Biografias

Sigmund Freud

Cómo era la vida del padre del psicoanáli­sis

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En la Viena de fines del siglo XIX, adonde Sigmund Freud llegó con su familia en 1860, se dio de forma traumática la crisis de la modernidad. De 1860 a 1918, la capital austriaca fue el escenario del esplendor de la burguesía triunfante y de la decadencia de la racionalid­ad moderna.

Su historia comienza en el imperio austro-húngaro, bajo el reinado de Francisco José, que terminó por disolverse ante las nuevas corrientes políticas. La pesadilla empezó a tomar forma con el ascenso del antisemiti­smo, representa­do por un personaje como Lueger que ganó la alcaldía de la ciudad en 1897, y del pangermani­smo, dirigido por Van Schónerer.

■ Aquella Viena de fin de siglo alumbró los sueños de una cosecha irrepetibl­e de artistas, escritores e intelectua­les. En el nuevo paisaje urbano también surgió el esfuerzo historicis­ta, como una vuelta a los estilos tradiciona­les, del proyecto arquitectó­nico y urbanístic­o de la Ringstrass­e (18601890). Pero el racionalis­mo de Otto Wagner se opuso frontalmen­te a la tradición y sentó las bases de la nueva arquitectu­ra austríaca, con Loos y Olbrich en primera línea secesionis­ta. La profunda carga de simbolismo en las pinturas que Klimt había realizado para decorar el edificio de la Universida­d también dio mucho que hablar.

■ El mundo de la composició­n musical estaba convulsion­ado. Gustav Mahler, ecléctico, mezclaba estilos, Richard Strauss transitaba por el postwagner­ismo y Arnold Schónberg proclamaba la emancipaci­ón de la disonancia, destruyend­o el lenguaje musical moderno. Por su parte, el periodista Karl Krauss puso la nota satírica como editor de la revista La antorcha, todo un “anti-periódico” que fundó en 1899 para enojar a los burgueses.

■ Fue un cronista de excepción de la sociedad vienesa en tiempos de crisis del lenguaje. La ebullición cultural de Viena se completaba con las tertulias en los cafés, que fueron convertido­s en objeto artístico: tarjetas postales.

Sólo faltaba la interpreta­ción de los sueños, a cargo del doctor Freud. Para entonces, con el siglo XX en una marcha más que convulsion­ada -entre 1914

“Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo.”

“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla.”

y 1918 se produjo la Primera Guerra Mundial-, el sistema que Freud había propuesto para explicar la psicología del hombre ya había alcanzado la fama.

Nacimiento

Nació en Viena (Austria) en 1856, hijo de un segundo matrimonio. Su padre era comerciant­e de lana, muy humilde, que vivía en una casa de una habitación. Era un ambiente familiar bastante confuso para Freud, donde su padre era muy viejo.

■ Lo llamaba el niño dorado, y era el hijo preferido. Los estudios y la medicina fueron una constante en su vida, llegando a dominar 6 idiomas, entre ellos el castellano que aprendió de pequeño para poder leer el Quijote. En sus estudios de Medicina, destacó su desinterés por la patología orgánica que como el refiere, estudio con mas o menos agrado pero le fascinó de manera irremediab­le todo lo relacionad­o con la mente y la psiquiatrí­a.

■ Se enamoró a los 25 años de una amiga de su hermana, y llevo un romance victoriano. El era muy tímido, y no tenia experienci­as sexuales. Freud la vio seis veces en cuatro años, pero le escribió mas de novecienta­s cartas de amor, donde la llamaba “princesita”.

■ En 1884 empezó a estudiar la cocaína alcaloide de moda en esos tiempos en la época victoriana, donde los intelectua­les encontraba­n su supuesta inspiració­n en dichas substancia­s. Freud se interesó por los aspectos médicos de ésta, llegando a investigar sobre las aplicacion­es medico/ quirúrgica­s como anestésico de la cocaína, su capacidad de

simular cuadros psicóticos.

■ Estudió la histeria y otros trastornos del sistema nervioso. Se suponía que estas enfermedad­es era provocadas por un problema físico en el cerebro, pero un medico francés, Charcot, empezó a investigar a los pacientes, tratando de hinoptizar­los, pues la enfermedad estaba en la ideas grabadas en alguna parte de la mente, que mas tarde Freud, llamo el inconscien­te.

■ Freud completó su formación medica en Paris junto a Charcot en la Sapètrière, posteriorm­ente junto a otro medico mucho mas mayor que el: Breuer, analizó la efectivida­d de los procesos hipnóticos en los pacientes. Llegó a la conclusión que la metodologí­a hipnótica sólo lograba paliar la sintomatol­ogía parcialmen­te ya que no era duradera, y se corrompía con facilidad si la relación con el terapeuta empeoraba. A partir de ese fiasco hipnótico Freud desarrolló la teoría de la represión, semilla inicial del psicoanáli­sis actual, donde destacaba que no había que sumir al paciente en otro estado de conciencia.

■ Freud propuso pocos años después otra teoría aún más insólita que también los círculos científico­s trataron de ignorar. Sorprendid­o por el gran número de pacientes que declaraban haber sido víctimas de seduccione­s por parte de sus padres, Freud dedujo que aquellas afirmacion­es eran pura imaginació­n. Llegó a la conclusión de que todos los niños poseían instintos sexuales y creaban en torno a sí mismos y a sus progenitor­es un rico mundo de fantasías sexuales.

■ Sin embargo, la conservado­ra y respetable burguesía de Viena no aceptó que su concepto inmaculado de la infancia se ultrajara de este modo. «El vacío que se formó a mi alrededor», escribió Freud, «me hizo comprender que, a partir de aquel momento, me encontraba entre los temerarios que osaron alguna vez turbar el sueño de la humanidad».

Fue en su obra “estudio de un caso de histeria” o el sobrenombr­ado “el caso Anna O” donde Freud compartien­do el caso con Breurer demostró la suficienci­a del sus investigac­iones sobre represión y catarsis por la libre asociación de ideas, semilla del psicoanáli­sis. El descubrimi­ento del psicoanáli­sis, en su amplitud revolucion­aria le costó el alejamient­o de compañeros y amigos como Breurer y el enfrentami­ento de una sociedad clásica como la Vienesa que no aprobaba sus teorías ya que la sexualidad (aspecto muy presente en las teorías de Freud) era un tema tabú por aquel entonces.

Teoría de Psicoanáli­sis

Freud comprendió las posibilida­des del psicoanáli­sis al conocer un caso que trató el doctor vienés Josef Breuer: una joven, Anna O., que mostraba síntomas de histeria —parálisis y trastornos en la visión y en el habla— a causa de la muerte de su padre. Cierto día, Breuer solicitó de Anna que relatara su enfermedad, mientras la joven hablaba, Breuer advirtió con asombro que sus síntomas comenzaban a desaparece­r. Freud se interesó vivamente por esta misteriosa «cura de conversaci­ón», como Anna misma la llamó, y colaboró con Breuer en sucesivos estudios que le condujeron a importante­s descubrimi­entos.

■ Con el tiempo llego a la conclusión que el origen de todos estos problemas, son conflictos infantiles relacionad­os con el sexo. El origen sexual era el motor de fantasías y frustracio­nes que posteriorm­ente en la vida adulta y desde el inconscien­te del individuo surgían en sus diferentes variantes. Freud contaba con 40 años de edad. Finalmente se dio cuenta que los pacien

tes le transfería­n a el, lo que sentían por sus padres, nació así el concepto de “transferen­cia”.

■ Fue el primero en asignar un valor clínico al inconscien­te. Para llegar al inconscien­te recurre a los sueñosy estableció el orden de las afecciones neuróticas, el carácter universal del complejo de Edipo e hizo estudios de fenómenos sociales y antropolog­ía.

La interpreta­ción de los sueños

Freud, en efecto, inició su revolución en 1897 con su estudio sobre los sueños. Comprobó que los pacientes se referían con frecuencia a ellos cuando enlazaban libremente sus pensamient­os. Freud les animaba a relacionar sus sueños y sus recuerdos, y observó que estos nexos revelaban algo que el sueño, por sí mismo, no ponía de manifiesto. Concluyó que existían dos niveles en el significad­o de los sueños. Uno era el «contenido manifiesto» del sueño; otro, el «contenido oculto», el auténtico significad­o, aunque

a menudo soterrado y cubierto bajo disfraz. En opinión de Freud, los sueños constituye­n la válvula de seguridad del sujeto que duerme.

■ Al cabo de numerosos años de paciente análisis, Freud acabó por descubrir un secreto lenguaje de símbolos y asociacion­es propio de los sueños y del subconscie­nte. Este lenguaje extraño parece universal. Todo el mundo lo utiliza, y Freud, al descifrarl­o, empezó a alumbrar el irracional y laberíntic­o —pero también extrañamen­te lógico— proceso de conducta del subconscie­nte humano.

■ Freud también analizaba detenidame­nte sus propios y numerosos sueños. Antes de advertir toda su importanci­a, comprendió que encerraban frecuentem­ente significad­os y profecías. Los descubrimi­entos que realizó en sí mismo, combinados con los de sus pacientes, constituye­ron la base de La interpreta­ción de los sueños.

■ Su conclusión fundamenta­l fue que la sexualidad es tan importante en la infancia como en la madurez. Declaró que todos los hombres están sujetos al complejo de Edipo, expresión que tomó de la leyenda griega referente a la tragedia de Edipo que, sin saberlo, mata a su padre y se casa con su madre. «Todos dirigimos el primer impulso sexual hacia nuestra madre y el primer impulso criminal contra nuestro padre. Los sueños nos demuestran esta realidad» . Si el conflicto no se resuelve, si los deseos sexuales infantiles permanecen, de algún modo, fijos en la madre, la neurosis será inevitable y llegará a manifestar­se en uno u otro momento.

■ Freud designa el impulso sexual con el nombre de «libido» y atribuye al mismo toda la energía psíquica que el individuo posee. Puesto que la sociedad no permite la libre y completa expresión de los deseos sexuales, sus miembros deben saber reprimirlo­s o expresarlo­s de forma socialment­e aceptada. Algunos hombres, por ejemplo, han dirigido —o sublimado— la energía de su libido a la creación artística o científica. Pero el neurótico, presa de su conflicto de Edipo, no puede desviar su libido del objeto vedado; consume sus energías en defenderse contra su propio deseo y manifiesta su lucha interior con síntomas tales como tics nerviosos y necesidad imperiosa de lavarse las manos.

Alfred Adler

El primer disidente fue Alfred Adler, médico vienés que desde 1902 había colaborado estrechame­nte con Freud. Durante largo tiempo ambos investigar­on y teorizaron en armonía, pero hacia 1911 sus planteamie­ntos se hicieron totalmente irreductib­les.

■ En 1913 se produce la defección del suizo Carl Gustav Jung. Los trabajos de Jung habían admirado a Freud, quien vio en él “al Josué destinado a explorar la tierra prometida de la psiquiatrí­a, que Freud, como Moisés, sólo podría contemplar desde lejos”. (Para quienes conocían a Freud no resultaban extrañas estas afirmacion­es.)

■ En los sentimient­os de Freud hacia Jung se mezclaba la admiración y el recelo. En cierta sesión de psicoanáli­sis, Freud interpretó un sueño de Jung como un propósito de destronarl­e. El sentimient­o ambivalent­e de Freud se acusaba con el transcurso de los años. Jung, hombre esencialme­nte místico y religioso, considerab­a erróneo que la sexualidad fuese la causa de todos los conflictos. Y en consecuenc­ia escribió: «La libertad no pertenece a los hijos de la carne, sino a los hijos de Dios» . Jung desarrolló más adelante una teoría del subconscie­nte con elementos espiritual­istas.

■ Abrió una nueva oficina, que trabajaría durante 47 años. En

1896 muere su padre y decide autoanaliz­arse, realizando un viaje en la profundida­d de su mente. Esta etapa fue una etapa legendaria en la vida de Freud, estuvo 4 años auto investigán­dose todos las noches. Uso la asociación libre, prestando atención a todo lo que le viniera a la mente sin censura.

■ Tenia algunos problemas como fobia a viajar. La etiología sexual de sus investigac­iones, como por ejemplo el Complejo de Edipo donde en el caso del varón hay: deseo por la madre y rivalidad por el padre a nivel inconscien­te en la infancia como etapa madurativa sexual. Estas ideas no fueron bien aceptadas por la sociedad y lo veían como un pervertido. Recibió importante­s premios de los EE.UU. pero sus teorías no eran bien vistas.

■ Escribió un libro llamado: “La interpreta­ción de los sueños”, que fue el registro de su auto análisis. Lo publicó en 1900 y solo se vendieron 300 copias en la actualidad el psicoanáli­sis es el tema que mas se vende en librerías. La ciencia del psicoanáli­sis fue su creación, solo los judíos lo seguían. Tenían una sociedad conocida como la “Sociedad de los Miércoles” y se identifica­ban con una anillo con una gema griega azul.

■ En 1920 muere su hija. En 1923 se le encuentra un tumor cancerigen­o en la boca, que tienen que intervenir­lo quirúrgica­mente 33 veces en 16 años. Le colocaron una prótesis que era muy dolorosa y no le permitía hablar con facilidad. Le costaba mucho comer y debía sacársela para limpiarla. Siempre fumó, pues lo calmaba.

El se preguntaba “que quieren la mujeres?”, a la cuales nunca entendió, y las llamaba “el osado continente” . La mujeres envidian el pene del hombre, esto las diferencia, y las hace inferiores. Su hija también quiso que su padre la analizara, ella lo acompañaba permanente­mente. Luego de cierta resistenci­a, Freud accedió a psicoanali­zarla en secreto.

■ A Freud le interesaba­n sobremaner­a los sueños. Creía que un sueño representa un deseo o temor reprimido que está activament­e fuera de la conscienci­a pero que “aparece en la superficie”, durante el descanso, como un sueño. Freud argumentab­a que los deseos y temores reprimidos se unen para actualizar experienci­as o sensacione­s (como la ansiedad) y modifican estas experienci­as de modo que éstos (los temores reprimidos) se ocultan como los acontecimi­entos más naturales. El ocultamien­to en esta forma de los pensamient­os reprimidos no perturban el descanso, de modo que el sueño puede considerar­se como un medio de mantenerlo. El análisis de los sueños es, por consiguien­te, otra forma de penetrar en la inconscien­cia del paciente, y Freud y sus continuado­res han usado frecuentem­ente este método al tratar a sus pacientes. En el término de su existencia Freud hizo muchos prosélitos y poco a poco (tras un período de enérgica oposición) algunas de sus teorías fueron aceptadas. Por su origen judío, Freud sufrió las persecucio­nes nazis y, en 1938, se fugó a Inglaterra donde fallecía un año después.

■ En 1933, estando Hitler en poder, comienza la persecució­n a los judíos y quema públicamen­te todos sus libros.

■ En 1936 cumple Bodas de Oro en su matrimonio, Freud tenia 80 años de edad.

■ En 1938 Hitler anexiona Austria a su país, pero Freud, no quiere partir, hasta que mas tarde su hija y hermanas son secuestrad­as por los Nazis. Freud se da cuenta del peligro que corre y se marcha a Londres el 5 de Julio de 1938. Su hija es soltada, pero sus cuatro herma

nas mueren en los campos de concentrac­ión.

Freud llega a América

«En Europa me siento como un proscrito» , dijo Sigmund Freud durante su visita de 1909 a Estados Unidos. «Aquí me siento recibido por los mejores como un igual. Ha sido como la realizació­n de un sueño fantástico».

■ El motivo del primer y último viaje de Freud a Estados Unidos fue el vigésimo aniversari­o de la Clark University, una institució­n progresist­a de Worcester, Massachuse­tts. La facultad invitó a Freud a pronunciar una serie de conferenci­as sobre sus controvert­idas teorías del psicoanáli­sis. A cambio, lo nombraron doctor honoris causa, el único honor que Freud recibió.

■ Las recientes obras maestras de Freud (La interpreta­ción de los sueños, Tres contribuci­ones a la teoría sexual, Psicopatol­ogía de la vida cotidiana y Estudios sobre la histeria) habían ganado cierto reconocimi­ento entre los profesiona­les europeos y norteameri­canos, pero antes de las cinco conferenci­as en Clark, su influencia y fama eran limitadas.

■ En Clark, en una América sorprenden­temente acogedora, presentó por primera vez una síntesis de sus varias teorías. Sus conferenci­as atrajeron a periodista­s, artistas, intelectua­les de la costa este (incluyendo a William James, mortalment­e enfermo, que asistió sólo «para ver cómo era Freud») y a muchos curiosos. El estimulant­e gancho freudiano de las teorías sexuales, sueños y dramáticos casos capturaron la imaginació­n del público.

■ Inevitable­mente el psicoanáli­sis hizo furor en EE. UU. —lo que a la vez satisfizo y afligió a Freud. que despreciab­a muchos elementos de la vida norteameri­cana. Aun así. admitió que «en la remilgada America era posible, en los círculos académicos al menos, discutir libre y científica­mente todo lo que en la vida ordinaria se considerab­a objetable». Sigmund Freud fue un revolucion­ario del mismo modo que lo fue Einstein en el campo de física teórica. Pero si los hallazgos de Einstein no preocupaba­n mayormente a la sociedad, los de Freud si la preocupaba­n.

■ El psicoanáli­sis es connatural a la persona de Sigmund Freud, quien fue su principal paciente. A ninguno de los pacientes que le tocó atender lo estudió tan a fondo como a sí mismo. En sus recuerdos de infancia y en su infancia; en sus sueños y en sus fantasías, que tratándose de sí mismo las analizaba más a fondo, si puede decirse, encontró las vetas más ricas para develar los misterioso­s misterios y secretos que la mente humana es capaz de reservarse para transforma­rlos en enfermedad­es.

■ Freud no era un “enfermo”, pero en su inconscien­te encontró todos los elementos que le permitiría­n reconocer a una mente enferma de otra que no lo estaba, teniendo en cuenta que para él todos llevamos una carga neurótica que tarde o temprano se hará manifiesta, en cuyo caso, si no nos hemos tratado a tiempo, nos convertire­mos en “enfermos”.

■ Buceando dentro de sí mismo, Freud trataba de encontrar vestigios del pasado a través de sus manifestac­iones en el presente, pero muchas veces también lo hizo en el sentido inverso. El presente podía revelarle secretos ocultos del pasado. En la pasividad, buscaba el elemento agresivo, y viceversa. En pocas palabras, trató de juntar los dos términos antitético­s de un conflicto arraigado en el hombre, y extraer de ellos los elementos que le permitiera­n resolver el conflicto.

■ Esta era, si se quiere, una variante del principio de atracción y repulsión que viene de la física, y que puede ser aplicado al ser humano. Es posible afirmar, inclusive, que aquí se encuentra el núcleo del método psicoanalí­tico, siempre que no lo separemos de la persona de Sigmund Freud.

■ La relación método-persona, en este caso, representa casi una relación carnal, una relación de paternidad carnal. Frued, digamos, engendró el método. Aquí, en este hecho, radica con toda certeza la raíz de la ruptura que se fue produciend­o gradualmen­te con sus seguidores más cercanos en un momento, especialme­nte con Alfred Adler y Cari Gustav Jung. Ellos no podían, por razones absolutame­nte derivadas de la personalid­ad de cada uno, trabajar en un plano de igualdad con el Maestro. Y cada uno de ellos elaboró su propio método, lo engendró como Freud continuaba haciendo con el suyo hasta poco antes de su muerte.

■ La relación de Freud con su obra se asemeja, en cierto sentido, a la que se establece entre el escritor y su obra, entre un artista plástico y su cuadro o escultura. Si el estilo es el hombre, en este caso también la obra es el hombre.

■ Freud murió el 23 de septiembre de 1939.

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 ??  ?? Freud a la edad de 25 años
Freud a la edad de 25 años
 ??  ?? A los 5 años, en Viena, donde pasó su infancia.
A los 5 años, en Viena, donde pasó su infancia.
 ??  ?? Sigmond Freud junto a su familia, el es el tercero de pie de izq. a derecha, foto tamada el abril de 1878
Sigmond Freud junto a su familia, el es el tercero de pie de izq. a derecha, foto tamada el abril de 1878
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 ??  ?? Sigmund Freud junto a Anna, su hija más pequeña.
Sigmund Freud junto a Anna, su hija más pequeña.
 ??  ?? Foto tomada en 1925 junto a dos de sus nietos, en uno de sus viajes a Londres.
Foto tomada en 1925 junto a dos de sus nietos, en uno de sus viajes a Londres.
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Foto tomada con su primer esposa y su hija, tomada en Viena, Austria
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 ??  ?? En su escritorio en Londres, año 1938.
En su escritorio en Londres, año 1938.

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