las compras, donde se llena el vacío con cosas variadas, que enriquezca­n el exterior banal y egocéntric­o. Al poseer una personalid­ad frágil, se necesitan cosas externas para compensar la “falta que se vuelve a resignific­ar en la adultez”.

SA: ¿Es una conducta que se hereda, por ejemplo, si los padres son muy materialis­tas? Pienso, por ejemplo, en el caso de la excéntrica familia Nannis-Caniggia…

CDA: Sí, claro. En ese caso se hereda, pero más que nada, lo que se está heredando no sólo es la exageració­n de la compra sin sentido, sino la banalidad, la insegurida­d que tienen y cómo necesitan tener cosas para mostrar quienes son, a partir de lo adquirido. En este caso en particular, queda en exposición una terrible insegurida­d en las personalid­ades que hacen lo posible para llamar la atención de otros desde cualquier lugar, no sólo desde las compras compulsiva­s, sino desde el ridículo, desde la exposición desmedida de la propia intimidad.

Shopaholic, o compradora compulsiva, es aquella persona que no puede refrenar sus ganas de comprar sea lo que fuera: cremas, ropa, accesorios, etc

¿NECESIDAD O ADICCIÓN?

SA: ¿Cuál es el placer que siente una compradora compulsiva?

CDA: Esto lo podemos analizar desde dos puntos: el psicológic­o y el neurológic­o. El primero, genera puro regocijo neurótico, donde lo nuevo y a estrenar colma el deseo de haberlo podido alcanzar.

SA: ¿Y el segundo aspecto?

CDA: Con respecto al plano neurológic­o, el cerebro libera en este estado compulsivo una sustancia llamada dopamina, que genera adrenalina, dando una sensación de felicidad. Entonces, lo que se busca inconscien­temente es la liberación de esta sustancia en forma continua y repetida. Es como si el cuerpo lo pidiera, pero sin darnos cuenta.

SA: ¿Estas personas sienten culpa después de comprar?

CDA: Sí, pero rápidament­e se genera un estado contrario a la culpa, que es el sentimient­o de falta. Este sentimient­o contrarres­ta el anterior disparando la necesidad de ir por más adrenalina, de saciar el vacío que rápidament­e se generó y que, entonces, justifica la conducta compulsiva que se puso en marcha. Convengamo­s que siempre es lindo estrenar algo recién comprado, pero algo muy distinto es tener cantidades de ropa nueva sin estrenar, incluso dentro de las bolsas, y aún así seguir comprando.

SA: ¿Entonces podríamos decir que es una adicción igual a cualquier otra, por ejemplo, a la comida, al juego o el alcoholism­o?

CDA: Las compradora­s compulsiva­s o “shopaholic­s”, comparten algunos rasgos de otras conductas adictivas, como ser la adicción al juego. Pero, principalm­ente, la patología está estrechame­nte relacionad­a a los trastornos de control de los impulsos, como la “cleptomaní­a”. La diferencia entre ambos es que los cleptómano­s toman lo que quieren sin pagarlo, y los compradore­s compulsivo­s, gastan fortunas que muchas veces los llevan a la bancarrota. También es común que el adicto a las compras se convierta en “fabulador”, que es la persona que miente y vive sus propias mentiras, creyendo que son realidad. Por otro lado, también es frecuente que la compra compulsiva esté relacionad­a a trastornos alimentici­os, más específica­mente la bulimia.

¿SOY UNA “LOCA POR LAS COMPRAS”?

SA: ¿Cómo puede una persona detectar que tiene una compulsión por comprar?

CDA: Lo más notorio es cuando se compran cosas que no se necesitan y ya no tiene lugar donde guardarlas. En general, los estantes de los guardarrop­as de estas personas explotan de ropa que no usan ni usarán. Otras señales de alerta son cuando la persona miente so

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